Descentrados Chile

¿Qué desafíos enfrenta la educación antirracista en Chile?

Fotografía: Pinterest

Por Andrea Riedemann

Investigadora principal MRACE

 

Si tenemos en consideración que en la mayoría de los países los sistemas educativos tienen como meta formar a las nuevas generaciones de tal modo que éstas sean funcionales a las sociedades en las que dichos sistemas se encuentran insertos – y que, por lo tanto, apuntan más bien a mantener y reproducir el orden existente – lo cierto es que el anhelo de lograr una educación transformadora definitivamente se enfrenta a un desafío enorme. Pero la magnitud de ese desafío no altera nuestra convicción acerca de que la educación chilena necesita transformarse en varios aspectos para avanzar hacia una educación de calidad y justa para todos. Uno de esos desafíos es el de incorporar contenidos vinculados a una educación antirracista, la que puede ser definida como un tipo de educación que apunta a transmitir conocimientos y habilidades que previenen la xenofobia y otras violencias asociadas al racismo. 

Aunque sea una afirmación incómoda, sostenemos que el racismo está presente, en mayor o menor medida, en todos los países que tienen un pasado colonial. Tal es el caso, de hecho, no solamente de Chile, sino que de toda América Latina y el Caribe. Si bien en esta región los regímenes coloniales concluyeron, en su mayoría, durante el siglo 19, el pensamiento colonial sigue vigente. Esto significa, entre otros aspectos, que las jerarquías sociales que los regímenes coloniales establecieron (y que puede resumirse en la idea de que sería legítimo que las personas europeas y sus descendientes gocen de mayores privilegios que las personas indígenas o negras) siguen determinando, hasta el día de hoy, las oportunidades desiguales que las sociedades ofrecen a sus miembros, el (mal) trato que los más privilegiados dan frecuentemente a los menos privilegiados, y un sinfín de violencias a las que se ven expuestas las personas que son consideradas como pertenecientes a minorías raciales. El pensamiento colonial ha llevado a que el racismo sea una presencia transversal en las sociedades latinoamericanas. A ello se refiere el sociólogo Eduardo Bonilla-Silva cuando dice que estas sociedades representan “sistemas sociales racializados”: todas ellas son estructuras sociales en las cuales lo racial juega un rol fundamental en la distribución de los recursos y privilegios. Aunque resulte difícil de aceptar, podemos afirmar entonces que el racismo está presente también en el sistema educativo chileno. ¿Y qué desafíos específicos enfrenta en Chile una iniciativa educativa que quiere transformar aquello? Una serie de investigaciones, conversaciones y observaciones nos han permitido identificar al menos cuatro desafíos para implementar una educación antirracista en escuelas y liceos de Chile.

Yendo de lo más general a lo más particular, habría que decir en primer lugar, que no existe en el país una política pública con foco en la educación antirracista, por lo que, hasta la fecha, las comunidades escolares interesadas en hacer esta transformación deben recurrir a las iniciativas autogestionadas, sin tener asegurada la sistematicidad y continuidad de esos esfuerzos. 

En segundo lugar, algunos directivos – aunque no niegan que en Chile han ocurrido situaciones evidentes de racismo – opinan que ésta es una realidad que no se da en el establecimiento que dirigen, dificultando así la instalación de la temática. Hemos observado que esto se podría deber a una comprensión parcial o equívoca de lo que es el racismo y el antirracismo. Por ejemplo, hemos sostenido conversaciones con actores escolares que piensan que ser buenas personas los libera automáticamente de la posibilidad de actuar racistamente – desconociendo que, en línea con el pensamiento colonial, en Chile hemos aprendido, de manera formal o informal, a discriminar racistamente. En otros casos, estos actores entienden por racismo sólo sus expresiones más violentas, tales como los asesinatos de motivación racista – desconociendo que existe también un racismo cotidiano, mucho más sutil, y un racismo cultural, que no se enfoca ya en las diferencias biológicas o fenotípicas. En otros casos más, los actores escolares consideran que el racismo está representado por el trato hostil que algunos alumnos extranjeros dan a sus pares chilenos – desconociendo que para ejercer racismo es necesario encontrarse en una situación de poder. 

En tercer lugar, la formación docente ofrecida en las universidades – tanto la inicial como la continua – no incluye, o incluye de manera muy preliminar, la temática del (anti)racismo, por lo que las y los docentes que han desarrollado esta sensibilidad deben recurrir mayoritariamente a la autoformación. Hemos observado que, en ocasiones, la autoformación puede conllevar ciertas apreciaciones erradas, como por ejemplo la consideración de que el racismo es como cualquier otro tipo de bullying, por lo que sería suficiente que fuera abordado por los protocolos y los equipos de convivencia escolar.

Finalmente, y si bien ya existe un cierto cúmulo de investigaciones sobre racismo y antirracismo en los establecimientos educativos chilenos, aún falta investigar más acerca de las expresiones que asume el racismo en el sistema educativo y las resistencias que se generan para aceptar su existencia. Sólo así se podrán diseñar estrategias antirracistas pertinentes: el racismo es particular a cada tiempo y espacio, por lo que la educación antirracista también debe serlo. Justamente con el fin de seguir investigando sobre esta problemática nació el proyecto MRACE, un Núcleo Milenio financiado por ANID hasta septiembre de 2027. Les invitamos a seguir nuestras actividades en www.mrace.cl y en redes sociales, y a hacerse parte de ellas.