Descentrados Chile

Los desafíos de gestionar la convivencia y prevenir la violencia escolar: Un mundo en constante transformación

Fotografía: A-photographyy

Por Claudio Yáñez 
Psicólogo Educacional

Desde el retorno a la presencialidad, se han levantado muchas alertas sobre la violencia en las escuelas, noticas sobre hechos de alta connotación pública llenaron páginas en periódicos, horas en programas televisivos, webinars, etc.

En alerta de estos hechos, el Ministerio de Educación convocó a un consejo asesor para la Convivencia y la No Violencia a inicios del presente año, con el propósito de elaborar una agenda de trabajo para intervenir en este fenómeno, como también existen acciones de diversas instituciones gubernamentales como PDI y Carabineros, como también diversas ONGs involucradas en la temática.

Sin ánimo de despreciar estas acciones, nos preguntamos, ¿Es que no era posible predecir un retorno difícil a la presencialidad? ¿No se sabía que después de dos años de falta de hábitos, falta de socialización, falta de estimulación del pensamiento, algún efecto perjudicial en los estudiantes se podría generar?

Además, destacamos que, en general se ha responsabilizado a la pandemia de estos efectos nocivos. Sin embargo, en una búsqueda somera de información a nivel internacional podremos encontrar antecedentes preocupantes desde hace más de 20 años. A manera de ejemplo, la institución más antigua especializada es el Observatorio Europeo de la Violencia Escolar, fundado en 1998, el cual, desde su inicio, se ha centrado en el tema de la violencia escolar y la violencia urbana, ampliando hasta la fecha su campo de investigación en las diferentes variables relacionadas con estos ámbitos. Pero recordamos también, que esta institución surge a raíz de diversos proyectos previos que se desarrollaron en toda Europa en la década de los noventa, debido al aumento contaste de situaciones como robos, acosos e intimidaciones, intrusión, agresiones a profesores y funcionarios, vandalismo, actividades relacionadas con las drogas, etc.

En este mismo marco, mencionamos un artículo escrito por Eric Derbarbieux para la Unesco, mientras era director del Observatorio Europeo de la Violencia Escolar, titulado: “La Violencia Escolar: Un Problema Mundial”, en donde señala: “La escuela cristaliza las tensiones de nuestras sociedades y, a veces, las exacerba. Es un fenómeno sensible que conviene tratar con prudencia, porque ningún país está a salvo”. Al respecto, concordamos con el autor en dos puntos fundamentales: La violencia que se desarrolla en los establecimientos educacionales es reflejo de la sociedad y es un fenómeno multicausal.

Por otra parte, si consideramos que en el siglo XXI se ha producido una profunda transformación en la sociedad, donde el mundo cambia constantemente y a un ritmo cada vez más veloz; estas trasformaciones han implicado cambios dramáticos en temáticas como movilidad internacional por crisis humanitarias, cambios en el medio ambiente, cambio en las estructuras y dinámicas familiares, crecimiento demográficos, auge de la globalización, crisis económicas, fragmentación social, nuevas ocupaciones, constante innovación  en la tecnología y la digitalización, etc. En otras palabras, el contexto para el cual fue diseñada la educación ya no existe y cambia contantemente. El mundo se ha vuelto cada vez más complejo, incierto e interconectado.

Consideramos entonces que frente a las preguntas realizadas,  una respuesta posible es que sí existía conocimiento por parte de las instituciones educativas que el retorno a la presencialidad implicaría grandes desafíos y dificultades en la convivencia, pero pensamos que no existía conciencia de la enorme dimensión de lo que esto implicaba e implicará en el futuro, como tampoco que las y los funcionarios de los establecimientos educacionales no se encuentran preparados para enfrentar estos desafíos.

Debemos considerar, además, que las instituciones educativas desde una perspectiva de Las Teorías de la Complejidad son organizaciones (sistemas) complejos, que buscan un constante equilibrio (Homeostasis) y se recrean constantemente (autopoiesis). Sin embargo, sus tiempos de adaptabilidad son lentos y tienden a reproducir constantemente sus patrones culturales como sistemas semicerrados, por lo que, para mantener su equilibrio prefieren expulsar los elementos generadores de tensión interna (ruido) en vez de integrarlos, produciendo un reajuste interno (acomodación).

Lo anterior nos pone en alerta, desde el ámbito en que, las presiones que recibirán los establecimientos desde el exterior, es decir, la sociedad, serán cada vez más exigentes, ya que, en palabras del Sociólogo Zygmunt Bauman, la sociedad se ha vuelto líquida, es poco estable y tiende a la fragmentación.

Estos factores son relevantes para entender las dificultades que se presentan para que las instituciones educativas puedan continuar siendo espacios seguros en donde se generan ambientes propicios para el aprendizaje en base a una sana convivencia, dado que para construir y transmitir organización de saberes, es necesario solidificar (consolidar) a la organización educativa, definiendo patrones esenciales que permitan facilitar la interacción social y la comunicación en base a una cultura compartida.

Consideramos entonces que, las competencias que se requieren para sostener estables los procesos internos de los establecimientos educacionales pese a la tendencia externa de fragmentación social y disolución cultural, y de esta forma prevenir los conflictos que conducen a episodios de violencia, requiere de un nuevo acercamiento paradigmático al fenómeno educativo, como también a una especial preparación de las y los profesionales de la educación.

Urge entonces un rediseño de los procesos educativos y sus prácticas institucionales, para que las y los estudiantes adquieran las competencias necesarias para adaptarse a los cambios inteligentemente y gestionar con equilibrio la incertidumbre, de esta forma adquirirán las bases necesarias para resolver de manera pacífica los conflictos y aprenderán a convivir sanamente al interior de las comunidades educativas.