Descentrados Chile

Hablemos de economías: ¿estamos preparados para la policrisis?

Fotografía: "Paisaje apocalíptico" de Ludwig Meidner".

Por Nicolás Gómez Núñez

Profesor Asociado Regular en la Escuela de Sociología, Facultad de Economía, Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central de Chile.

 

El escenario donde varias crisis en diferentes sistemas se entrelazan permitiendo la degradación de las condiciones de reproducción de la vida, ha sido denominado por Morin y Kern (1999) como policrisis. 

Por ejemplo, el COVID-19 fue una catástrofe que desarticuló a las organizaciones que reproducen la convivencia, por eso la experimentamos como fractura y fragmentaciones de la vida cotidiana (Butler, 2023). Otro resultado de esa policrisis fue el habernos dado cuenta que las personas habitualmente experimentan la exclusión del ejercicio de sus derechos a participar en el diseño de las políticas económicas locales, o sea, no tienen ciudadanía económica. 

Los estudios sobre las formas en que los individuos responden a los problemas que los aquejan se han orientado a indagar en la manera en que se construye una comunidad cívica, esos ejercicios han subrayado la relevancia de la variedad de organizaciones civiles que se encuentran cooperando en redes densas (Etzioni, 1968; Sennett, 1996). Otra perspectiva ha buscado describir los movimientos sociales para comprender desde dónde y cómo los recursos son producidos y apropiados.

Los estudios también señalan que las personas administran la ayuda mutua mediante la creación de colectivos, producen mundos imaginados (Apparudai, 2001), red de ciudadanos codecisores (Letelier, et.al., 2016) o experiencias reticulares de solidaridad (Stang, 2021), donde las personas unen los trabajos de reproducción con los de producción (Loh & Shera, 2022; Sitrin, 2023). 

También la policrisis es una posibilidad de lo público, y puede ser transformada mediante la creatividad política (Pena-Vega, 2024) que fomenta innovaciones en las relaciones entre las organizaciones de la comunidad cívica. Sin embargo, esta forma de trabajo de imaginación requiere que las redes que cuidan el bienestar colectivo ejerzan sus capacidades de agencia, o sea, deben saber coexistir con clientelas locales de los partidos políticos (Scott,1972) y con otras organizaciones que tienen lógicas capitalocéntricas (Vieta & Heras, 2022; Wuyts, 2024).

Según los estudios de Frederiksen (2024) y Puschner (2024), el deterioro de los ecosistemas trae más consecuencias negativas cuando las personas y sus comunidades tienen poca o ninguna capacidad para participar en el diseño de las estructuras de gobernanza, debido a que las sanciones y las normas no tienen legitimidad a nivel local. 

Podríamos agregar que la Super Intendencia de Medioambiente ha informado que la Región Metropolitana de Santiago se ubica en el primer lugar de aplicación de sanciones medioambientales a nivel nacional (28%), las cuales fueron el doble a partir de 2018, y se aplicaron al sector: minero, vivienda e inmobiliaria, transporte, saneamiento ambiental, equipamiento, agroindustria e instalación fabril. Por otro lado, Yáñez et.al (2023) han observado que la inseguridad alimentaria en Chile aumentó 4%, entre 2017 y 2022. En la Región Metropolitana esa alza pasó desde el 18% al 22%. 

Además, algunas comunidades de la Región Metropolitana de Santiago, al igual que lo que sucede en otros países de la región, reciben a las personas en situación de migración por diáspora, al mismo tiempo que no han terminado de solucionar la irregular distribución de insumos para la producción de bienes y servicios, o la baja calidad de los servicios públicos, especialmente educacionales (Frei, et.al.2020; Madriaga-Parra & Gissi-Barbieri, 2025). 

 

Hablemos de economías: producir ciudadanías 

La construcción de ciudadanías se despliega mediante las políticas del Estado que fomentan las actividades productivas y comerciales de las microempresas, las cuales también pueden ser revisadas como vías de movilidad social para las personas de bajos ingresos. Pero, también, una empresa con fines de lucro fabrica ciudadanías cuando sus equipos administran donaciones y auspicios, y ponen en marcha un ecosistema corporativo (Caber, et.al. 2023), donde se diseñan e implementan innovaciones que acortan las desigualdades mediante respuestas a los problemas que deterioran la calidad de vida de los grupos vulnerables. 

