Por:
Lorena Díaz Gálvez
Licenciada en Psicología. Universidad de Santiago.
Vicente Atenas Galleguillos
Licenciado en Psicología. Universidad de Santiago.
Pensemos lo siguiente: muchos caminamos, cotidianamente, por las calles de Santiago de Chile, una ciudad que ha tenido constantes y vertiginosos cambios desde hace un par de décadas. Podemos observar cómo los altos edificios, especialmente en la zona céntrica y algunas partes periféricas de esta metrópolis, se han apoderado de la visión capitalina. Imaginemos que, dentro de aquellos espacios, les niñes y adolescentes no solo viven y juegan, sino que también exploran, diseñan y transforman. ¿Es esto posible?
Hace unos meses se presentó la nueva Política Nacional de la Niñez y la Infancia 2024-2032 del Gobierno de Chile, la cual destaca la necesidad de aumentar la disponibilidad de espacios adecuados y seguros para los niñes y adolescentes y de mejorar las condiciones medioambientales de los distintos territorios. Pero esta visión parece lejana; las ciudades, moldeadas en gran parte por lógicas adultocéntricas, parecen diseñadas para que les niñes y adolescentes se desplacen con rapidez y eviten permanecer en distintos lugares más allá de lo permitido por los adultos; otras veces, les relegan a lugares restringidos definidos como propiamente “infantiles” (los parques de juego, los centros de recreación pagados y otros).
De este modo, los espacios urbanos no responden, muchas veces, a las necesidades y deseos de les niñes y adolescentes, además de invisibilizar su capacidad de agencia y creatividad. Por ejemplo, los diseños urbanos que priorizan infraestructuras como autopistas o malls suelen excluir espacios destinados a actividades recreativas infantiles, dejando pocos lugares seguros para el juego y la exploración. La concentración de infraestructura en zonas centrales agrava las desigualdades; en zonas periféricas, les niñes y adolescentes tienen escasa posibilidad de acceder a áreas verdes y los parques son escasos o inseguros, lo que restringe sus oportunidades recreativas y fomenta la segregación social. Un cambio estructural podría incluir la implementación de zonas multifuncionales, como plazas comunitarias que integren elementos para el juego creativo, espacios verdes y rutas seguras para el desplazamiento, diseñadas en consulta con las comunidades locales.
Para las Geografías de la Infancia y los Estudios Sociales de la Infancia, los usos de las ciudades influyen directamente en la identidad y dinámicas de poder relativas a la edad, la clase social y la ubicación geográfica (Kullman, 2014). Les niñes y adolescentes, en tanto sujetos sociales, están espacialmente constituidos, y su constante vinculación con los lugares genera una reformulación de su posición social y su identidad, en función de las jerarquías socioculturales que las rodean (Templeton, 2018).
En cuanto a los usos de los espacios urbanos, podemos distinguir entre aquellos instrumentales y aquellos recreativos. Los usos instrumentales responden a un orden práctico y funcional, que permite responder a las necesidades de la vida cotidiana, como desplazarse entre uno y otro sitio, estudiar o realizar compras. El uso recreativo, por su parte, está en el orden del juego, el placer, la exploración del entorno y la sociabilidad entre pares. Ambos usos, cabe destacar, están particularmente influidos por las condiciones de regulación y vigilancia; incluso en espacios aparentemente libres, como las plazas, las normas impuestas por los adultos determinan qué actividades están permitidas y cuáles no, lo que limita las posibilidades de exploración espontánea para los niños, niñas y adolescentes.
En ciudades como São Paulo, les niñes aprovechan los trayectos escolares para jugar y conversar entre ellos, transformando las calles en espacios de interacción social espontánea (da Silva y da Silva, 2021). Asimismo, en Santiago de Chile, algunos niñes de edificios de alta densidad han adaptado jardineras y espacios de estacionamiento de los edificios para actividades recreativas, como charlar o jugar fútbol, lo que evidencia cómo reinterpretan el entorno urbano (Reyes-Bahamondes y Cornejo-Díaz, 2022). Lo recreacional se percibe como un facilitador a la acción más autónoma y creativa de les niñes y adolescentes y permite generar, mediado por los pares, roles, límites y otras modalidades de regulación ante la acción.
