Descentrados Chile

El impacto de la Economía en la Seguridad Social en Chile.

Fotografía: spanta.pajaros

Por Jorge Revueltas

Lo que encontrarán en este texto es más que todo una invitación a debatir, a conversar, a ampliar la reciente discusión sobre la Reforma Previsional anunciada hace unos días por el presidente Gabriel Boric. Y tal como él lo reconoce, se han hecho intentos de cambiar y mejorar el Sistema Previsional chileno en administraciones pasadas, añadiendo cada una de ellas una dimensión de acuerdo al contexto histórico, a sus proyectos que le precedieron y a los movimientos sociales o grupos de interés que han logrado instalar el tema durante estos últimos años. Acá encontrarán algunas ideas para reflexionar, un contrapeso al vertiginoso ritmo cortoplacista (limitado a esta forma debido a la duración de los Gobiernos), acá encontrarán lo que no hallarán en los espacios mediatizados y tecnocráticos, que informan someramente o derechamente manipulan – a penas- la información que entregan.

Comenzaré reflexionando sobre las complejidades interpretativas y organizativas que se produjeron con el triunfo del Rechazo en el Plebiscito del pasado 4 de septiembre. Es innegable una de las lecturas que nos indica este resultado. Parece necesario pensar en reformas más “mesuradas”, más a la “medida de lo posible” como indicó alguna vez uno de los presidentes que han desfilado por el ejecutivo desde el retorno a la Democracia, o tal vez, desde la transición hacia un régimen democrático (también dejo para ustedes esta como una interrogante a discutir). Al parecer, muchos leímos mal el escenario, pero nosotres les muches, no somos relevantes en ese sentido, el problema es que quienes toman decisiones no supieron entender las dependan de que, devinieron o tomaron más fuerza gracias al Estallido Social. La mayoría, democráticamente manifestó que quiere cambios, pero no extremos sino más bien apegándose a los cambios paulatinos y no drásticos. Como escuché alguna vez por ahí, en Chile las instituciones cambian, pero no tanto y lo hacen lento.

Las descripciones incorporadas están en un periodo de reacomodo, debido a futuras reformas, tal como la que recientemente planteó el gobierno concretar, la Reforma Previsional. Por lo tanto, tratamos con variaciones en las correlaciones de fuerza, así como heterodoxias del más variado tipo, pero si es posible (y siempre) tener una perspectiva con una base teórica para y de la praxis y desde ahí plantear las discusiones públicas con elementos políticos emancipadores, discutiendo también siempre qué entendemos por tal. Esa es la apuesta aquí presente.

¿Y cómo se relaciona esto con el desafío chileno de generar un sistema de Seguridad Social, que implique más justicia social y económica? Sin ir más lejos. Chile latinoamericanos que no está suscrito al acuerdo -mínimo esperable- de la Organización Internacional del Trabajo referente a la materia que nos convoca. El acuerdo 102, cual más que una mera meta a la cual aspirar, nos da un claro indicio de la situación a entender y a revertir, entendiendo la necesidad de que sea uno de los tantos tratados o acuerdos firmados por nuestro país.

Existe una clara disonancia entre el actual sistema frente a las necesidades de quienes habitan el territorio nacional y de alguna forma son parte de dicho sistema. Un sistema que no olvidemos fue impuesto durante una de las épocas más oscuras de nuestra historia. Un sistema cruel, injusto y que claramente no cumple con su objetivo, el tener una seguridad social eficaz, que cubra los requerimientos y el costo de la vida a la hora de dejar nuestra etapa laboral, pero lamentablemente la Dictadura, dentro de todas sus trabas, nos heredó un sistema fuertemente blindado para que no pueda tener cambios significativos.

