Descentrados Chile

Desigualdad en Chile. Una mirada desde la bibliodiversidad

Fotografía: Designer491

Por Nicolás Gómez Núñez
Doctor en Ciencias Sociales (FLACSO), Mg. Desarrollo Humano (IDER-UFRO) y Lic. Sociología (UAHC). Profesor Asociado Regular a la Carrera de Sociología de las Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Central de Chile.

La desigualdad es una condición presente en todos los grupos, por lo mismo, marca las diferencias en y entre las organizaciones. Sin embargo, cuando muchas personas ponen esfuerzos, incluso sus vidas, a favor de que sus diferencias sean el resultado del desarrollo de sus capacidades y no el producto de las desventajas en el acceso a las oportunidades para el uso de esas capacidades, entonces estamos frente a una acción colectiva que realiza una totalidad histórica que puede ser nombrada como proceso civilizatorio.

Como usted se habrá dado cuenta, lo que continúa no es una descripción de las acciones concertadas que los grupos hacen para impedir el acceso a los medios que ayudan a mejorar la calidad de vida y a ser felices, si hubiera interés en ese ámbito de la desigualdad, el cual está ampliamente explicado para la sociedad chilena, es recomendable leer: “Autopsia. ¿De qué murió la élite?” de Alberto Mayol, la sistemática Sociología de las élites llevada a cabo por María Olivia Mönckeberg, mediante “El imperio del Opus Dei en Chile”, “El saqueo de los grupos económicos al estado chileno” y “La máquina para defraudar. Los casos Penta y Soquimich”; y aun cuando hay más de veinte informes de investigación que podrían agregar variables de cada esfera de la vida de Chile, termino la recomendación con “El gran experimento. Mercado y privatización de la educación chilena” de Cristian Bellei, y la actualización de “El Mapa de la extrema riqueza en Chile” que Hugo Fazio acaba de presentar este año.

Retomo. Estamos sosteniendo que el proceso civilizatorio es factible y se encuentra en las organizaciones que crean y ofrecen oportunidades, porque ponen en marcha sus capacidades “crematísticas” (Weber, 1991:230), y una de sus consecuencias es detener la “clausura social” (Wright, 2018:98) que ha impedido que las mayorías se apropien de las oportunidades resultantes de la matriz productiva nacional. Pero si esa consecuencia no fuese posible, esas capacidades logran crear mundos distintos, aparte, diferenciados y alejados de otras estrategias que aplacan el malestar (PNUD, 1998, 2012, 2017) derivado por habitar la parte de abajo de la desigualdad, por ejemplo: la ingesta de ansiolíticos, el consumo compulsivo, el abuso de bebidas alcohólicas o el uso de la violencia en la vida cotidiana.

Vamos al tema específico, nos referimos a la bibliodiversidad, ¿qué es eso? La bibliodiversidad es un ámbito de la cultura de una sociedad donde se encuentran los elementos usados para imaginar, soñar y proyectar, es decir, ahí están los resultados de los ejercicios que buscan conocer objetivamente la realidad mediante las ciencias y las filosofías, y también y especialmente los diferentes géneros que podemos anotar como: narrativo, lírico, dramático, didáctico y novela. Sin embargo, lo científico, lo filosófico y lo narrativo no agotan el espesor del campo de sentido que llamamos bibliodiversidad, porque también tenemos que considerar el habla popular que, por factores de cierre de clase, no ingresan a la educación formal (escuela, liceo y universidad) y menos al arte culto o al arte de vanguardia; pero que, de cuando en cuando, un poeta los captura y reubica en la antipoesía (Nicanor Parra), un escritor los hace crónica (Pedro Lemebel) o un equipo especializado los transcribe como reporte etnográfico (“Lavando la esperanza” (1986) del Taller de Acción Cultural, TAC). En estos ejemplos solamente hay escritura, el o la lectora se imaginará lo que puede haber en la bibliodiversidad cuando incorporamos los sonidos (véase el portal de música: Pueblo Nuevo.cl), olores, colores e imágenes en movimiento.

¿Qué papel cumple la bibliodiversidad en la vida de las personas? Respondamos desde lo utilitario: la persona podrá ingresar a una plaza laboral con una renta superior a dos sueldos mínimos, con ventajas especiales, o sea, alto prestigio en una posición social clara por ejemplo; y con una trayectoria laboral casi sin sobresaltos -y si hubo cesantía sería provocada por la elección de un lugar de trabajo entre varias posibilidades-, si y siempre si: ese individuo, transformado en persona es tratado como recurso humano forjado en una bibliodiversidad pesada, ancha, profunda, polifacética y multifuncional.

Leamos lo anterior desde otra perspectiva. Al haber menos bibliodiversidad se crean, fomentan y justifican los mecanismos de clausura que impiden a las mayorías acceder a las oportunidades para que hagan uso de sus capacidades. En ese estado de lo social se vuelven normales las prohibiciones por el color de la piel, los impedimentos para tal o cual matrimonio, se hacen presentes las exclusiones por género, se inicia el estigma por no pertenecer a esa religión, se aparta a las gentes por sus maneras, gestos y acentos al hablar. Goldthorpe (1987) estaría de acuerdo si señaláramos que, la reflexión de esas personas indica su habitar en clases diferentes, pero si sus trayectorias de vida son similares a las de sus antepasados porque su reflexión y conocimiento están articulados desde las vivencias de los mismos malestares e inconsistencias posicionales (Araujo y Martucelli, 2011), supondríamos que no es sólo un sistema de varias clases, sino que hay coexistencia de clases con castas cuya trayectoria se ha desplegado mediante estamentos.

