Por Hans Provoste Palacios
Estudiante de pregrado en Psicología. Universidad Alberto Hurtado. Buscador innato, apasionado por lo humano y su descubrimiento en la diferencia y la diversidad.
A la luz de los altos flujos migratorios de la actualidad, surgen una serie de disyuntivas y problemáticas sobre las que se hace necesario pensar. Para poder situar las implicancias que suponen los movimientos migratorios intrarregionales, es importante referirse a las coordenadas contextuales que los posibilitan. La primera de ellas apunta a una economía mundial que legitima las desigualdades estructurales en sociedad, pues, a partir de potentes procesos de empobrecimiento, genera una deslocalización de la productividad y una concentración evidente de vulnerabilidad en sectores económicos y sociales específicos (Stefoni, 2018). Por otro lado, las particularidades históricas y políticas de nuestra región han abierto la mirada hacia Chile, como un atractivo polo de residencia que ofrece, además de cierta estabilidad económica, algunas oportunidades de empleo relativamente mejores a las de otros países vecinos (Ramis, 2017).
En función de estas directrices, es que se abre un espacio de discusión necesario para profundizar en temáticas como la integración, la no discriminación y el respeto a la diferencia, puesto que, son estos elementos los que permiten dar respuesta a las exigencias y los desafíos que traen los procesos migratorios para el sistema educativo chileno. Es preciso señalar que en estas dimensiones se conjugan ya no solo los supuestos institucionales de una Política Nacional para estudiantes extranjeros (Ministerio de Educación [MINEDUC], 2017) o una Ley de Inclusión Escolar (2015), sino que, además, aspectos claves como la consolidación del aprendizaje, la adaptación curricular y la efectiva inclusión de las, los y les estudiantes migrantes a las comunidades educativas (Baeza et al., 2021). En este sentido, conviene recoger lo que autores como Sebastián y Lissi (2016) propugnan respecto de los procesos formativos, pues, estos son un espacio de movilización en el que se dinamizan acciones y estructuras de conocimiento que resultan fundamentales para los procesos de enseñanza-aprendizaje. Aquí los aspectos cognitivos, biográficos, motivacionales e identitarios de los educandos exigen tomar en cuenta ya no solo las disposiciones curriculares de los establecimientos que les reciben y les forman, sino que, además, considerar un reencuentro necesario con las realidades socio-materiales e históricas que circundan a cada familia, a cada estudiante y ciertamente, a cada habitante de nuestro país.
La articulación entonces, entre sociedad y educación, cobra relevancia una vez más y aunque pareciera ser obvio, la apuesta por una formación crítica en torno a los valores y las creencias que sostienen los procesos de socialización no debe ser subestimada. El rol de la educación en este sentido es clave y hace patente la necesidad de reconsiderar o repensar cuáles son los vértices que conectan al entramado de opiniones y percepciones emergentes en el marco de la participación social y la ciudadanía. De algún modo, la intersección entre una política migratoria ciega, desarticulada territorialmente (Colmenares y Abarca, 2022) y los efectos psicológicos de la aculturación (Berry, 2003) en nuestro país, invitan al encuentro y a la observación de aquellas dimensiones que exceden los cimientos de una educación tradicional, basada en la reproducción de competencias para la construcción de formas de conocimiento específicas (Mora, 2019). Lo fundamental entonces, está en poder relevar el diálogo cultural de acuerdo con la propia realidad social, y así, fortalecer los principios originales a los que aspira la Ley de Inclusión Escolar (2015): presencia en la heterogeneidad de decisiones pedagógicas e institucionales, reconocimiento de las particularidades de cada estudiante y pertinencia en las experiencias de participación o de expresión diversa de la identidad de los, las y les educandos.
En este sentido, el caso chileno no deja de ser llamativo y entre las consideraciones que dan forma a su modelo educativo, destacan las lógicas de la regulación mercantil. Ya desde la dictadura, el discurso político de una eficiencia institucional y de una confianza irrestricta en la regulación por demanda de servicios (Corvalán y García-Huidobro, 2016) cobra importancia. Esta dimensión tan desarraigada de las propuestas pedagógicas que prevalecieron en Chile durante el siglo XIX y XX, producen un clivaje radical en torno al rol que tiene el Estado, por un lado, para garantizar el encuentro entre política pública y ciudadanía, y, por otro, en la agudización de las desigualdades de la sociedad, a propósito de las brechas en el acceso a la educación. Este registro particular de la política educativa, aún hoy, hace eco en los procedimientos con los que se aborda el amplio margen de diversidad cultural que enfrentan los establecimientos educativos. Por ejemplo, solo un 12% de escuelas, cuenta con un protocolo formal de acogida para niños, niñas y adolescentes migrantes (Baeza et al., 2021). Esto implica atender de forma urgente a las características actuales del sistema educativo, y ya no solo en lo que respecta a lo formativo o a la reglamentación ministerial, sino que también, a las dinámicas de interacción en las que las personas se ven envueltas. En esta línea, es importante ir más allá de las disposiciones de los marcos normativos y encargarse, además de los instrumentos reguladores en materia de migración, de la socialización de lo intercultural (Aguayo-Fernández, et al., 2023) como un nuevo registro, en el que tengan cabida todos, todas y todes l@s actores sociales. En concreto, la apuesta es a tributar, tal como señalan Duk y Murillo (2016), al principio rector del reconocimiento y la valoración de la diversidad humana.
