Por Felipe Cuevas
Coordinador de Modatima Antofagasta
Los medios de comunicación son actores clave en la generación de opiniones, comportamientos y valores de la sociedad. En Chile, a pesar de que esto ha decaído en el tiempo, estos medios gozan de confianza por parte de la población, por lo cual se amplifica su poder e influencia. A pesar de esto, existe una profunda disparidad entre la influencia de los medios y la discusión crítica sobre su papel y responsabilidad social. Podemos observar que los medios de comunicación en Chile no solo transmiten información, sino que activamente participan en la construcción de discursos culturales y políticos. Hoy mismo se puede observar cómo se instalan narrativas: un alcalde formalizado por mal manejo de recursos fiscales, un condenado por abuso de menores e incluso en cómo se perciben las elecciones de un país.
La confianza de los chilenos en los medios masivos, diarios, radio y televisión, es un fenómeno distintivo en América Latina. Esta misma confianza es la que otorga a los medios una considerable influencia en la construcción de la opinión pública y en el comportamiento social. A pesar de esto, la discusión sobre este poder es a menudo superficial, enfocándose en temas como la libertad de expresión y la concentración de la propiedad, sin abordar adecuadamente cómo los medios moldean valores y conductas sociales.
Muchos de los análisis sobre la influencia de los medios a menudo carecen de la profundidad necesaria para comprender su verdadero impacto. A lo anterior se debe agregar que, en una sociedad que está inserta en una cultura de libre mercado, la actividad privada, incluidos los medios de comunicación, se critica de igual manera con respecto a la actividad pública, lo cual permite a los medios privados evadir responsabilidades sobre los efectos sociales de sus acciones, bajo el pretexto de ser “entidades pluralistas”.
Lo preocupante de esto es la concentración de la propiedad de los medios de comunicación, la cual está en manos de unos pocos, tal como dijo el director de TVN Francisco Vidal en un ataque de honestidad: “No tener (una TV pública) implica que los chilenos se informen por grupos económicos como Luksic (Canal 13) o Heller (Mega), o por unos gringos que andan circulando en Chilevisión y andan cambiando de propiedad (…)”. Esa limitación de diversidad afecta directamente en la homogeneidad de perspectivas y opiniones, y esta situación se agrava por el corporativismo de los medios, que actúan en complicidad para suavizar la competencia y mantener un discurso homogéneo. El control corporativo y la falta de competencia real cuestionan la idea de que los medios actúan como “Observadores imparciales de la realidad”.
Lo anterior nos dice que existe una falacia sobre la neutralidad de los medios, argumentando que estos no son meros intermediarios pasivos, cuando en realidad son actores que producen y difunden sus propios discursos basados en intereses particulares. En particular, se observa una tendencia a la anti política, donde los medios critican desproporcionadamente a la clase política, posicionándose como entidades “neutrales” mientras promueven intereses específicos.
Uno de los ejemplos más claros de lo anterior es lo que ocurre con la cobertura de temas ambientales. La complejidad intrínseca de estos problemas. Cuestiones como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación requieren una comprensión profunda y una comunicación clara. Sin embargo, los medios a menudo simplifican excesivamente estos temas o los presentan de manera polarizada, lo que puede llevar a malentendidos o a una percepción distorsionada de la realidad.
Además, la influencia de intereses económicos y políticos puede sesgar la cobertura. En un país donde la concentración de la propiedad de los medios es significativa, existe el riesgo de que ciertos temas ambientales sean minimizados o ignorados si entran en conflicto con los intereses de los propietarios de los medios o de los anunciantes.
En un contexto de rápidos cambios económicos y sociales, Chile necesita un debate sobre un proyecto de país que considere su identidad y aspiraciones futuras. Los medios de comunicación, como actores influyentes, deberían jugar un papel constructivo en este proceso. Sin embargo, su compromiso con intereses parciales ha obstaculizado un debate nacional inclusivo y la construcción de una hegemonía cultural consensuada.
Los medios de comunicación en Chile poseen una influencia significativa que va más allá de la mera transmisión de información. Su papel activo en la creación de discursos culturales y políticos exige una reflexión crítica y un análisis más profundo de sus responsabilidades sociales. Es por esto por lo que se invita a revalorar el papel de los medios y a una mayor transparencia y pluralidad en el panorama mediático chileno, para contribuir de manera positiva al desarrollo de una sociedad democrática y diversa.