Por Stefany Vásquez Vergara
Educadora de párvulos. Asesora pedagógica Fundación Educacional Cristo Joven.
Para iniciar esta columna, creo que es necesario dar ciertas orientaciones respecto a qué significa desarrollar procesos pedagógicos o educativos con Enfoque Basado en Derechos de la Niñez o Enfoque de Derecho, y dentro de lo posible, poder analizar situaciones cotidianas que pueden orientarnos a llevar a la práctica (y no solo se declare en los Proyectos Educativos Institucionales) este enfoque que busca garantizar, en cierta medida, los derechos de bebés, niñas, niños y adolescentes que forman parte del sistema educativo.
Los Derechos Humanos emergen como una forma de evitar que se vuelvan a repetir los terribles crímenes de lesa humanidad que vivieron diversas comunidades y la población civil en general, durante la Segunda Guerra Mundial, tales como los campos de concentración y la utilización racionalmente organizada del aparataje del Estado para perseguir, torturar y asesinar sistemática y masivamente a seres humanos, por pertenecer a una población o etnia en particular. El surgimiento de la Declaración de los Derechos Humanos Universales (1948), compromete a los Estados parte a garantizar el cumplimiento de estos derechos a través de la creación de leyes y políticas estatales regidas por tratados y estándares internacionales. En consecuencia, el Enfoque basado en Derechos Humanos, viene a ser, el marco conceptual que organiza estas disposiciones nacionales e internacionales, con el objetivo de contribuir al desarrollo humano y entregar orientaciones a las acciones para dar cumplimiento a los derechos de las personas.
Si bien Chile, formó parte de los 51 Estados fundadores de la ONU, organismo internacional que tres años después de su fundación, adoptó la Declaración de los Derechos Humanos, es un ejemplo claro, de que, a pesar de comprometerse con la protección de estos derechos, durante la dictadura cívico – militar fueron duramente violentados, existiendo cifras expuestas por la Comisión Vallech II de 32.453 casos de víctimas de prisión política. Dentro de estas cifras se pudo identificar que 1.244 de estas personas eran menores de edad, y de estos niños y niñas, 176 no superaba los 13 años de edad.
Usted se preguntará ¿Qué tiene que ver esto con el Enfoque de Derechos? Es altamente relevante poder comprender que en pleno siglo XX un Estado parte haya violado los Derechos Humanos a vista de todos los organismos internacionales, lo que nos debe llevar a reconocernos como un país duramente herido por diecisiete años de dictadura, y que posiblemente este trauma histórico alcance varias generaciones. Lo que nos interpela a ser más conscientes y responsables de reparar estas heridas por medio de procesos educativos que permitan a guaguas, niños, niñas y adolescentes constituirse como Sujetos de Derecho, esto quiere decir, personas capaces de ejercer sus derechos y de la misma manera reivindicarlos, de esta forma evitar que nuevamente el ciclo de la violencia se haga presente de manera tan brutal.
Uno de los nueve tratados internacionales de derechos humanos, es la Convención sobre los derechos del Niño, constituyéndose como uno de los referentes que componen el marco teórico que sustenta el Enfoque Basado en los Derechos de la Niñez. Este tiene como propósito entregar orientaciones para las acciones necesarias que permitan dar cumplimiento a los derechos humanos de bebés, niñas, niños y adolescentes. Dentro de estos derechos podemos encontrar: derecho a la Identidad y la familia, a expresarse libremente y el acceso a la información, a la protección contra el abuso y la discriminación, a la educación, a una vida segura y sana, y, por último, el derecho a la atención especial en caso de estar impedidos. Es relevante poder identificar, de qué manera cada uno de estos derechos se hacen presente en el sistema educativo en las diversas etapas de la infancia que transita por la trayectoria escolar, la que inicia de manera voluntaria (por decisión de padres o cuidadores principales) desde los ochenta y cuatro días de vida en sala cuna menor, terminando entre los diecisiete o dieciocho años en cuarto año de Enseñanza Media.
