Por Marco Parada
Profesor de Filosofía, con 25 años trabajando en Educación, principalmente en el ámbito de desarrollo cognitivo y actualmente trabaja en la evaluación y orientación de la gestión de las escuelas.
“Necesitamos que todos los niños, niñas y adolescentes estén presentes por un mejor futuro y desde el
Mineduc estamos enfocados en ello, por eso, presentamos esta campaña para
acompañar las acciones concretas que implementaremos para mejorar la asistencia y la revinculación”,
Ministerio de Educación 2023.
El ausentismo escolar en nuestro país no es un tema nuevo y ha constituido una preocupación permanente para el sistema educativo desde hace varios años, no obstante, luego de las suspensiones de clases por la situación sanitaria experimentada a nivel mundial producto del Covid -19, pareciera haberse incrementado, convirtiéndose en una de las principales preocupaciones, dadas las múltiples consecuencias que ello tiene en el correcto desarrollo de las y los niños.
Esta columna espera atender desde una mirada reflexiva y práctica, incorporando datos de la investigación, algunas de las causas más significativas del ausentismo, deserción y exclusión escolar, proponiendo una mirada más profunda a la desigualdad social como un factor determinante. En línea con esta mirada, se proponen algunas acciones concretas que puedan contribuir a su abordaje en las escuelas, considerando que se trata de una problemática profunda que afecta principalmente a los sectores más empobrecidos, donde muchas veces los recursos para darle solución son escasos.
Para contextualizar, es preciso señalar que cuando una niña, niño o joven se ausenta a más del 10% de sus clases, nos encontramos frente a un fenómeno denominado ausentismo crónico, situación que de reiterarse en el tiempo, trae consigo una serie de consecuencias negativas que afectan no sólo el correcto desarrollo de sus habilidades, la adquisición de hábitos y de conocimientos, sino también sus relaciones sociales, sus posibilidades de continuar con estudios superiores, e incluso, una menor posibilidad de acceder a puestos de trabajo bien remunerados, reproduciendo los círculos de pobreza, a los que muchas veces se encuentran expuestos quienes mayores tasas de ausentismo y deserción escolar tienen.
Dicho lo anterior, es bueno tener en cuenta que el ausentismo escolar y riesgo de deserción, abandono y exclusión de la escuela se puede deber a múltiples causas y mientras esas causas no se aborden de manera adecuada, es muy difícil que se pueda revertir, puesto que se puede planificar y ejecutar acciones, pero estas podrían estar atendiendo solo a las manifestaciones del fenómeno y no a los elementos que lo provocan, con lo que los esfuerzos desplegados, no entreguen los resultados buscados o peor aún profundicen la problemática.
Investigaciones realizadas tanto en Chile como en otros países, han agrupado las causas del ausentismo crónico o problemático en tres grandes categorías, las que a su vez contienen a los elementos particulares más observables. En esta línea, uno de los modelos más difundidos, es el de la investigadora Hedy Chang, directora del programa Attendance Works de Estados Unidos, quién plantea que las causas del ausentismo, se asocian principalmente a: Falta de valoración hacia la escuela por parte de alumnos y sus familias, es decir, que el ausentismo no se ve como algo que tenga consecuencias significativas, aversión o rechazo a asistir a clases por parte de las y los estudiantes, lo que puede deberse a experiencias sufridas por las y los niños relacionadas con maltratos, Bullying, ambientes violentos, descalificaciones que afectan su autoestima académica y finalmente, pero no menos relevante, las barreras que enfrentan las y los estudiantes para asistir a clases, las que se pueden deber a problemas de salud, dificultades socioeconómicas, falta de transporte que los acerque a sus escuelas, entre otros.
Sumado a lo anterior, en Chile, las investigaciones realizadas indican que el ausentismo no sólo responde a una responsabilidad de las y los estudiantes y su entorno, o las escuelas, sino que se debe considerar también, algunos fenómenos estructurales como la desigualdad social y la falta de políticas públicas que apunten en la dirección correcta, lo que se manifiesta como un proceso gradual y progresivo en que el o la estudiante se va desvinculando del sistema educativo hasta llegar a su abandono o exclusión.