De este modo se perdieron otros modos sistemas a menor de Seguridad Social a menor escala y por rubros, el ordenamiento que había conquistado el movimiento obrero, es decir, la Caja del Seguro Obrero Obligatorio y la Caja de Previsión de Empleados particulares, entre otras figuras, como sociedades de oficios y cooperativas.  Esto fue base para lo que el gobierno de la de Unidad Popular, liderado por Salvador Allende y el único intento de “Estado de Bienestar” que se quiso implementar en Latinoamérica, al menos dentro del marco institucional, en una manera molestamente pionera en cuanto a entender el Estado Social de Derecho. Tampoco podemos dejar de mencionar que el presidente Allende, propuso una salida política a la crisis de 1973. No obstante, en esta ocasión no nos ocuparemos de esto como tal, la historia después de aquello es ampliamente conocida por todos.

Antes de continuar planteando ideas, interrogantes y temas para reflexionar sobre  un Sistema de Seguridad (efectivo y acorde a nuestras necesidades socioeconómicas, es decir pertinente). Me detendré en dar algunos atisbos del origen de la Seguridad Social. En sus inicios, la Seguridad Social provenía de reformas institucionales a nivel político territorial, en la Prusia biskmarciana durante la segunda mitad del siglo XIX. También proviene del rol que tuvieron las mutuales y otras organizaciones afines, especialmente las obreras, alrededor del mundo.

Las 3 bases de este primer estadio de la Seguridad Social, biskmarciano, fueron el seguro contra el desempleo, un seguro ante accidentes y una ley jubilatoria y se basó en una recaudación a la fuerza de trabajo, es decir a la clase obrera (con un deliberado desinterés en la campesina) y por otro lado, a la burguesía a partir de una parte de la plusvalía, no al Estado y su presupuesto propiamente tal. De hecho, prácticamente ⅔ del financiamiento venía del bolsillo obrero.

Al venir de un orden fraccionario territorialmente (Confederación germánica) sustentado en una defensa de la unificación y modernización, de este modo, el Estado en sí prefería tener un rol más político, administrativo y regulatorio que uno donde este interviniera económicamente (a diferencia de la evolución de estos modelos en los después conocidos Estados de Bienestar).

Dichas limitaciones eran el resultado de ser más bien regímenes políticos, sin tener en cuenta  los valores ilustrados de las Revoluciones Democrático-liberales, las que ya se germinaban en continente europeo e incluso en las antiguas Colonias, o hacían eco de alguna forma, en sus procesos independentistas, en muchos casos ya consolidados. No fue hasta inicios del siglo XX, en Reino Unido que comienzan a darse los primeros pasos conducentes a Estado de Bienestar, hablo del Modelo Beveridge.

Para concluir esta parte, se observan entonces dos ideas sobre el ordenamiento económico -al menos del que muchas y muchos esperamos-. En primer lugar, la solidaridad intergeneracional (la fuerza económica activa para estos efectos y que es solidaria con la población que jubiló). Es decir, por un lado, está el derecho al trabajo y el derecho a una jubilación, tal cual indica su significado, debe ser una alegría y tranquilidad. Para lograr esto es necesario comprender la necesidad de compatibilizarlos y complementarlos sinérgicamente.  Si queremos lograr esto, podríamos, por ejemplo, modificar las Políticas de Fomento que incentiven y subvencionen otros sistemas de Seguridad Social ya mencionados antes, guiándonos por sistemas mucho más solidarios y equitativos, tal como en el sistema Mondragón en el que, de hecho existe una cooperativa aseguradora de pensiones voluntaria.

Evidentemente no estamos en condiciones de que la voluntariedad sea un elemento determinante dada la infrasalarización dominante, de momento, pero el cooperativismo puede dar dinamismo a la economía.

El financiamiento debe venir en parte del Estado con políticas impositivas, progresivas y de recaudación e inversión que sean mucho más justas y apunten al equilibrio que requiere nuestra sociedad.