Los Prisioneros nos hablan de los doce juegos (González, 1986) refiriéndose a los doce años de enseñanza obligatoria que debemos cursar en Chile, como mencionaba anteriormente, es interesante identificar que en la actualidad, y tal como lo fue en el surgimiento de los Derechos Humanos, según las diversas situaciones de vulneración de derechos que han surgido en el sistema educativo, han ido surgiendo una serie de leyes o modificaciones que han permitido generar del sistema escolar, un espacio más democrático si damos una mirada macro, pero tal como lo mencionaba en el inicio de esta columna, es interesante instalar la lupa e identificar las situaciones micro, que se repiten a lo largo de todos los colegios y jardines infantiles del país.
Quisiera referirme, desde los primeros años de vida, y tal como lo expuse en una columna anterior, es donde se instalan los procesos de socialización más relevantes en la vida de todo ser humano, donde nos convertimos en personas socializadas, desarrollamos las primeras nociones de nuestra identidad y se construyen los cimientos de la autoestima.
Un elemento esencial que debemos tener en cuenta, es que los centros educativos de educación parvularia tienen un horario aproximado de las ocho de la mañana a las cuatro de la tarde, pero en el caso de niños y niñas hijos e hijas de madres o padres trabajadoras (podríamos decir que todos), existe una jornada extendida, esto quiere decir que pueden estar en el jardín infantil hasta alrededor de las siete de la tarde, completando así once horas al cuidado de otras personas, distintas a sus cuidadores principales, ya que el horario de estos centro educativos responden a una jornada laboral, y no a los tiempos que sean más saludables para un niño. Este es el caso del sistema público, porque en el caso del sistema privado, existen espacios no formales, conocidos en la actualidad como “after school” que atienden niños y niñas hasta las nueve de la noche. Entonces en este pequeño detalle nos podemos preguntar ¿qué pasa con el derecho a la familia? Tenemos bebés de 84 días cumpliendo una jornada laboral, lo que repercute fuertemente en la composición y comprensión de las relaciones sociales y su composición psíquica.
¿Les ha pasado que su hija/o comienza a tardarse en comer, o no quiere bañarse, se escapa del momento de la muda? si es así sería relevante poder chequear cuánto tiempo de calidad esta pasando con su hijo o hija, ya que una forma inconsciente que tiene el cerebro de los niños para exigir más tiempo a sus cuidadores es extender los cuidados cotidianos, y ¿por qué? Esto responde a que cualquier cuidador (no negligente) se preocupa al menos de entregar tiempos para la limpieza o alimentación del niño, el niño al saber que este es uno de los pocos tiempos exclusivos que tendrá, buscará extenderlo lo más posible, para disfrutar de la presencia de sus adultos significativos (Lecannelier, 2021).
Analizando elementos más generales, que atraviesan todo el sistema educativo, es relevante poder identificar, la forma en la cual nos encontramos llevando a la práctica la acción pedagógica, la metodología que nos encontramos utilizando y de qué manera esta es respetuosa con los derechos de cada niña y niños, ya hablamos de las extensas jornadas que pasan niñas y niños en las escuelas, y comprendiendo que la Jornada Escolar Completa fue instalada para disminuir la cantidad de tiempo que niños y niñas se encontraban solos en sus hogares (nuevamente respondiendo al sistema económico – laboral), pero el compromiso de esta extensión era la realización de espacios recreativos, artísticos y culturales. Lo que en la realidad se han transformado en espacios de clases para entregar más contenidos o espacios de entrenamientos para pruebas estandarizadas como el Simce (la que va en vías de extinción según dichos del ministro de educación Marco Ávila). En este caso la pregunta se relaciona con ¿de qué manera nos encontramos respetando el interés superior de niñas, niños y adolescentes? ¿Cuánto estamos escolarizando a la educación parvularia con las ansias de que niñas y niños aprendan a leer más tempranamente? ¿Cómo se hace presente en el mundo escolar del adolescente la vida cultural y el arte que permita fluir su expresión?