Distintas investigaciones tanto en Chile como en el mundo realizadas en los últimos 20 años, indican que entre los factores de desigualdad social estructural que más influyen en la exclusión escolar se debe considerar, las desventajas económicas, lo que se traduce en que las y los estudiantes de familias de bajos ingresos que deben enfrentar dificultades para costear los gastos relacionados con la educación, como libros, uniformes, transporte y materiales escolares, o en los casos en que niñas y niños requieren trabajar para contribuir al sustento familiar, terminan por desertar del sistema; las brechas educativas son otro factor de desigualdad, es decir, si las y los estudiantes no reciben una educación de calidad o si las escuelas carecen de recursos adecuados, es más probable que se desmotiven y abandonen sus estudios; la ausencia o escasez de redes de apoyo son otro factor a considerar, puesto que cuando las niñas, niños o jóvenes, especialmente de los sectores más deprivados no son atendidas por redes de apoyo, es muy posible que no cuenten con una orientación y asesoría adecuada, derivando ello en un menor éxito (o incluso fracaso) académico y como consecuencia en mayores tasas de deserción y abandono del sistema; la discriminación y la exclusión social, especialmente cuando se trata de grupos minoritarios como inmigrantes, indígenas, divergencias sexuales e incluso discapacidad o pobreza, ambientes hostiles que influyen en la desmotivación e inseguridad de las y los estudiantes, llevándolos a abandonar la escuela.
En este escenario, parece urgente que el sistema educativo se replantee las acciones que se han implementado hasta ahora, de tal manera que estas se dirijan no sólo a atender los síntomas visibles del ausentismo, generalmente a aquellos que ponen la responsabilidad en las y los estudiantes y su entorno, madres, padres, tutores y escuela, sino que se dirijan a las causas que lo provocan, para lo cual es preciso involucrar a los diferentes actores del sistema educativo, e incluso de otras áreas de la sociedad que se vinculan con las niñas, niños y jóvenes que se encuentran en riesgo de ser excluidos de la escuela e interrupción de sus trayectorias educativas. Para lo anterior esta reflexión propone:
En primer lugar, abordar el ausentismo desde un enfoque integral, que responde a una multiplicidad de causas y por tanto que las familias y las escuelas no pueden enfrentar por sí solas y con los recursos de que disponen, los que muchas veces son limitados y por qué no decirlo, escasos. Para ello, una fórmula que se puede potenciar es el trabajo en redes con organizaciones comunitarias, servicios sociales, agencias estatales y proveedores de servicios, de tal forma que la escuela pueda acceder a una variedad de recursos y experiencia adicional que complementen sus esfuerzos. El trabajo de las escuelas con redes de apoyo puede proporcionar recursos adicionales y de esa forma marcar una diferencia en la vida de los estudiantes en riesgo de deserción escolar. Lo que se puede traducir en servicios de tutoría, asesoramiento psicológico, programas extracurriculares, actividades deportivas, programas de Mentoría y acceso a servicios sociales y de salud, o sea, involucrar recursos adicionales que puedan ayudar a los estudiantes a superar las barreras que inciden en el riesgo de deserción escolar, entregándoles herramientas necesarias para tener éxito académico y personal.
Es importante en este punto que trabajar con redes de apoyo implica una mayor colaboración y coordinación entre diferentes actores, como docentes, duplas socioeducativas, equipos de gestión, organizaciones comunitarias e incluso proveedores de servicios. Esta colaboración puede generar sinergias y enfoques más efectivos para abordar la deserción escolar al compartir información, conocimientos y mejores prácticas. En suma, si las redes se activan de manera adecuada permiten implementar estrategias más coherentes y basadas en evidencias.
Adicionalmente, para que el trabajo con redes tenga un impacto positivo en la prevención, abordaje y/o disminución del ausentismo escolar y el riesgo de deserción, contribuyendo a garantizar las trayectorias educativas, es imprescindible que, al interior de las escuelas se implementen acciones que involucren a todos los actores educativos en un trabajo colaborativo, articulado y coordinado que implique:
- Realizar una adecuada identificación de las y los estudiantes en riesgo, para lo cual, hoy el Ministerio de Educación (Mineduc) dispone de informes mensuales e individualizados de la asistencia de las y los estudiantes, lo que permite levantar alertas tempranas, monitorear signos de bajo rendimiento académico, problemas de comportamiento, ya sea aumento de la agresividad o aislamiento, entre otros.
