Por Paulina Ibieta Cruz[i]
No conozco las nuevas reglas
a mí me hablaron de Dios
-nunca lo amé más que a mis padres
y Él lo sabía todo-
Fui una buena mascota
leal y sumisa
Una vez cuando cachorra
me rumió un perro viejo
y me quedé calladita
porque Papá me hizo cariño
confiaba en su Voluntad
Cuando me perdía iba a buscarme
y me llevaba sobre sus hombros
de vuelta al redil
Me eligieron mejor compañera
presidenta de curso
y cuando me hicieron bullying
recé como nunca
una vez creí que levitaba
Me volví una chica retraída y santa
amiga de los niños que pedían limosna
los invitaba a tomar once
porque yo también era mendiga en mis oraciones
Me enseñaron eso de los sacrificios
y empecé a darle mi hambre a Dios
hasta que el hambre empezó a acabarse
y descubrí mi cuerpo
deliciosamente liviano
dejé de sangrar cada mes
sentí algo parecido a la libertad
Devine un dulce esqueleto solitario
Lo mejor del psiquiatra donde me llevaron
fue lo lindo que me miraba
le parecía interesante mi vida
como a Dios
como a nadie
supo escuchar la música secreta
Un día me hice un tajo
después muchos más
La partitura abierta en mi piel
se tornó ilegible
y la música chorreaba sagrada
Iba a misa de vez en cuando
borracha en la vía pública
fumaba como respirar
me rapé la cabeza
me preguntaron y tú te masturbas
cómo se hace
Papá no lo aprueba
por eso me persignaba antes
no fuera a ser posesa por demonios
Poco a poco mi lana
fue tornándose oscura
debió haberse ido chamuscando
en el fuego del infierno, dirían
Pero Dios, mi Dios
me tenía siempre consigo
y en las calles de la ciudad
podía ver ángeles
mis amigos eran ángeles ebrios y caídos
con todo mi corazón doy fe de ello
No lo sabían, asustados, tristes, sedientos de amor
suelen llamarlo violencia, desidia, falta de compromiso
Tras el muro de las palabras
se encuentran las niñas y niños del mundo
arrollados y famélicos
en pequeñas jaulas
Ahí no existe Dios
No el que me hablaron
un buen Dios, no cabe duda
Produjo muchos mártires
adoloridos y exultantes
Creo que también hubiese puesto
mi carne a la parrilla por Él
Aunque nunca fueron esas las reglas
y Herodes siguió matando infantes
Cristo no está ahí afuera
Jesús no puede si no crees
Yo le entregué mi vida una navidad
y ocurrió lo impensado
Ahora estoy en medio de la nada
y mi niña agoniza
No es culpa de Papá
son historias de niños huérfanos
Un sueño que se repetía en mi infancia
esperábamos en medio de la carretera
que vinieran a buscarnos nuestros padres
La trama que inventamos resultó perfecta
fue Él quien vino en gloria y majestad
incluso encarnó en una Virgen
y se hizo humano entre humanos
Fue necesario enjaular a los niños
cuando crecimos
porque a ellos no se les engaña
y es preciso encajar en el cuento
Los barrotes de mis costillas
se han endurecido
Qué hacer para estrecharte, mi niña
Puedo quebrar los huesos en un roquerío
o brincar desde un piso alto
No sé cómo se juega ahora.
[i] Mi nombre es Paulina Ibieta Cruz. Creí en el Dios cristiano tradicional por cuarenta y seis años, lo que definió el curso de mi vida. Me llevó a mirar con genuino interés a las personas distintas a lo que conocía en mi familia y en este “camino de la mirada” me fui alejando y encontrándome a mí diferente. Me empecé a dar cuenta que la lana que me cubría era negra, que lo de arriba era sólo el delantal blanco del colegio. Y me gustó. Seguí el curso y compartí mi vida con seres de distintos colores, como la bandera que hace ondear al arcoíris. Y mi enseñanza católica deliciosamente renegrida me hizo ir más allá: participé en grupos budistas tibetanos, taoístas, evangélicos, etcétera y me enamoraron las personas y pololeé con algunos, con algunas. Cuánta belleza pude ver gracias a Él. Fui su oveja negra y aunque rabiaba y le reclamaba, sé que me quería. Bueno, creo. El punto es que todo eso se cayó y me encontré con una sensación de orfandad demasiado vasta. Tengo cuarenta y seis años. No sé qué viene ahora, qué me va a chorrear por los dedos. Con quién me voy a quejar, a quién voy a increpar. No sé cómo diantres me voy a escribir. Publiqué dos libros gracias a la Beca de creación literaria del Fondo del libro y la lectura, el año 2005 y hace unos tres años volví a adjudicarme una de las mismas, pero no publiqué. Me gustaría volver a concretar algo, tengo varios proyectos guardados; pero por ahora paso. Ando de capa caída sin Dios, necesito averiguar de qué se trata la existencia y sentirme amada por… Chuta, por Algo más. Y retomar el “camino de las miradas” que es amar y parece bien cliché, pero es cierto.