Por Karin Berlien Araos
Doctora en Ciencias Económicas, U Grenoble, Francia.
Profesora Titular. Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas.
Encargada Unidad de Igualdad y Diversidad.
Universidad de Valparaíso, Chile.
Los cierres de la campaña están ocurriendo justo ahora, mientras la incertidumbre se cuela por la ventana… ventana abierta al mundo, en tiempos de globalización… justo cuando alguien, al otro lado de la cordillera, un hombre, intenta atacar a Cristina.
Porque pasar el mes, es una estrategia que se juega en el cuerpo. Y la dignidad se defiende, teje, organiza día a día, en la calle, el hogar, el campo. Al decidir las culturas que alimentamos y de las que nos nutrimos, en un sentido amplio, recibir y entregar cuidados, para articular nuestras producciones en los territorios que habitamos.
Hablar de solidaridad en la economía tiene que ver con reconocer la vida y los derechos amplios que se defienden en las prácticas cotidianas; en nuestros vínculos, en nuestros diferentes lugares de trabajo y vida; como en el tiempo que dedicamos para nuestro cuidado, nuestra salud, a la observación de la naturaleza.
La posibilidad de ejercer estos derechos, – desde la creatividad y la autogestión-, es un desafío que apela al colectivo. En la pulsión popular por recrear las instituciones; desde la familia, hasta el Estado en sus múltiples expresiones y dimensiones, reconociendo la diversidad de pueblos y comunidades que conforman nuestros estados y pueblos latinoamericanos.
Recrear colectivamente las instituciones, los pactos que permiten sostener la confianza y la colaboración. Para sostener el bienestar en los trabajos, productivos y reproductivos. A partir de una antigua conciencia socio-ecológica, de la naturaleza y los vínculos.
En el contexto neoliberal estas experiencias desaparecen, son llamadas utopías, esperanzas. Cuando en lo local, en las proximidades, en las calles y el campo se expresan otras experiencias socioeconómicas, otras organizaciones diversas, comunitarias y cooperativas, sistemas económicos transformadores para la vida: Economías solidarias.
Situadas en un contexto ético del “Buen Vivir”, con sus diferentes voces antiguas, sabidurías: orales, textiles, musicales, ecológicas. Que nos apelan a organizar la vida en torno a principios relacionales; observar la naturaleza, a las personas, decidir actuar con respeto, cuidar, imaginar-sentipensar, escuchar, actuar, y recrear la comunidad, observar la naturaleza, a las personas (…). Con lógicas circulares, armónicas a la naturaleza, generadoras de tiempo y vida.
En el territorio amplio del Abda Yala se cuentan en las fogatas historias vivas, que hablan de diferentes experiencias: populares, campesinas, de pueblos originarios, que han resistido todos los días trabajando para este buen vivir, – las que fueron y las que continúan siendo-, desde sus rincones enseñando saberes para las generaciones futuras.
En este fuego imaginario les contaré algunas:
Banca de Alimentos: Un grupo de mujeres populares crearon un sistema de ahorro, que dio valor a su trabajo “la basura”. A partir del reciclaje, crearon Banco que recibe basura reciclable a cambio de generar un pago en una “cuenta de ahorro o vista”. Este pago es cobrado sólo en alimentos, en el presente o en el futuro, generando un sistema de ahorro para los períodos donde no podían conseguir trabajos con remuneración monetaria. Con esto además incluyeron a las/os niña/os y adolescentes, permitiéndoles que generen una cultura de ahorro, que les puede beneficiar a ellos/as o a sus familias. La idea fue levantada por mujeres que trabajaban en el aseo en Colombia, Medellín, con la finalidad de garantizar la seguridad alimentaria para su comunidad.
Moneda social o monedas comunitarias: Son sistemas para facilitar el intercambio, dinero$ alternativos y se anclan en acuerdos sociales, con reglas no capitalistas, para eliminar el atesoramiento o la acumulación, como la “oxidación monetaria”. En México existe una experiencia que se ha sostenido en el tiempo “el tumin”, un tipo de “dinero artístico” con producción o reproducción de obras artísticas en tarjetas, con la finalidad de que el objeto de intercambio tenga un valor de uso, además de un valor de cambio.
Sistemas de trueque: También existen otras formas de intercambio en las comunidades, además de aquellas mediadas por algún tipo de dinero, están aquellas que generan reglas para intercambiar directamente servicios, u objetos con “valor de uso”; como también aquellas que permiten la circulación a partir del “don”. Estas redes se pueden observar en todos los continentes, y con diferentes acuerdos en toda Latinoamérica.
Redes agroalimentarias y circuitos solidarios: Actualmente en Latinoamérica podemos encontrar diferentes redes conocidas como “circuitos cortos” o “circuitos solidarios”, que posibilitan la venta sin intermediarios de productos agroecológicos, un tipo de comercio justo. También se pueden encontrar ferias de productores/as agroecológicos, ferias para el intercambio de la semilla, y otras redes que funcionan con dineros y/o con otras formas de intercambio.
Sindicatos, organizaciones sociales, redes de economía popular: Existen también organizaciones, sindicatos u otras organizaciones territoriales y funcionales que tienen un fin social para la articulación de las personas en torno a sus oficios, o sus lugares de residencia y que buscan resolver colectivamente problemas económicos, como pensar colectivamente la organización para la vida y los espacios de trabajo en las ciudades; y realiza acciones como: garantizar la alimentación vía compras colectivas, ollas comunes, recolección de donaciones para su distribución a quienes lo requieran, actividades comunitarias de arte, intercambio de saberes; en algunos casos gestionan centros culturales, mercados.
Empresas recuperadas: Finalmente, por este fuego, les comento otro emblemático caso de solidaridad, la recuperación de empresas por trabajadoras y trabajadores, sostenidas con organización económica popular. Con el propósito de recuperar el espacio productivo, pero también distribuir las utilidades entre las personas que ahí trabajan y la comunidad donde se encuentran emplazadas. Esta experiencia nace en Argentina e irradia a los demás países de la región.
Abrir la ventana y visibilizar estas experiencias, nos permite ver que otras economías solidarias están siendo, y hoy será un desafío para nuestro Estado reconocerlas, y considerar acciones para que estas formas de economía, solidarias, también ofrezcan reconocimiento y seguridad social. Más aún, considerando que la OIT el mes de junio del 2022 en su 110 ª conferencia, reconoce y llama a los Estados a garantizar el trabajo decente para la Economía Social y Solidaria.
Garantizar las economías para la vida, el buen vivir, es una de las banderas feministas que tejen la palabra dignidad.