- Generar, dentro de las posibilidades de cada establecimiento, fichas de registro estudiantil únicas a las que todos los equipos de la escuela tengan acceso (estableciendo áreas de trabajo confidencial que resguarden la integridad de la información sensible de las y los estudiantes), con el propósito de no sobre intervenir o dejar de lado las necesidades que presentan las y los estudiantes, aportando información desde todas las áreas involucradas. Esta acción parece ser compleja, sin embargo, algo que nos enseñó el trabajo durante la crisis sanitaria por Pandemia, es que este tipo de registros son posibles y no requieren de una gran inversión de recursos, puesto que se pueden utilizar herramientas digitales disponibles incluso de manera gratuita.
- Utilizar los datos recopilados para diseñar programas de intervención adaptados a las necesidades de las y los estudiantes identificados en los diferentes niveles de riesgo.
- Establecer metas claras y objetivos medibles que permitan realizar ajustes durante la implementación y con ello optimizar los resultados y posibilidades de éxito.
- Proporcionar recursos y apoyo académico a los estudiantes con el propósito de ayudarles a superar las dificultades educativas, lo que puede incluir tutorías individualizadas, grupos de estudio, clases de refuerzo o programas de aprendizaje en línea. El objetivo de esto es, brindar a los estudiantes las herramientas y habilidades necesarias para mejorar su rendimiento académico y recuperar el interés por el aprendizaje.
- Revisar el currículum implementado en la escuela, con el fin de realizar adecuaciones colaborativas entre las y los educadores diferenciales y docentes, potenciando la diversidad de actividades y expandiendo las oportunidades de todo el alumnado para acceder a los Objetivos de aprendizaje, al presentar una propuesta más inclusiva y pertinente en el aula.
- Establecer canales de comunicación efectiva en toda la comunidad, ya sea entre los equipos directivos y el cuerpo docente, así como con las familias, por ejemplo, a través de la entrega regular de información sobre el desempeño y avances de los estudiantes, organizar talleres y sesiones informativas para las familias sobre la importancia de la educación, cómo pueden apoyar a sus hijos en el proceso educativo y cómo identificar señales de riesgo. Esto con el propósito de mejorar los niveles de identificación y compromiso con la propuesta educativa.
- Potenciar los espacios de participación al interior de la comunidad, por ejemplo, a través de la realización de encuestas y entrevistas a estudiantes, padres y personal de la escuela para obtener retroalimentación sobre la utilidad de las medidas tomadas. Esto con el objetivo de revisar periódicamente el sistema de alerta temprana para identificar áreas de mejora y ajustar las estrategias en consecuencia.
- Implementar visitas domiciliarias, considerando las posibilidades reales de realizarlas, para aquellos casos en que se observen alertas de riesgo o ausentismo reiterado. Estas visitas pueden estar a cargo de los equipos de apoyo internos, como también se pueden establecer alianzas estratégicas con los servicios públicos de atención de menores, CESFAM, OPD, otros que existan en los territorios.
Finalmente, y muy relevante, es que en la escuela se potencie la cultura de altas expectativas entre todos los integrantes de la comunidad, para lo que es recomendable que se revisen las prácticas y discursos utilizados en la transmisión de confianza de lo que pueden lograr las y los estudiantes, como también en las capacidades y competencias de los equipos.
Referencias
- https://www.gob.cl/noticias/reactivacion-educativa-mineduc-campana-contra-ausentismo-escolar-2023-efectos-pandemia/
- CIAE Universidad de Chile, “Un sistema nacional de protección de trayectorias educativas: disminuyendo la exclusión educativa en la enseñanza escolar y previniendo la deserción en educación superior” Juan Pablo Valenzuela, Constanza Ruiz, Millycent Contreras. Proyecto FONDEF IT17I0006. Dirección: Patricio Rodríguez Valdés
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