Descentrados Chile

A 50 años del golpe militar en Chile: los movimientos sociales en tiempos de la UP

Fotografía: "La Batalla de Chile": https://www.publimetro.cl/

Por:
 Máximo Quitral
Académico de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM).
Vicente Muñoz
Académico Universidad del Alba.

 Podemos decir que el triunfo de la Unidad Popular fue el término de una serie de luchas y logros de diversas organizaciones obreras, de los partidos políticos, de una serie de movimientos sociales que emergieron durante todo el siglo XX y de todos quienes dieron cuenta de las dificultades sociales en que estaban los sectores populares. La experiencia de la Unidad Popular (UP) no fue solo el empuje hecho por los desplazados o por los olvidados de siempre en la política chilena, sino que su triunfo fue por la acumulación de diversas reivindicaciones postergadas por los partidos hegemónicos, sumada a una serie de injusticias y desigualdades que azotaron a los olvidados de siempre. Es decir, el triunfo de Allende respondió al crecimiento de los mancomunales o las llamadas sociedades de la resistencia, la destacada lucha por avanzar en la conocida Ley de Instrucción Primaria Obligatoria (LIPO) (Carrasco, Quitral y Urbano, 2015), la decidida lucha obrera por avanzar en la ampliación de los derechos sociales más conocida como la cuestión social, las Milicias Socialistas  que se enfrentaron a las primeras manifestaciones de corte fascista en el país y la llegada del Frente Popular al poder.

La primera mitad del siglo XX fue un tiempo de profundos cambios y luchas sociales, pero, sobre todo, de alteraciones al sistema político imperante, que estimuló la aparición de movilizaciones de carácter popular en un momento de profundos cambios políticos, económicos, sociales y culturales. Justamente los movimientos sociales y en especial, el de la vivienda, adquirieron protagonismo a fines de los sesenta y fueron muy fuertes durante el gobierno de Salvador Allende, abriendo un ciclo de relevantes movilizaciones en Santiago de Chile y en todo el territorio nacional (Garcés, 2015). La coyuntura política de esos años permitió que los movimientos sociales tuvieran un protagonismo superlativo en el país, no solo por las críticas que tuvo el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) a su manejo político sobre las diversas demandas sociales, sino que también, porque las posteriores elecciones requerían de contar con un fuerte apoyo social.

Por lo general la emergencia de un movimiento social suele estar vinculada a la presencia de un conflicto social, siendo ésta una característica importante para el desarrollo de los movimientos sociales. Por lo mismo, resulta innegable que antes de la llegada de Allende al poder existieron tantas demandas sociales insatisfechas, que el fortalecimiento de los movimientos sociales durante la Unidad Popular no fue una cuestión espontánea, sino que se debió a una acumulación de energías, que se materializaron en el fortalecimiento de distintos movimientos sociales locales. La victoria de Allende en las elecciones presidenciales provocó en los sectores populares una sensación de esperanza y de un futuro más promisorio, pero agregó una responsabilidad mayor en el presidente, ya que cargó en sus hombros con la responsabilidad de ser el responsable de mejorar las condiciones de vida de las personas más necesitadas, como también en un actor clave en la implementación de cambios estructurales más de fondo. En esa necesidad de materializar los cambios exigidos por amplios sectores de la población es que los movimientos sociales ocuparon un papel central en empujar esos cambios. Como el sistema político está en permanente transformación, resulta inevitable que se produzcan tensiones motivadas por un interés particular que luego se transforma en conflicto social.

Por lo general los movimientos sociales son una expresión crítica a la forma convencional en que opera la política, tendientes a denunciar las falencias que presentan los sistemas democráticos liberales elaborados por los partidos políticos en el poder. Della Porta y Diani (2006) señalan que los movimientos sociales no se limitan a desarrollar canales de acceso especiales para sí mismo, sino que, más o menos explícitamente, exponen una crítica fundamental de la política convencional. Los movimientos sociales buscan provocar un cambio social sobre la base de una elevada integración simbólica, una escasa especificación de roles y formas variables de organización y acción (Raschke en Román 2002). Para Tilly, un movimiento social es un reto público ininterrumpido, librado contra los que detentan el poder, en nombre de una población desfavorecida (Tilly 1995). De modo similar, Tarrow define los movimientos sociales como “desafíos colectivos, basados en propósitos comunes y solidaridades sociales, en una interacción sostenida con las élites, los opositores y las autoridades” (Tarrow 2011, 9). Los movimientos sociales que se manifestaron durante el gobierno de la Unidad Popular lograron atraer a otros movimientos sociales que emergieron en otros espacios sociales, siendo capaces de diseñar distintas formas de organización efectivas con gran apoyo popular.

Para Tilly, los movimientos sociales combinan tres tipos de reivindicaciones: programáticas, identitarias y de posición, que incluyen una declaración de adhesión o rechazo a las demandas, integran elementos de identidad que unifica y refuerzan puntos en común con otros actores (Tilly y Wood 2010). Como resultado de lo anterior, las acciones de los movimientos sociales producen tensiones en el establishment, aunque estas tensiones también “(…) aparecen en áreas de la reproducción cultural, la integración social y la socialización” (Habermas 1981, 34). Esto le permite a estos grupos cuestionar el avance de algunas políticas que se consideran contrarias a las necesidades o aspiraciones de la sociedad y organizar planteamientos reivindicatorios ante los gobiernos y ante las élites antagónicas a sus aspiraciones.

Por tanto, recodar el papel que tuvieron los movimientos sociales durante la Unidad Popular resulta interesante en este año tan simbólico para el mundo social y la figura de Allende, aun cuando se produjeron ciertas disonancias entre los movimientos sociales surgidos en esos años. Un claro ejemplo fue el movimiento poblacional, el que se debilitó cuando los partidos políticos en el poder se instalaron en sus territorios, no así el caso del movimiento social presente en los cordones industriales, que logró un importante reconocimiento. Dos caras de una misma moneda, que a 50 años del golpe siempre es bueno analizar y recordar, pues no solo fueron los partidos en el gobierno, sino que movimientos sociales que se sintieron parte de un gobierno de corte popular.

Referencias

Carrasco, José, Máximo Quitral, y José Urbano. 2015. “La masonería chilena y la Ley de Instrucción

Primaria Obligatoria (LIPO)”. En Historia social de la educación chilena, de Benjamín Silva, 214.

Santiago: Ediciones Universidad Tecnológica Metropolitana.

Donatella, della Porta y Mario Diani, M. 2006. Social Movements: an introduction (Vol. II).

Reino Unido: Blackwell Publishing.

Román, Paloma. 2002. “El descubrimiento de la sociedad y su politización. El nacimiento de los

movimientos sociales”. En Los Movimientos Sociales, Conciencia y Acción de una Sociedad

Politizada, editado por Jaime Ferri, 9- 22. Madrid: Consejo de la Juventud de España.

Tilly, Charles. 1995. “Los movimientos sociales como agrupaciones históricamente específicas de

actuaciones políticas”. Sociológica, nº 28: 13-36.

Tarrow, Sidney. 2011. Power in Movement: Social movement and Contentious Politics.

Cambridge:University Press.

Tilly, Charles y Lesley Wood. 2010. Los movimientos sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a

facebook. Barcelona: Crítica.

Habermas, Jürgen. 1973. “What Does a Crisis Mean Today? Legitimation Problems in Late

Capitalism”. Social Research Reports, nº 4: 643-667.

Garcés, Mario. 2015. “El movimiento de pobladores durante la Unidad Popular, 1970-1973”. ATENEA 33-47.