Descentrados Chile

La referencialidad: Proust y Bad Bunny.

Fotografía: Descentrados

Por Carlos Benítez Cabrera
Investigador postdoctoral DI. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

I
Hace un par de semanas recibí las notas de un/a editor/a para un artículo que fue aceptado para su publicación en una revista académica. Entre los apuntes me hicieron uno que decía: ‘agregue una explicación para el concepto realema que utiliza’. Me pareció interesante el señalamiento. Escribí el pie de página explicando que un realema es un objeto, una partícula, una construcción dentro del texto que remite a la ‘realidad’, espacio témporo-espacial donde ese texto fue concebido, producido y/o escrito, o algo así. Esta pregunta, o apunte, del/la editor/a me retrotrajo al problema de la referencia, que como ya comentaba en una columna anterior, es el problema que hoy ocupa mis reflexiones. Aunque, la verdad sea dicha, esta columna es antes bien una reflexión sobre lo que denomino: “Referencialidad”. La diferencia está en que una referencia es el texto, objeto de conocimiento al cual se remite: puede ser una canción, un libro, una película, cualquier objeto que cimiente la reflexión. La “referencialidad” es el gesto crítico de revisar ese objeto al que se remite. Preguntarse, sencillamente, “¿Qué implica esta referencia y, finalmente, su uso en el texto?”.

Voy a graficar con un ejemplo esto que comento: En la Odisea, el texto menciona: “[L]a Aurora temprana de dedos rosas” (Canto IX, V 152). Refiere el poeta a los colores, a los juegos de colores que se dan cuando despunta el día. Yo escribo desde Santiago de Chile, como el sol se levanta detrás de la Cordillera de los Andes, me es imposible observar el rosáceo que describe Homero. Lo he visto, pero porque he habitado otras latitudes. Entonces puedo decir, al leer el magno poema: “se trata de un espacio otro, donde se puede apreciar la salida del sol en todo su proceso”. Así, los textos van dando cuenta del lugar de enunciación de quien los produjo. También dan cuenta, de alguna manera, del archivo y las capacidades de la persona que los produjo. En este caso, no sé si existió o no un ‘Homero’, pero sí puedo decir que fue un poeta. Una persona para quien los recursos literarios estaban a la mano. No fue precisamente un soldado o un comerciante. Es decir, desplegar la metáfora me dice que quien la escribió –o pensó– era una persona letrada.

II
Pensaba en todo esto del realema debido a una conversación con un amigo. Tratábamos el tema de la carta de Cristián Warnken al entonces ministro de Salud Enrique Paris, del 30 de enero de 2021. En el segundo párrafo de esa carta escribió Warnken: “Mis “Madeleine” (para usar la imagen proustiana) son el olor de los pinos, el sonido a veces desesperado de las gaviotas como si su labor también fuera recolectar lo que el tiempo ha destruido y a veces pulverizado”. A las Madeleine se les puede bien llamar en español: `Magdalenas’, pero la disglosia, impostada, es otro rasgo de afectación de la élite chilensis. Y, esto fue lo que me llamó la atención: Proust. No recuerdo si es en ‘Bosque quemado’ o ‘Veneno’ es que Roberto Brodsky liga el relato de su personaje principal con la lectura de Proust. Aparece también en el famoso discurso de César Aira del 2016 en Berlín sobre la literatura. Si siguiese buscando ejemplos en la literatura reciente, creo que encontraría esa evocación forzada, ese arrebato por imbricarse en una genealogía con el francés en muchos lugares. Salvo, tal vez, en los casos de Mariana Enríquez y Samanta Schweblin —de quienes no he leído mucho, debo decir— pero que sí se imbrican con otra genealogía como Bioy Casares, Di Benedetto, Gallardo y/o Luisa Bombal. En fin, como decía Chejov —parafraseo, en realidad— “Escribe de tu pueblo, de tu aldea para ser universal” En las autoras se puede apreciar esto. La afectación proustiana se da en los varones, más que en las escritoras; pero, bueno, eso es harina de otro costal.