En una dimensión relacionada con el Curriculum oculto, esto quiere decir, con aquello que no declaramos abiertamente en los documentos técnicos pedagógicos, pero que se encuentran bajo las sombras de la homogenización escolar, es el uso del uniforme escolar, y aquí además está fuertemente presente la discriminación respecto a las identidades de género, la existencia de un dispositivo que primeramente, haga que todas y todos se vean iguales, y que en segundo lugar, ponga en clara desventaja de movimiento y expresión corporal a las niñas, con el uso de una falda o jumper, a diferencia de los niños que puedan utilizar pantalones que les permiten mayor movilidad. Es acaso que estamos diciendo silenciosamente “siéntate como señorita” “las niñas deben estar quietas y ser más tranquilas”. Ahora más grave aun es cuando la identidad de género es no binaria o trans, si bien existen espacios educativos que han tenido que posibilitar mayor apertura en relación a padres que acompañan cercanamente a sus hijes en estos procesos y han generado procesos de cambio fundamentados, por ejemplo de la ley Zamudio. Pero, qué sucede con las niñas, niños y niñes que viven este proceso con familias que aun no comprenden las identidades diversas, a que estamos exponiendo a las infancias y adolescencias de manera obligada, estamos abiertamente faltando a su legítimo derecho de la construcción de su propia identidad su expresión de género, lo que puede tener grandes consecuencias, “si la tasa de suicidio es de 4,6 por ciento en la población general, la cifra se eleva entre un 10 y 20 por ciento para las personas lesbianas, gay o bisexuales y a un 41 por ciento en las personas transexuales, o no conformes con su género” (Galaz, 2019).
En la misma línea anterior, relacionado con la construcción de la identidad, también es importante relevar la situación de niños, niñas y adolescentes migrados o pertenecientes a familias migrantes, si bien al menos el acceso dejó de ser una dificultad, ya que el sistema educativo entrega un IPE (Identificador Provisorio Escolar) que permite el ingreso a pesar de no encontrar regulada la situación migratoria, existe una serie de complejidades que deben enfrentar, desde la diversidad lingüística, que impide por completo la comprensión del contenido (en la actualidad no existen programas en los colegios públicos que acompañen, por ejemplo a niños, niñas y adolescentes haitianos para un proceso de incorporación de la lengua, como una solución menos respetuosa con su diversidad; ya que entendemos que la responsabilidad de ser hablante de español es del niño o niña) o algún docente que realice una traducción del proceso pedagógico que se instala. Por tanto, en la actualidad, la inclusión de estos NNA en el sistema escolar no se hace efectivo.
Es relevante mencionar, que la migración es un fenómeno complejo a cualquier edad, pero especialmente en la niñez o adolescencia, puede generar procesos complejos en la salud mental, esto se relaciona en el proceso de aculturación que todo ser humano migrante vive, la aculturación viene a ser el proceso de cambios que se viven, tanto a nivel psicológico como social, ya que se realiza todo un proceso de integración y adaptación cultural. Cuando este proceso requiere de mayores esfuerzos y herramientas que las poseídas por la persona, se puede desencadenar un estrés por aculturación. En el caso de niñas niños y adolescentes que efectivamente poseen menores herramientas psicológicas, sociales y culturales que un adulto, existe mayor prevalencia de este fenómeno (Urzú y otros, 2017).
Existen varios derechos que pudiésemos estar vulnerando de manera sistemáticas en las escuelas, primero, y como se menciona anteriormente, el derecho a la identidad, ya que si el sistema educativo no reconoce sus particularidad, pone la dificultades en el niños o niña, y no en el sistema, entendiendo que uno de los estándares de una educación basada en un Enfoque de Derecho debe cumplir con un estándar de aceptabilidad, esto refiere a programas que sean adecuados culturalmente, y por otra parte deben tener un estándar de adaptabilidad, esto quiere decir, que los programas sean flexibles para poder adaptarse a las sociedad y su cambios. En otro sentido también el derecho a la educación podría verse altamente comprometido, como comentaba inicialmente vemos garantizado el ingreso, pero ¿Qué tanto podemos garantizar la participación y egreso?
Pensar una educación bajo un enfoque de derecho significa pensar en el otro, como un legítimo otro, garantizando la igualdad de oportunidades promoviendo el máximo desarrollo humano de todas y todos.
Referencias
Galaz, C. (06 de junio de 2019). uchile.cl: https://www.uchile.cl/noticias/154486/columna-suicidio-de-joven-trans-y-la-tirania-del-modelo-heterosexual
González, J. (1986). El baile de los que sobran. Santiago.
Lecannelier, F. (2021). Volver a Mirar. Diana.
Urzú, A., Basabe, N., Pizarro, J. J., & Ferrer, R. (2017). Afrontamiento del estrés por aculturación: Inmigrantes Latinos en Chile. Universitas Psychologica, 1-13.