Descentrados Chile

Es imposible perder la memoria de lo vivido

Fotografía: Archivo/Mateo Reyes

Por David Órdenes

Educador Popular. Director de la Corporación La Caleta y Facilitador del Movimiento MOVILIZÁNDONOS por una Cultura de Derechos de niños, niñas y Adolescentes en Chile.

En los años de la dictadura cívico militar, el hambre recorrió las casas de los sectores populares.

“Mamá nos dijo: jugar, jugar, salir a buscar y encontramos las sobras que algunos nos tiraron y otros compartieron”. Niños, niñas y adolescentes que compartieron el “Neoprén” para paliar del hambre y el frío en las calles de Santiago. (Cantata Pa´Mi niño de la Calle 1985).

Era otra realidad hace 51 años, que aún permanece y es la desigualdad que un grupo determinado de personas “no quiere saber o no logra tocar”. Estas realidades que se vivieron y que en la segregación que vive Chile, aún está presente.

La realidad de un sistema neoliberal/capitalista, subsidiario de la Constitución de 1980, que no reconoce derechos, sino que ha estructurado un sistema que en el caso de las niñeces y adolescencias “focaliza las vulneraciones” y las convierte en “vulnerables, en riesgo social”, que deben ser atendidos, tercerizados a través de programas de diversos ministerios, para paliar el impacto del modelo neoliberal/capitalista, mediante subsidios, bonos.

Esta realidad no ha sido posible revertir a través de todos estos años y por todos los gobiernos, independientemente de las posturas políticas que se les asigne o se asignen a sí mismos.

Podríamos decir que contamos con respaldos de convenciones y leyes que sustentan que los niños, niñas y adolescentes tienen derechos.

Después de 34 años la Convención Internacional de los derechos del Niño nos dice que: “Uno de los valores fundamentales de esta Convención es que todo niño y niña es sujeto de derechos adquiriendo un significado político, social, cultural y económico. Esto se traduce, en que la niñez es un actor protagónico en la sociedad y por tanto pueden contribuir en la vida social y política. (Liebel, 2021; Cussianovich, 2021; Martinez, 2021).

Chile firmó esta Convención el 1990 y le demandó tener una Ley de garantía que aterrizara esta Convención a la realidad de los niños, niñas y adolescentes en Chile y el 6 de marzo del año 2022, recién se logra. “Esta ley tiene por objeto la garantía y protección integral, el ejercicio efectivo y el goce pleno de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, en especial, de los derechos humanos que les son reconocidos en la Constitución Política de la República, en la Convención sobre los Derechos del Niño, en los demás tratados internacionales de derechos humanos ratificados por Chile que se encuentren vigentes y en las leyes”. (Título1: artículo 1 Ley 21.430)

Lograr el “goce pleno de los derechos” demanda un cambio estructural del modelo de desarrollo que se vive en Chile y ello implica en la práctica de los 15 millones de personas que viven en Chile y de ello, el 24% que son niños, niñas y adolescentes menores de 18 años, vean en la práctica que sus escuelas tienen buenas estructuras, que la enseñanza no sea de segunda clase, que las tomas de terreno no sean impactadas por la precariedad de las viviendas. Que los trabajadores, padres de estos niños y niñas, tengan sueldos dignos, que los que han trabajado por años tengan pensiones merecidas y que están supeditadas al mercado de las AFP. Que las mujeres madres y jefas de hogar puedan acompañar a sus hijos e hijas y no solamente eso, que puedan vivir ellas todos sus derechos de ser mujer.

Una de las preguntas aún pendientes: ¿Por qué en Chile hay niños, niñas y adolescentes de primera y segunda clase?

En consulta a 178 niñas y adolescentes en la Comuna de la Cisterna, 103 mencionan que están desmotivados por estudiar (57.9%). Ya está presente los cambios en la educación hacia una educación pública (SLEP). Cambio importante, pero ¿Qué rol estamos jugando los “ciudadanos niños, niñas y adolescentes” en ello?

Preparándonos para “conmemorar”, porque hay mucha distancia para “celebrar” los 35 años de la Convención Internacional de los Derechos del niño que viene el año 2025, les pedimos que hicieran preguntas a los adultos /as con relación al tema de la violencia y algunas de ellas son las siguientes:

¿Por qué no nos preguntan? nosotros tenemos buenas ideas.

¿Por qué se demoran tanto en hacer leyes o cosas para que dejemos de sentir violencia? ¿A sus hijos también les pasan estas cosas? ¿Cuándo ustedes eran chicos, igual los trataban así o en la calle tenían miedo? ¿Por qué a veces no nos creen?

Los niños, niñas y adolescentes, demandan ser considerados como sujetos de derechos, a lograr el derecho a la participación en todo, no solamente lo que les afecte, sino, poder ser en todas las instancias que viven en la escuela, en sus familias y en el entorno de sus comunidades para aportar a vivir bien.

Hace ya algunos años se logró una Defensora de la niñez y en la actualidad un Defensor. Realizamos un proceso con niños y niñas para que aportaran que pensaban de este rol y un grupo de ellos y ellas dijo lo siguiente:

“El Consejo de Niños, Niñas y Jóvenes de Recoleta nos dirigimos a Ud. (Defensor),para decirle lo que pensamos. El o la defensora de la niñez debería escuchar y saber las opiniones de los niños y niñas, no solo escucharles, sino que tomarles en cuenta realmente y hacerles caso. También pensamos que tiene que ser responsable de su cargo, tener conocimiento y argumentos válidos para que los adultos y adultas escuchen a todos los niños y niñas de Chile. Que tenga confianza y que las personas lo conozcan para hacer válida la opinión de los niños y niñas. Tiene que representar a todos los niños y niñas, que los defienda de verdad, respetando y tolerando a todos y todas, sin importar sus diferencias. Creemos también que debe ser amigable y cercano con todos los niños, niñas y adolescentes”.

Las realidades han cambiado, los niños, niñas y adolescentes tienen acceso a informarse de las realidades por diversos medios y ello implica la importancia de dialogar con ellos y ellas desde sus madres y padres, de los profesores en la escuela, que los dirigentes sociales en los lugares donde viven los tomen en cuenta para que tengan identidad y sentido de pertenencia a sus poblaciones y comunas.

El contexto vivido en la dictadura militar permitió el desarrollo de diversas experiencias para acercar los derechos vulnerados en esos años: Colonias urbanas populares, Talleres culturales diversos en los territorios y auto-gestionados. La solidaridad pasó a ser parte de la cotidianeidad en muchos lugares para compartir. Eso aún existe y hay que lograr avanzar más allá de la adversidad y la resistencia. Tenemos que tejer una red transformadora e intergeneracional donde las niñeces y las adolescencias vivan sus derechos. Así la presente y futura democracia será realidad, y para ello, a cambiar el modelo neoliberal hacia un buen vivir para todos y todas, más allá del “desarrollo”.