Estos usos –instrumental y recreacional- no tienen una correspondencia rígida con los lugares: a un mismo espacio, es habitual que los adultos le asignen un sentido instrumental y convencional, mientras que los niños tiendan a subvertir estas determinaciones, desestructurando su sentido habitual y dándoles un carácter lúdico y social (Lopes y Fichtner, 2018). Por ejemplo, cerca de los rieles del tren en Santiago, existen placillas y espacios baldíos que les niñes utilizan para jugar deportes o para juntarse en la tarde, delimitando el espacio entre la “orilla del tren” y el espacio “libre”, con el “ojo” supervisor de los cuidadores, quienes advierten el peligro del paso del tren, lo que refleja la tensión entre regulación y libertad.
Vemos, así, que los usos instrumentales y lúdicos no son necesariamente excluyentes entre sí, sino que pueden complementarse, en tanto formas de interactuar con la ciudad, que a veces incluyen también a los padres. Bourke (2014), por ejemplo, plantea que, en los trayectos en vehículo y en las caminatas que realizan les niñes y adolescentes entre la casa y la escuela, el camino puede transformarse en un espacio de exploración y recreación, en función de las oportunidades y los límites de autonomía que se expresen de modo contingente.
Cuando nosotros éramos escolares, por ejemplo, viajábamos en metro de regreso de la escuela a la casa, uno de nuestros juegos era evitar que un compañero se bajara pronto en la estación que le correspondía, para lograr que nos acompañara más allá, a los que vivíamos más lejos. Al principio experimentada como una práctica desagradable por aquel o aquella impedida de bajarse, al poco tiempo se fue convirtiendo en una costumbre aceptada con alegría y acompañada de otros chistes y juegos. De este modo, los momentos pasados en el metro se volvían para todos, el momento más entretenido del día.
La creciente preocupación por la seguridad, así como los fenómenos de desigualdad y concentración demográfica, motivan un creciente encierro de les niñes y adolescentes en sus hogares o un uso muy restringido e híper vigilado de los espacios públicos. Esto se traduce en una limitación significativa de sus oportunidades para el juego y la exploración, esenciales para su desarrollo integral. En ese escenario, se vuelve imprescindible la puesta en juego de políticas urbanas inclusivas de niñes y adolescentes, que faciliten la exploración espacial, sean capaces de sostener usos múltiples, y favorezcan la socialidad y el juego distendido. Los adultos debemos no solo percibir estas necesidades, sino trabajar activamente para fomentarlas, en función de construir ciudades más democráticas y nuevos modos de vinculación entre adultos y niñes.
Referencias:
Bourke, J. (2014). “No Messing Allowed”: The Enactment of Childhood in Urban Public Space from the Perspective of the Child. Children, Youth and Environments, 24(1), 25.
da Silva, J. B., & da Silva, A. P. S. (2021). Ciudad, infancia y psicología ambiental: Estudio de Caso al interior del Estado São Paulo/Brasil. Revistarquis, 10(2), 172-198.
Kullman, K. (2014). Children, urban care, and everyday pavements. Environment and Planning A, 46(12), 2864-2880.
Lopes, J. J. M. y Fichtner, B. (2018). El espacio de vida de los niños: contribuciones de los estudios de Marta Muchow a los niños y sus especialidades. En Diferentes geografías de la infancia: experiencias y vivencias investigativas en Latinoamérica: Tomo 2: Territorios usados por los niños y reelaborados. (pp.15-37). Areandina.
Reyes-Bahamondes, J., & Cornejo-Díaz, D. (2022). Prácticas espaciales de infancias en edificio de gran altura y densidad habitacional. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 20(1), 92-122.
Templeton, T. N. (2018). “That street is taking us to home”: young children’s photographs of public spaces. Children’s Geographies, 1–15. doi:10.1080/14733285.2018.1550573