Descentrados Chile

Democratizar la lectura desde el origen

Fotografía: Descentrados

“El niño busca su voz
La tenía el rey de los grillos
En una gota de agua
Buscaba su voz el niño.”
El niño mudo, Federico García Lorca.

Por Marcela Riquelme Peña
Profesora de lenguaje. Coordinadora de políticas de fomento lector. Alcaldía Ciudadana Valparaíso.

Es creencia común pensar que el ser humano comienza a leer recién cuando entra a primer año de enseñanza básica. Es más, existe una tendencia en las escuelas tradicionales por iniciar el proceso en preescolar, a los cuatro o cinco años. Esta práctica, más ligada a los requerimientos del sistema educativo que a las necesidades del desarrollo de los niños y niñas, pareciese no considerar dentro de su conceptualización, que el proceso de lectura no viene a los cinco o seis años, sino desde el momento cuando comienza a escuchar y reconocer la voz de su madre, que será el primer alfabeto a interpretar, como dice María Emilia López. En todo caso, no venimos a recorrer el camino de la culpabilidad del no saber, sino que preferimos la ruta de la divulgación que seguro reporta más elementos para quien lee esta nota.

Recomienda la Cerlarc en su cuadernillo “Anidando palabras”: “El acercamiento a la cultura escrita y oral no puede ser postergado al momento en que aprendan a leer y escribir, ni mucho menos restringirse al ámbito de la educación formal”. Por tanto, la familia y el espacio comunitario pueden aportar mucho en construir un puente a través del arte y el juego sin la reglamentación que caracteriza a la escuela. Eso requerirá construir o simplemente rescatar prácticas que, porque se han perdido en la modernidad, pareciesen ser un misterio secreto, pero que dos generaciones atrás estaban ahí, junto al fuego, acunando guagüitas.

Entendemos entonces que, primeros lectores no son aquellos que leen de corrido un fragmento de un cuento o un poema a fines del primer semestre del primer año de escuela, sino que reconocemos como primer lector o lectora a aquel ser humano cuyo proceso de lectura iniciará observando su entorno cercano y escuchando las voces y sonidos que provienen del exterior y, qué duda cabe, los libros con imágenes, las canciones de cuna, las rimas, los juegos de palabras suministrados junto con el afecto de sus seres queridos, en el mejor de los casos, y por las voces amorosas de sus cuidadores en otros contextos.

Ciertamente que, si se instalara en el sentido común que es posible leer sin saber leer, se profundizaría en el potencial que dicha práctica nos posibilitaría para ensanchar, en el comienzo de la vida, las posibilidades de los niños y las niñas, pues es condición para que un niño o niña pueda leer en ese período de tiempo, que tomen la voz prestada de las/os adultas/os, ya sean estos familiares, cuidadores o mediadores de lectura comunitarios.

En estos últimos quince años, las prácticas de iniciación a la lectura se han democratizado y llegado a espacios en donde antes se consideraba un privilegio el poder contar con libros o actividades de mediación.

La lectura desde el vientre, como práctica en espacios de salud de mujeres gestantes, va ganando espacios, así como las guaguatecas; y si bien estas prácticas  están  presentes en las políticas públicas latinoamericanas, debiesen  tener un nuevo impulso e incluirse también en espacios comunitarios para ensanchar los horizontes, pues sigue primando en el sentido común la creencia de que la lectura inicia después, junto con las responsabilidades escolares, no con el placer estético ni con el juego.

Por otro lado, ¿Da lo mismo qué tipo de libros y estímulos se entregan a los niños y niñas en esta etapa? Otra creencia común y fomentada por el mercado es multiplicar aquellos materiales que “enseñen algo” como libros con figuras geométricas, objetos de la casa, de la naturaleza, en contraposición a contenidos estéticos como los que podemos encontrar en libros de autor(a) como son los libro álbumes. Posponer la experiencia estética en los niños y niñas, pensando que aún no están preparados para “valorar” y “entender” es nada más que sacar a la luz el adultocentrismo que vive en nosotras/os, como si los sentidos estuvieran a disposición de decodificar figuras geométricas y objetos cotidianos. En un mundo donde todo tiene que ser funcional, claro que tiene sentido ir “seleccionando” estos contenidos, pero en los mundos en que queremos vivir y experimentar en toda su plenitud la vida, el arte debiese circular libremente en forma de libros de calidad desde el principio.

Los libros para primera infancia tienen características especiales, son de cartón duro o de tela, lavables en muchos casos, cuentan con bordes redondeados, contienen texturas y colores, no son libros baratos, y en la opinión pública el valor de los libros es la razón para considerarlos objetos de lujo y que claramente ninguna canasta básica puede considerar. Es verdad, luchemos por bajar el impuesto al libro, sin embargo, en las bibliotecas públicas podemos encontrar hermosas colecciones bibliográficas seleccionadas con dedicación, considerando el enfoque de derechos y con calidad literaria que están a disposición de todos y todas los ciudadanos y ciudadanas. ¿Qué falta entonces para leer desde el nacimiento, buenos libros?

Falta armar comunidades de lectores, círculos de mujeres gestantes o de madres y padres, multiplicar los espacios e instancias para que el ciudadano y ciudadana común pueda acceder a este ámbito de la cultura. Sin duda, será necesario también al recorrer este camino, reconocer que se ignora mucho sobre la percepción de los niños y niñas de primera infancia y como se comenta en “Anidando entre palabras” será necesario para quienes deseen facilitar la palabra a niños y niñas estar en estado de infancia ( Deleuze y Guattari) lo que no implica volver con añoranza a nuestros orígenes, sino que tener una disposición hacia la invención, el asombro, lo errático, la alegría, que sería el estado que nos piden los niños cuando vamos a jugar. Como plantea María Emilia López, el criterio que primará al momento de decidir el camino a recorrer en el encuentro con los libros tiene que considerar estas tres palabras: Transgresión, desafíos y diversidad estética.

Referencias

Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (2020), Anidando entre palabras. Orientaciones para el fomento de la lectura en la primera infancia. Disponible en: https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:DX4V2Oy7dr8J:https://cerlalc.org/publicaciones/anidando-entre-palabras-orientaciones-para-el-fomento-de-la-lectura-en-la-primera-infancia/+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=cl

Graciela Montes (2017). Buscar indicios, construir sentidos. Babel Libros, Bogotá.

María Emilia López (2007). Arte y Juego en los niños pequeños. Metáforas del vivir. Disponible en: https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:UiV4EK-muHoJ:https://conafecto.conafe.gob.mx/los-expertos-opinan/primera-infancia/pdf/arte-juego-ninos-pequenos.pdf+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=cl

María Emilia López (s/f). Niños pequeños, ¿lectores sin modales? Disponible en: https://pdfslide.tips/download/link/ninos-pequenos-lectores-sin-modales

Pedro Cerrillo (2013). LIJ literatura mayor de edad. Ediciones de la Universidad de Castilla- La Mancha. Cuenca.