Descentrados Chile

Economías en favor del flujo de la Vida

Fotografía: Andrey

Por Gonzalo Silva Urbina
Red Economías Territoriales – Walmapu
Red de promoción de la Economía Social Solidaria – RIPESS

Es curioso que parte importante de las discusiones que se dan en nuestra sociedad referidas al fenómeno ‘económico’, giran en torno al aspecto ‘monetario’ de un ‘desarrollo’ a cargo de un “empresariado” que lo anhela y del agente gobernante que lo cuida.

En tal frase se pueden distinguir tres dimensiones, las cuales son cada vez más urgente poner en el centro de un debate acerca del futuro que se requiere para el vivir, o para el ‘buen vivir’ en la perspectiva que lo expresan los pueblos cercanos a la tierra.

Una dimensión es aquella relacionada a las dinámicas que sostienen los flujos de la vida y que no son monetarias, pero que han operado desde siempre en el funcionamiento cotidiano que ha permitido atender las necesidades.

Otra es la acción económica del sector social, de la ciudadanía, que en claves de colaboración y de cooperación le permite enfrentar los desafíos comunes y establecer mecanismos de protección social.

Y la tercera dimensión es el grado de pertenencia y participación organizacional de las personas en vista a la acción autónoma y consciente, en pro de la soberanía territorial, ahí donde se habita.

Sujetos cuya creencia casi religiosa en una pseudo-economía que no sabe cuidar la vida, que se tornan dependiente de ‘otros’ que toman las decisiones por ellos, y que al mismo tiempo han aprendido a actuar desde un individualismo competitivo, reflejan la trampa de la que no se avizora salida.

Es una perfecta fórmula de alienación y de perfecto control: Trabajo y trabajadores que no piensan ni deciden el objeto o servicio que producen. Consumidores que aplauden la diversidad de cosas que enferman su cuerpo, su mente y su bolsillo. Y la falsa comodidad de un aislamiento egocentrista que hace sentir miedo, debilidad y vacío.

Se está hablando de un círculo vicioso que solo deja espacio para inescrupulosos negociantes, para inoperantes funcionarios y carteles neogobernantes del vecindario.

Durante este año 2024 la red universitaria de economía social y solidaria (RUESS Chile) organizó un congreso cuyos ejes fueron justamente estas dimensiones a las que aquí se busca apelar: políticas económicas responsables que cuiden vida, trabajo asociativo en colaboración y acción ciudadana consciente que restaure circuitos económicos que garanticen soberanía sobre sus territorios.

Hay muchas y variadas prácticas económicas que reflejan la realidad de tales modos de economía, o mejor dicho que reflejan la existencia de opciones de futuro tanto para el espacio local como para el mundo común. Tales prácticas hablan justamente de cuidado, de acción colectiva y de consciencia. Pero no son aquellas que promociona el sistema del lucro mercantil, ni el de la política sin base social. Las primeras dan cuenta de modos de producción sanos, de intercambio justo y de consumo consciente y organizado. Las segundas de explotación de recursos, de consumismo hedonista y de endeudamiento esclavizante.

Desde las redes del sur hay claridad que se está en el curso de la vida, que quienes van contra corriente son empresas e individuos que desde sus poderes controlan, asfixian y contaminan el fluir de aguas, semillas y alimentos. Pero también hay claridad de las claves que permiten restaurar economías de liberación, desde la acción asociativa autogestionada y desde la restauración de circuitos de economía solidaria territorial.

Queda entonces la urgencia de recuperar cultura colaborativa y políticas que fortalezcan los tejidos económicos liderados por la ciudadanía organizada. El cálculo no es problema de sustentabilidad de las inversiones externas, ni de inteligencia de aparatos electrónicos sino de la responsabilidad de quienes habitan los territorios y de la articulación de procesos de trabajo que cuide y garantice vida.