Por Eduardo Contreras Villablanca[1]
Antonio Skármeta, quien nos dejó el 15 de octubre de 2024, fue un escritor chileno que se destacó no solo por su prolífica producción literaria, sino también por su compromiso con la cultura y la memoria de su país. Nacido en Antofagasta el 7 de noviembre de 1940, Skármeta se formó en Filosofía y Teatro, lo que cimentó su pasión por las letras y las artes. Su trayectoria estuvo marcada por el exilio tras el Golpe Militar de 1973, periodo durante el cual vivió en Argentina y Alemania, donde desarrolló gran parte de su obra.
Su novela más emblemática, “Ardiente paciencia”, publicada en 1985 y más conocida como “El cartero de Neruda” (por su adaptación cinematográfica de 1994), es un testimonio del poder de la poesía y el amor en tiempos de represión. La historia del cartero que se convierte en amigo del poeta Pablo Neruda no solo captura la esencia del Chile de su tiempo, sino que también resuena con la universalidad del deseo humano por la conexión y la expresión. Esta obra fue adaptada al cine con gran éxito, llevando su narrativa a un público aún más amplio y consolidando su lugar en la literatura mundial.
Skármeta fue parte fundamental de la llamada generación del 60, un grupo de escritores que abordaron temas sociales y políticos con una prosa innovadora, entre ellos, además de Skármeta, tenemos a Poli Délano y Ariel Dorfman. El estilo de Skármeta se caracteriza por una mezcla de realismo y poesía, donde los personajes son profundamente humanos, enfrentando dilemas existenciales en contextos adversos. Otras obras significativas incluyen “El baile de la victoria”, que ganó el Premio Planeta en 2003, y “La chica del trombón”, entre muchas otras.
Luego del fin de la dictadura jugó un rol importante en el fomento y difusión de la literatura, a través de su programa “El show de los libros”.
A lo largo de su vida, recibió numerosos reconocimientos, incluyendo el Premio Nacional de Literatura en 2014, destacando su influencia en la literatura chilena e internacional. Además de su labor como narrador, Skármeta también incursionó en el mundo del guión cinematográfico y fue embajador de Chile en Alemania entre 2000 y 2003, donde continuó promoviendo la cultura chilena.
Su legado va más allá de sus libros; Antonio Skármeta fue un defensor incansable de los Derechos Humanos y un crítico agudo de las injusticias sociales. A través de sus historias, logró capturar las esperanzas y sufrimientos del pueblo chileno, convirtiéndose en una voz esencial para entender no solo la historia de Chile, sino también la condición humana.
Hoy recordamos a Antonio Skármeta no solo como un gran escritor, sino como un hombre comprometido con su tiempo y su gente. Su obra seguirá inspirando a generaciones futuras a explorar las profundidades del amor, la amistad y la lucha por la libertad. Su partida deja un vacío inmenso en el panorama literario, pero su voz perdurará a través de sus obras.
[1] Eduardo Contreras Villablanca: Nació en 1964 en Chillán, Chile. Vivió en el exilio entre 1973 y 1983. Estudió ingeniería en la Universidad de Chile y participó en el movimiento estudiantil contra la dictadura entre 1984 y 1990. Es profesor de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile desde 1996. Miembro del taller literario del escritor Poli Délano desde el año 2007. Luego de la muerte del maestro y escritor, en agosto del año 2017, asume la dirección de ese Taller, hasta la fecha. Es miembro de corporación “Letras de Chile”, y de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH). Ha publicado cuatro novelas (la más reciente Estación Yungay, en coautoría con Cecilia Aravena Zúñiga, Espora – Rhinoceros, 2020) y cuatro libros de cuentos (el más reciente ¿Veremos el sol mañana? Espora, 2024). Más de treinta de sus cuentos y otros tantos microcuentos han sido incluidos en diversas revistas y antologías. También publica reseñas y críticas de libros en revistas digitales y en el periódico electrónico El Mostrador.