Chile, entonces, estaría compuesto por estamentos que manejan los aparatos de reproducción, incluyendo la reproducción de la desigualdad porque son sus mecanismos de selección (Boudon, 1983), y tienen estrategias de reconversión cada vez que, por ejemplo, cambia el modelo económico; mientras que las mayorías serían personas que habitan trayectorias de clase que al padecer los cierres sociales buscan mejorar sus posiciones a través del sistema educacional. Sin embargo, esta cuestión es materia de otro diálogo en otra columna de opinión, sólo informamos que “(…) decreciendo en la jerarquía social se encuentran sistemas de valores precisamente asociados a las probabilidades decrecientes de pertenencia y de éxito en el sistema social” (Boudon, 1983:84).

¿Qué datos tenemos sobre la desigualdad en bibliodiversidad? Un ejemplo a modo de respuesta. En Chile los libros van al mercado con un Impuesto al Valor Agregado y se encuentran en 583 lugares ubicados en 36 ciudades según el “Estudio de Circulación y Difusión del Libro Chileno” realizado en 2017 por los Editores Independientes de Chile. Este dato se compone por las 190 bibliotecas que permiten acceso gratuito al libro, las cuales representan el 33% del total nacional de acceso al libro, y por las alternativas pagadas que se ubican en las 355 librerías (61% del total nacional de acceso al libro) y en los 38 supermercados (6.5% del total nacional de acceso al libro).

En la región Metropolitana de Santiago se concentra el 45% de todas las posibilidades de acceso gratuito al libro (86 bibliotecas), para la forma pagada se tiene el 45% de los supermercados (17 locales) y el 52% de las librerías (184 locales). El mismo estudio muestra que los vendedores de libros prefieren ubicarse en las comunas donde el poder de compra es alto, dejando en el abandono a las comunas de sectores medios y pobres (Editores Independientes de Chile, 2017:35).

En el mercado hay un tipo de productor de libros que valora la palabra “como una herramienta para la destrucción de prejuicios y para cambios socioconductuales (…) (agrega el entrevistado)  la investigación sobre la edición independiente que llevaban a cabo Lorena Fuentes, Pierina Ferretti, Felipe Casto y Rodrigo Ortega, lo que finalmente el 2015 La Cooperativa de Editores de La Furia publicó (…) Entre uno de sus muchos resultados, este estudio arrojó que el 52% de los editores encuestados no poseía contrato de trabajo, un 13% estaba bajo contrato de honorarios y un 6% tenía contrato indefinido. En otras palabras, estas cifras indican que la mayoría de los editores independientes no tiene salario, ni previsión social, ni cobertura de salud, ni seguro de cesantía, al menos no por ser editores” (Farías, 2019).

En condiciones desfavorables a la diversidad de contenidos y de acceso al libro, el desempeño de los editores puede ser entendido como prácticas que crean las posibilidades para que coexistan diferentes maneras para designar las cosas, su quehacer avala, acompaña, produce y distribuye contenidos inéditos y eficientes para agregar densidad a la bibliodiversidad. Gracias a lo cual, tenemos la posibilidad de aprender otras maneras de conocer el mundo.

Sin embargo, con estos apuntes no queremos decir que cada editor forme un sujeto histórico, más bien, actúan colectivamente para politizar el encuentro entre escritores y editores y entre los libros y los lectores. Así administran recursos que fijan rutinas, incluso en los últimos meses de este año hemos tenido la oportunidad de asistir a la Feria del Libro de las Ciencias Sociales en la comuna de Recoleta, a la Furia del Libro en la Estación Mapocho y a la Feria del Libro de la comuna de Macul.

Mientras leemos estos párrafos pasa el tiempo y quedan menos de ciento noventa días para la Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA 2023) que es organizada por la Cámara Chilena del Libro, y las preguntas son las mismas de siempre: ¿habrá que pagar la entrada?, ¿habrá que pagar estacionamiento?, ¿Habrá un trato diferenciado y preferente para las editoriales independientes?, ¿Habrán precios bajos, no superiores a los diez mil pesos, para que los estudiantes compren esos libros que sí quieren leer?; mientras emergen otras cuestiones, ¿El Estado chileno podrá gestionar junto a las editoriales independientes y organizaciones sin fines de lucro, un ciclo de ferias de libros en cada región de la República?, ¿El Estado chileno podrá gestionar junto a las editoriales independientes y organizaciones sin fines de lucro, una librería en cada una de las comunas con mayores tasas de violencia, cesantía, consumo de drogas y alcohol  y/o marginalidad?.

Referencias

Araujo, K. y Martuccelli, D. (2011) La inconsistencia posicional: un nuevo concepto sobre la estratificación social. Revista CEPAL. No.103.

Boudon, R. (1983) La desigualdad de oportunidades. La movilidad social en las sociedades industriales. Barcelona: Laia.

Editores Independientes de Chile 2017 Estudio de Circulación y Difusión del Libro Chileno. Santiago: Editores Independientes de Chile.

Farías, E. (2019) “El trabajo precarizado de la edición independiente, en El Desconcierto, 2019.

Goldthorpe, J. (1987) Social mobility and class structure in modern Britain. Oxford: Clarendon Press.

Programa de las Naciones Unidas Para el Desarrollo (PNUD), (2017) DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile. Santiago: PNUD.

—————- (2012) DESARROLLO HUMANO EN CHILE 2012. Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo. Santiago: PNUD.

————— (1998) DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998. Las paradojas de la modernización. Santiago: PNUD.

Weber, M. (1991) La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Puebla: Premiá S. A.

Wright, O (2018) Comprender las clases sociales, Madrid: AKAL.