Esta última dinámica es parte del argumento de Sassen (2010) sobre el proceso de globalización en el siglo XXI. Sassen ha observado que desde 1980, ha aumentado la cantidad de agentes privados que crean normas y reglamentos para administrar dominios que antes eran exclusivos de los gobiernos. Apparudai (2001) también comparte que la construcción de ciudadanías es una realización de técnicas en interacciones que inscriben y permiten el ejercicio de los derechos y deberes. Por ejemplo, de esa forma también se crea el ágora y la asamblea, como encuentros de las personas que escuchan a los demás, reflexionan y deliberan. En tiempos de Pandemia, fue en ese tipo de encuentros donde se desplegó una lógica comunitaria (Spade, 2020; Vivanco & Yuan,2020; Tironi, et., al. 2023).

Pero para que un individuo o una organización llegue a transformarse en actriz o actor, requiere de condiciones de empoderamiento (Salinas & Vallejo, 2024). La tolerancia de la diferencia, en ese sentido, juega un papel central (Bauman, 2010). Entonces, la política pública puede reconocer las dimensiones específicas de la administración de las organizaciones y definir funciones que empalmen con las condiciones del contexto local. Gracias a lo cual, es el Estado el que provee de un marco para realizar una estrategia de empoderamiento (Zimmerman, 2000).

Por su parte, hay un empoderamiento que sucede gracias a las técnicas de las interacciones entre los grupos y organizaciones que llevan a cabo una red que cuida el bienestar colectivo, y gracias a lo cual los involucrados descubren las capacidades colectivas, por ejemplo: se reapropian de lo social, reducen la sensación de extrañamiento porque desenvuelve acciones públicas que recuperan el trabajo, acceden a recursos comunitarios y entregan los medios para ejercer la participación vinculante. Aquí cabe emplear la noción de empoderamiento comunitario para explica ese desarrollo local que es capaz de contrarrestar los impactos negativos que se originan fuera de la comunidad de cuyo desarrollo se trata (Mia, et.al, 2024). 

Así, la construcción de ciudadanías en contextos de policrisis conlleva, por un lado, trabajo para crear bienes y servicios socialmente útiles y vitales (Antunes, 2024) y, por otro lado, una racionalidad económica orientada a reproducir la vida de las unidades familiares y, en términos generales, a mantener la domesticidad. 

 

Referencias:

Antunes, Ricardo (2024)” La trilogía del trabajo Valor, (des)valor y plusvalía en la era de la desantropomorfización”, en José Tavares-dos-Santos (ed) Sociología crítica cosmopolita. Trayectorias, diálogos y figuraciones, Buenos Aires: Tomo y CLACSO. pp.685-840

Apparudai, Arjun (2001) La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización, Montevideo: Trilce y Fondo de Cultura Económica.

Bauman, Zygmunt (2010) La globalización. Consecuencias humanas, México D. F.: Fondo de Cultura Económica.

Caber, M., Albayrak, T., Karasakal, S. y González-Rodríguez, MR (2023). Desarrollo de la ciudadanía del cliente mediante la calidad de las aplicaciones móviles: el papel mediador de la experiencia de flujo y la interacción del cliente. Current Issues in Tourism, 27 (18), 2918–2933. https://doi.org/10.1080/13683500.2023.2241606

Etzioni, A (1968) The active society. A Theory of Societal and Political Processes, New York: Macmillan.

Frederiksen, T. (2024). Subjectivity and space on extractive frontiers: Materiality, accumulation and politics. Geoforum, 148, 103915.

Frei, Raimundo, Juan Carlos Castillo, Rodrigo Herrera, y José Ignacio Suárez. 2020. ¿Fruto del esfuerzo? Los cambios en las atribuciones sobre pobreza y riqueza en Chile entre 1996 y 2015. Latin American Research Review 55(3), pp. 477–495. DOI: https://doi.org/10.25222/larr.464

Letelier, F., Micheletti, S., y Vanhulst, J. (2016) “Prácticas instituyentes en el espacio vecinal: el barrio como un común”. Polis, Revista Latinoamericana, Volumen 15, Nº 45, 2016, p. 105-119.