Ahora bien, las cifras que entrega el Servicio Nacional de Migraciones (SERMIG) al 2022 son muy decidoras respecto de la cantidad de habitantes inmigrantes que hay en el país: 1.625.074. Este dato no es menor y exige ahondar en las implicancias políticas y culturales de la migración. Lo que se disputa en este terreno concierne, además del aprendizaje o la socialización e inclusión de la población migrante en el sistema educativo, a las experiencias subjetivas frente el encuentro con lo extranjero, lo distinto. En este margen, la presunción de lo propio o lo externo, como algo ajeno e indiferente no tiene cabida. Es evidente que las problemáticas de nuestros tiempos atañen a todas las personas y no refieren únicamente a la individualidad de cada sujeto. Hay allí, una articulación insoslayable entre lo que le acontece al otro-él y lo que acontece con cada individuo-yo. Dicho de otro modo, las problemáticas de discriminación, xenofobia, racismo e incluso las brechas de género – tan patentes en nuestra realidad nacional –, circundan e interpelan a todo el tejido social y cada agente cultural que allí se instala. Algunas puntualizaciones, como las que da el SERMIG (2024) respecto de las caracterizaciones que ha adoptado la reunificación familiar en el último tiempo, dan cuenta de un mayor índice de feminización. ¿Qué quiere decir esto? que un 51,8% de los permisos de residencia temporal tienen como destinataria a una mujer.
Por tanto, la politización de los temas migratorios debe tener en cuenta que Chile es, ante todo, una sociedad diversa y cada día más pluricultural, muy alejada del ideal de homogeneidad identitaria (Oyarzún, Aranda y Gissi, 2021) que alguna vez pudiera haberse concebido y que suele levantarse – en más de algún sector de la sociedad –, como argumento para fundamentar las lógicas de la exclusión y la diferenciación radical respecto de los nuevos grupos y colectividades que se insertan en el país. Los discursos falaces y peligrosos que esto puede traer no deben nublar el rol irrestricto de la educación, como un espacio que además de ser formación para la vida, es a la vez, liberación. El énfasis entonces debe estar en las relaciones horizontales, que parten en el aula de clases y traspasan sus paredes, con el fin de posibilitar una comprensión sistemática e histórica de las personas (Aguayo-Fernández, et al., 2023). Así, en tanto esta dimensión se cruza con el diálogo de alteridad, la apertura no es sino, hacia nuevas formas de convivencia en sociedad.
Por último, sin desestimar las diferencias de cada sujeto, lo que se habilita con este gesto, es un espacio de integración efectiva para cada ser humano, sin miramientos a la nacionalidad, al origen o la cultura de la que se provenga. Resta decir, que es esa la meta final de todo proceso educativo y de toda práctica de socialización. La interculturalidad entonces, como una premisa de trabajo, debe trascender el registro de lo educativo y apuntar a la diversidad de familias, de relaciones sociales que se establecen y a las particularidades de cada actor social. Lo importante es atender al campo del afecto y del cuidado con el otro, pues es ese elemento el que debe decirse, se hace cada vez más importante y aún más, urgente.
Referencias:
Aguayo-Fernández, F., Díaz-Vargas, C., Moraga-Henríquez, P., & Mora-Olate, M. L. (2023). Migración en Chile e inclusión educativa: un estudio documental (1980-2021). Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 21(2), 1-24. https://doi.org/10.11600/rlcsnj.21.2.544
Baeza, J., Bustos, C., Guzmán, A., Imbarack, P., y Mercado, J. (2021). Migrantes en escuelas católicas chilenas: Desafíos para una cultura inclusiva. Revista de estudios y experiencias en educación, 20(42), 257-271. https://dx.doi.org/10.21703/rexe.20212042baeza15
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Colmenares, N. y Abarca, K. (2022). La migración a nivel local en Chile. Desafíos, demandas y políticas en tiempos de pandemia. Si Somos Americanos. Revista de Estudios Transfronterizos, 22(1), 164-192. http://dx.doi.org/10.4067/S0719-09482022000100164
Corvalán, J. y García-Huidobro, J.E. (2016) Educación y Mercado: El caso chileno. En Corvalán, J., Carrasco, A., y García-Huidobro, J.E (Eds.) Mercado escolar y Oportunidad Educacional. Santiago: Ediciones UC.
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Ley 20.845 de 2015. De inclusión escolar que regula la admisión de los y las estudiantes, elimina el financiamiento compartido y prohíbe el lucro en establecimientos educacionales que reciben aportes del estado. 29 de mayo de 2015. D.O. s.f.
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Mora, M. (2019). Diversidad cultural migrante y currículum escolar en Lenguaje y Comunicación de 1° a 6 ° Básico: distancias y proximidades. Estudios pedagógicos (Valdivia), 45(1), 83-102. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-07052019000100083
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Stefoni, C. (2018). Panorama de la migración internacional en América del Sur. Serie Población y Desarrollo No.123. Santiago de Chile: Naciones Unidas-CEPAL. Recuperado de https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/43584/1/S1800356_es.pdf