Descentrados Chile

Resultado óptimo del parto versus experiencia positiva

Fotografía: Ilustación de Camila Soto Ramírez

 Por Camila Soto Ramírez
 Diseñadora industrial, especializada en el desarrollo de procesos y productos para el parto humanizado, Ex presidenta de RELACAHUPAN Chile, Fundadora de HUM Diseño y miembro de la Coordinadora Nacional por los derechos del Nacimiento.

Hace 80 años atrás lo normal era parir en casa. El lugar más seguro para la mujer y su bebé era su propio hogar; siempre que este tuviera condiciones básicas de higiene y salubridad. Sus sábanas, sus paredes y su familia eran el lugar más seguro para dar a luz a un nuevo chileno. Sin embargo, con el incremento de la pobreza y la crisis sanitaria asociada al tifus exantemático entre otras afecciones entre los años 30 y 40, se puso foco en la necesidad de asegurar condiciones mínimas para disminuir la mortalidad materna e infantil, asumiendo que estaba íntimamente relacionada con los cuidados que recibe la madre y el niño, antes durante y después del parto. Dada la situación económica y social del momento, la única manera de asegurar estas condiciones era ofreciendo en los hospitales y la asistencia pública, espacios para dar a luz y cuidados perinatales[1]. Esto además reduciría la tasa de abandono de las madres ya que estas se sentirían más apoyadas para su maternidad[2].

Sin duda, las acciones en ese contexto histórico fueron no solo adecuadas, sino muy exitosas; ya que lograron reducir la mortalidad para llevarla a una tasa mínima en Chile y que hoy en día nos compara con las regiones más desarrolladas del mundo[3].

Nadie puede discutir lo oportuno de esta acción, no obstante, me gustaría plantear un punto de vista:

¿Qué es lo que consideramos el “resultado óptimo del parto”?

Antes de los años 50 el resultado óptimo del parto era madre viva/sana y bebe vivo/ sano. Luego de la incorporación del indicador APGAR (método creado por Virginia Apgar médico anestesista, basado en 5 puntos para evaluar la vitalidad del recién nacido) esta evaluación tomó protagonismo, transformándose en un puntaje equivalente a la primera prueba de la vida de un recién Nacido.

Valga decir que hasta ahí ningún indicador refería a la experiencia o “satisfacción” de la madre con el proceso y la atención, ya que se consideraba que el parto era un proceso que debía ser altamente doloroso e incluso traumático para la mujer (incluso la Biblia lo declaraba una especie de “castigo” asociado al pecado original). Aun así, las mujeres seguían y seguirían pariendo porque no había cómo evitarlo.

En el año 65 se comenzaron a considerar políticas de planificación familiar que abren la posibilidad de control del evento reproductivo y por consecuencia el parto, aunque esta por muchos años fue una posibilidad restringida a las mujeres de áreas urbanas[4]. Esto aun constituye un desafío, así como muchos otros planes asociados a la salud sexual y reproductiva.

A partir de los años 80 recién se considera la experiencia materna, a partir de las declaraciones de la OMS respecto de la Tecnología apropiada para el parto, prácticas que se habían transformado en rutina como el lavado intestinal, rasurado, presión del fondo uterino (maniobra de Kristeller), y episiotomía (corte en la zona del perineo de la mujer que no debería realizarse en más de un 15% de los casos, para ampliar el canal de parto) comienzan a ser cuestionadas.

Con esto último el proceso para medir los resultados del parto se complejizan, incorporando la experiencia de la mujer dentro de la ecuación de “buen resultado”.

Lamentablemente en la práctica pocas cosas han cambiado, las estadísticas vitales del sistema DEIS (Departamento de Estadísticas e Información de Salud) y otros sistemas de información siguen sin considerar variables de la atención obstétrica específicamente, y ¿por qué debería considerarse específicamente?

PORQUE LA ATENCION OBSTÉTRICA ES UN TIPO DE ATENCIÓN CLÍNICA QUE SE REALIZA SOBRE DOS INDIVIDUO SANOS A PROPÓSITO DE UN EVENTO FISIOLÓGICO QUE ASOCIA UNA BIOMECÁNICA NATURALMENTE EXITOSA.

Y en este sentido, ¿No sería útil medir el éxito del parto evaluando nuestra capacidad de vigilar el proceso SIN PATOLOGIZAR O PERTURBAR este evento?

Los resultados de salud en el parto se siguen midiendo a través de indicadores asociados a la ausencia de enfermedades o dolencias físicas, las evaluaciones de la experiencia y la satisfacción materna han tardado en establecerse como un nuevo estándar. No podemos desconocer que tampoco ha sido fácil para las mujeres cambiar el paradigma y creer que es posible recibir un buen trato en el parto. La infantilización, los gritos y el trato brusco fueron normalizados durante muchos años y recién hoy son reconocidos como Violencia Obstétrica. Pero hoy afortunadamente existe mayor conciencia, gracias a la evidencia, se ha logrado demostrar el impacto de una buena experiencia en la recuperación y el establecimiento de la lactancia, e incluso se ha estudiado la experiencia del recién nacido desde su vivencia uterina hasta su contacto con el exterior, entonces ¿qué falta para incorporarlo en el Sistema?

Afortunadamente los lineamientos actuales de la OMS hoy sí incorporan la experiencia de la madre en el centro del diseño del modelo de atención, identificando dos factores claves en la organización institucional para hacer posible la experiencia satisfactoria[5]:

  • Tener el personal competente y motivado – Asociado a la capacitación y las condiciones laborales.
  • Recursos físicos: asociados a los espacios para el nacimiento y el equipamiento disponible.

De acuerdo con estas directrices estos dos factores serían el soporte para lograr las 9 recomendaciones.

Afortunadamente sabemos que hoy muchas escuelas de obstetricia han incorporado materias, docentes y contenidos asociados a la atención respetuosa, basada en evidencia; sin embargo, los lineamientos para el diseño de espacios de nacimiento no han sido actualizados en los últimos años. ¿Seguiremos diseñando y evaluando nuestro sistema de salud solo en base al resultado obstétrico de niño vivo/sano de los años 30?  ¿Cuántos de nuestros hospitales en construcción consideran un estándar específico para dar lugar a la experiencia positiva en el parto? ¿Cuáles son estos estándares y qué niveles de aceptación tienen en otras regiones del mundo?

En una próxima edición compartiremos algunas ideas respecto del diseño de los espacios para el parto.

[1] Se refiere a los cuidados en tormo al nacimiento.

[2] Historia Social de la salud pública, Chile 1880-1973, Maria Angélica Illanes Oliva.

[3] https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.DYN.IMRT.IN

[4] Castañeda M, Patricia, & Salamé C, Ana María. (2015). 50 años de planificación familiar en Chile, 1965-2015: Experiencias de las primeras generaciones de mujeres urbanas usuarias del programa. Revista chilena de obstetricia y ginecología80(3), 208-214. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-75262015000300002

[5] https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/272435/WHO-RHR-18.12-spa.pdf?sequence=1