Loh y Shera, (2022) Fight and build: solidarity economy as ontological politics. Sustainability Science. 17:1207–1221. https://doi.org/10.1007/s11625-022-01165-4

Madriaga-Parra, Lissette y Nicolás Gissi-Barbieri.  2025. “Migración haitiana de tránsito: la ruta migratoria por Santiago de Chile y la aspiración de llegar hacia el norte global”.  Antípoda.  Revista de Antropología y Arqueología 58:  155-178.  https://doi.org/10.7440/ antipoda58.2025.07

Mia, N., Mani, L., Rahman, M., Noor, U. and Hossain, R. (2024) Gravitating towards Community based tourism (CBT): Community empowerment and reducing poverty in tourism sector development in Bangladesh. International Journal of Religion, Vol.5, N° 6, pp. 848 – 864. DOI: https://doi.org/10.61707/e1zchv24

Morin, E. y Kern, A. B., (1999) Homeland Earth: A Manifesto for the New Millennium. Advances in Systems Theory, Complexity, and the Human Sciences, Cresskill, Hampton Press.

Butler, J (2023) ¿Qué mundo es este? Fenomenología y pandemia, Santiago: Taurus.

Pena-Vega, Alfredo (2024) “Complejidades de una policrisis global”, en José Tavares-dos-Santos (ed) Sociología crítica cosmopolita. Trayectorias, diálogos y figuraciones, buenos Aires: Tomo y CLACSO. pp.811-840.

Puschner, S. M. C. (2024). Bread for today, hunger for tomorrow. Social impacts of community development agreements in the North of Chile. The Extractive Industries and Society, 18, 101448.

Salinas, J. & Vallejo, D (2024). Inteligencia Artificial y Comunicación Digital: Herramientas Clave para el Empoderamiento Comunitario. Revista Social Fronteriza, 4(5), e45454. https://doi.org/10.59814/resofro.2024.4(5)455

Sassen, Saskia (2010) Territorio, autoridad y derechos. De los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales, Madrid: Katz.

Scott, James (1972). “Patron-client politics and political change in Southeast Asia”. En American political science review, número 66, 1972, 91-113.

Sennett, R. (1996) Uses of Disorder: Personal Identity and City Life, Londres, Faber & Faber.

Sitrin, M. (2023) “Commoning in a Pandemic”, in The Commoner. Recuperador de https://thecommoner.org/commoning-in-a-pandemic/

Spade, D. (2020) Solidarity Not Charity: Mutual Aid for Mobilization and Survival. Social Text 1 March 2020; 38 (1 (142)): 131–151. doi: https://doi.org/10.1215/01642472-7971139

Stang, M. (2021) “De experiencias de solidaridad a la politización en la precariedad: mujeres migrantes y organización social en tiempos de “estallido” y pandemia”, Revista Polis, V.20, n60.

Tironi, M., Vivanco, T. & Mollenhauer, K. (2023). “Hacia un diseño distribuido en escenarios de crisis. Fricciones y futuros de los colectivos de la fabricación digital en Chile. Revista 180, (52), (89-101). http://dx.doi.org/10.32995/rev180.Num-52.(2023).art-1098.

Vieta, M & Heras, A, (2022) Organizational solidarity in practice in Bolivia and Argentina: Building coalitions of resistance and creativity, Organization, Volume 29, Issue 2, March 2022, Pages 271-294, https://doi.org/10.1177/13505084211066813

Vivanco, T. & Yuan, P. (2020) Digital Rurbanization: decolonizing Fab Labs. The case study of Fab Lab Austral in Puerto Williams, Chile. 

Wuyts, W. (2024). The weed, asbestos pipe and disposable tree: unmuting multispecies Flemish and Norwegian circular site stories for diverse circular economies. Cambridge Journal of Regions, Economy and Society, 17(3), 733-750.

Zimmerman, M. (2000) “Empowerment theory. Psychological, organizational and community levels of analysis”, in Julian Rappaport, and Edward Seidman (Ed.) Handbook of community Psychology, New York: Plenum. (p.43-63)