Decía que es interesante ver ese arrebato por mencionar a Proust, como sea, de parafrasearlo, de citarlo. Hay que ver ahí una mediación de clase. Afectación de clase, mejor dicho. Claro, por más que se vea como un gesto impostado, innecesario y/o suntuoso, tienen que hacerlo: mencionar a Proust es dar cuenta de un acceso a lo letrado que separa a estos escritores de otros. Se puede advertir que Proust es una moneda de cambio, con la cual los escritores buscan dar cuenta de su pertenencia a una élite letrada. El realema no funciona, se corta porque se pierde el lugar –como si dijéramos– ‘físico’ donde se produce el texto. Además, también se genera una cortapisa contra aquellos que no leyeron al francés. Parecieran decirnos: “Si no leíste ‘À la recherche du temps perdu’, no entenderás mi trabajo”. En fin, hay un gesto de banalidad en todo esto. En el caso de la carta de Warnken es más grosero el gesto –En el caso de Brodsky es su personaje quien lee la novela–: Proust aparece como una mediación para dar cuenta de su capacidad estética, de apreciación estética en detrimento de la brutalidad de la gente pobre, del pueblo. Y, no digo que está bien o mal que usen esa referencia; me da lo mismo, en realidad. A lo que apunto es que esa afectación me sabe a plástico en la boca, a kanikama.

III
Por otro lado, está el Trap y su relación con “La casa de Papel”. Varias veces en las letras de las canciones de los traperos/reguetoneros hay una mención a “La casa de Papel”, particularmente en las letras de Bad Bunny. Debo ser sincero y decir que no he visto mucho esa teleserie; pero que sí disfruto mucho de escuchar la música de Bad Bunny. La empecé a ver con mi esposa, pero me quedaba dormido y ella siguió de largo. No obstante, esto, entiendo la referencia a “hacer pasta” —roban la casa de la moneda—, “Tokio”, “Nairobi”. Entiendo que un gesto raro, por decir lo menos, masificaron una canción de lucha de los partisanos italianos, “Bella Ciao” y otras tantas referencias que aparecen desperdigadas en las letras del trapero boricua. Y, obviamente reconozco a los actores y, por lo tanto, puedo decir que es la protagonista Úrsula Corberó –Tokio– de ‘la Casa de Papel’ quien aparece en el video de “One day” de J Balvin, Dua Lipa y Bad Bunny.

Alguien me puede preguntar –y tendría toda la razón– ¿Qué tiene esto que ver con los realemas, Proust y la afectación de los escritores? Primero, cuando los traperos remiten a la serie, se siente una mayor compenetración con sus textos; no suenan tan falsas, tan forzadas. Los objetos se acoplan bien. Funciona el realema de pensar el tiempo y el espacio, la edad de los autores cuando se revisan los textos de una manera analítica. En segunda instancia, el trap cita un elemento de la cultura popular que es fácilmente aprehensible por cualquier persona. No existen esas cortapisas de tener que pensar a qué están haciendo referencia. Como lo prueba este mismo texto, no he visto completamente “La Casa de Papel”, pero entiendo las referencias de las canciones. También es interesante el gesto dado que se da una economía en el ‘decir’ que conduce, necesariamente, a sonreír.

Ahora bien. No planteo que la cita o paráfrasis a uno u otro elemento esté bien o esté mal; eso sería un juicio y no una reflexión. De hecho, la referencia a Proust y la referencia a ‘La Casa de Papel’ es exactamente el mismo gesto: una mediación que se vale de determinada tradición cultural para generar un lenguaje nuevo. Pero, en el trap, en las letras de Bad Bunny, el objeto utilizado para construir la mediación es más democrático, por lo tanto, es más accesible para todos; entonces esa mediación es una curiosidad, algo simpático, todos podemos entenderlas, aún sin haber visto ‘La Casa de Papel’. Y en tanto que es un objeto masivo, mercancía cultural, no despliega una dimensión clasista y elitista. El neocultismo de los escritores, con su afectación proustiana, aburre, desagrada, da cuenta por fin de la más absoluta bancarrota de la literatura para comunicarse con la realidad y con la sociedad. Tal vez por eso dijo Aira que: “La literatura no sirve para nada que no sea ofrecer el placer que produce”, ahora claro, le faltó señalar que ese placer que produce es para quien produce literatura y no necesariamente para el lector de a pie.