Descentrados Chile

Independencia

Fotografía: Riata.org

Por Rubén Torres Ávila
Periodista y ex consejero del Regional Metropolitano del Colegio de Periodista de Chile.

 

—¿Qué te pasa? —consulta Alejandro al llegar a casa.

—Nada. ¿Por qué?

—Tu cara, Lucy, sólo tu cara. Con brillitos en los ojos, pero sonriente —precisó con un movimiento de hombros.

—Ah. Es que estuve en un homenaje y reparación. Bueno, esa es la intención, pero después de cincuenta años, nada se repara. Pero estuvo hermoso.

—Perdona, creo que me habías invitado. ¿De qué era?

—Una actividad vinculada a los titulares de la prensa en dictadura. La organizó el Colegio Metropolitano —cerró con un suspiro—. Estaban los familiares de ejecutados y desaparecidos que fueron denigrados por la prensa: La Segunda, La Tercera, Últimas Noticias y obvio, El Mercurio. Los mismos infames de hoy.

—Qué bien que vuelvas a participar del Colegio de Periodistas. Ahí nos conocimos.

—Sí esa parte fue buena —confesó con una sonrisa—. Pero el Movimiento por la Refundación del Colegio se quedó en nada.

—¿Cómo que en nada? Entiendo que ahora el colegio lo presiden mujeres, feministas, de izquierda y jóvenes. De ahí a que haya pluralismo informativo, que puedan conquistar financiamiento para medios comunitarios, o que el Estado le quite la torta de avisaje a las empresas, va a pasar tiempo y trabajo.

—¿Por qué dices el Estado y no el gobierno? Si ahora ustedes están en el gobierno. Y a los medios comunitarios e independientes nos persiguen, nos quitan equipos. ¡Sí tú sabes!… ¿Tienes hambre? Hay un guiso en el refri, y creo que una lata de cerveza.

—Gracias, prefiero un café, debo preparar un informe —dijo Alejandro junto con iniciar una rutina de sacarse la chaqueta, retirar el pote del refrigerador, verterlo en un plato, abrir el microondas y junto con activarlo, encender el hervidor y sacar su tazón preferido del estante—. Ya no tienes el brillito, y algo te queda de la sonrisa. Cuéntame más.

—Es que, dentro del horror, se conserva la ternura. Estaban familiares de Marta Ugarte, de Lumy Videla, y se les entregó las portadas de los infames diarios con los titulares corregidos. Saqué fotos, mira…

—“Estrangulan a hermosa joven” – “Mar devuelve a presa política”. ¡Uff! Si he visto ese titular de Últimas Noticias. ¡Pucha! No pude acompañarte, pero me alegro de que vuelvas al trabajo gremial con el colegio.

—No, Jano. Estoy bien con los medios independientes y comunitarios, y somos Asociación Gremial. Y la presidenta del Metropolitano es comunista, ¿qué independencia puede tener ante el gobierno?

—¡Hey! ¿Y cuál es la independencia de ustedes? ¿Ante qué o quiénes? —inquirió alzando las cejas y llevándose un bocado del guiso a la boca.

—Si lo sabes, independientes de los avisajes de los bancos, AFP, Isapres, laboratorios, las grandes tiendas, multinacionales y etc. que están en manos de los mismos. Y por supuesto del gobierno y de los municipios.

—Amor, pero si por años hemos perseguido que el gobierno no sólo transparente el avisaje del Estado, sino que lo distribuya a nivel territorial, regional y comunitario. O sea, que si a una radio comunitaria el estado le pasa financiamiento, que eso es lo que quieren… ¿O no?

—Sabes que sí, pero…

—Recuerda que el que pone la plata, pone la música. ¿Y no perderían independencia entonces?

—Por supuesto que no. Tú nos conoces. Es democratizar los contenidos de lo que se informa, lo que le llega a la gente.

—Lucy. Un compañero me contó, que el diario El Siglo participó en las reuniones de los medios alternativos a los grandes consorcios, y que finalmente no lo dejaron integrar la asociación gremial, por no ser independiente.

—Pero claro, si es el diario de un partido político, no es independiente.

—Y los medios comunitarios e… independientes —remarcó— ¿no son políticos? No opinan sobre realidad nacional, salarios, medioambiente, educación etc. Y ustedes están pidiendo una sede en comodato al ministerio de…

—Es distinto y lo sabes.

—La verdad, no. No creo que un diario con más de ochenta años, o un partido con más de ciento diez, cambien su línea editorial o política por recibir financiamiento del Estado. Justamente se trata de diversificar y dar pluralismo a la prensa —concluyó junto con el último sorbo de su café.

—Jano. No tengo ganas de discutir. ¿De verdad tienes que hacer ese informe?

—¿Por?

—Porque en vez de refundar lo que no podemos, podríamos refundirnos, e irnos a la cama. —Al proponerlo asomó a sus ojos un brillo distinto y una amplia sonrisa iluminó su rostro.

—¡Mmm! Me encantaría, mientras ninguno de nosotros pierda su independencia —respondió Alejandro tomándole las manos.