Vivimos tiempos de crisis en muchos sentidos, todo el sistema internacional está afectado por estas. La recesión, falta de puestos de empleo, inflación casi generalizada, se suma al reordenamiento geopolítico, y por lo mismo irá  variando más o menos su configuración en función de qué potencias lo modele en mayor o menor medida, ya que la potencia emergente, el gigante chino, conserva características del llamado socialismo realmente existente, pero paradójicamente, bajo el apellido de mercado y que a su vez este dragón asiático podría estar mutando hacia un desarrollo más hacia adentro, dada la situación de inestabilidad, quizás a una suerte de socialismo de mercado interno, siguiendo la idea de ese particularismo.

Finalmente, no puedo concluir esta columna sin al menos dar algunos atisbos del contenido y posibles impactos de la Reforma Previsional -como comenté más arriba- anunciada hace unos días por el presidente Gabriel Boric. Recordemos que esta fue una de sus principales promesas de campaña, además de uno de los 3 ejes centrales de su programa de Gobierno.

Se pretende que una vez aprobada esta Reforma de Pensiones el monto de las pensiones mejorará sustantivamente de 2 millones de personas que hoy se encuentran jubiladas, y por cierto las futuras pensiones, además de las injusticias propias del sistema, como, por ejemplo, hacia las mujeres. El actual sistema de pensiones está en crisis y ya no da para más, son al menos 15 años de lucha por hacer de este un sistema que lleve a tener vidas más dignas. Porque hoy, el 72% de las pensiones son inferiores al salario mínimo y uno de cada cuatro jubilados recibe una pensión que está por debajo de la línea de la pobreza. Sin embargo, mientras esto ocurre, las AFP siguen recibiendo sendas utilidades de inversiones que perciben gracias a nuestros fondos. El texto de la -esperamos- futura normativa es extenso y se abordará de mejor forma en una próxima edición, cuando tengamos más información sobre cómo se implementará, financiará y negociará tanto en la Cámara de Diputados y Diputadas, como en el Senado.

De todos modos, solo me referiré a los 3 objetivos principales, además de aumentar las pensiones, se contempla reconocer el esfuerzo del trabajo a lo largo de la vida. En segundo los ahorros previsionales en las cuentas individuales – los de hoy y los de mañana, seguirán siendo de propiedad individual y jamás serán expropiados (a diferencia de lo que dolosamente y malintencionadamente han publicitado sectores que no quieren que esta Reforma se vuelva realidad). Por último, esta propuesta le da la libertad a cada persona de elegir donde pondrá sus fondos para ser administrados de manera tal, que las utilidades de su inversión se vean reflejados en su pensión y no en los bolsillos de los grandes empresarios. Esto último es relevante pues el actual sistema simplemente nos obliga a cotizar en un sistema que, la mayoría de la población ya no está dispuesta a seguir tolerando, sobre todo si consideramos que el costo de la vida es cada vez más elevado y con el resultado del Plebiscito de Salida eliminamos cualquier oportunidad de ampliar nuestros derechos sociales, que fuesen garantizados por el Estado y donde este sea más un interventor, con características solidarias y que cubra todas estas falencias socioeconómicas que genera -entre otros factores- los niveles vergonzosos de inequidad en nuestro país.

Esperemos que el proceso legislativo sea con altura de miras y pensando en el bienestar de cada habitante de este país y que no se transforme en una negociación más donde la Seguridad Social se reduce a ser una moneda de cambio.

 Referencias

Weber, I. How China Escaped Shock Theraphy: The Market Reform Debate (2021)

Cole, G, D, H. Historia del pensamiento socialista, t II Marxismo y anarquismo 1850-1890 (1980)

Organización Internacional del Trabajo, OIT (1952) Convenio sobre la seguridad social (norma mínima), 1952. (Norma 102). Normas del trabajo. Publicacion on line. Recuperado noviembre 2022 https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:11310:0::NO:11310:P11310_INSTRUMENT_ID:312247:NO

Berra, J. La structure des systèmes de sécurite social. Étude de droit comparé (2000)

New Left Review, NLR (2020) Historia de dos marxismos. Recuperado noviembre 2022 https://newleftreview.es/issues/121/articles/a-tale-of-two-marxisms-translation.pdf