Por:
Ph.D. Diego Fernando Teatin
Doctor en Ciencias de la Educación (UBC-México). Profesor de Sumter High School (Carolina del Sur, EUA), https://orcid.org/0000-0002-4459-0810, teacherteatin@gmail.com
Ph.D. Edwin Tovar Briñez
Doctor en Ciencias de la Educación (UCA-México). Profesor Catedrático de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia ( Sogamoso, COL), https://orcid.org/0000-0001-9116-6839 , edwin.tovar@ipecal.edu.mx
En 2024, Chile se encuentra ante un momento decisivo en su historia reciente, caracterizado por desafíos complejos y oportunidades transformadoras que podrían definir su futuro. En el país austral el sistema educativo, lejos de ser un mero reflejo de las desigualdades estructurales presentes a lo largo de las décadas, se erige como un espacio fundamental para la construcción del modelo de sociedad deseado. En este contexto, es imperativo repensar la educación desde una perspectiva crítica, enfocada en la equidad y la democracia, con el objetivo de promover una transformación profunda en el acceso, la calidad y la orientación ética de la enseñanza.
Las cicatrices del Estallido Social de 2019 evidencian la persistencia de un sistema educativo segmentado y mercantilizado que perpetúa las desigualdades. A pesar de los esfuerzos de reforma implementados en las últimas décadas, estos no han logrado erradicar la lógica de mercado que subyace en la educación chilena. Según Bellei (2015), el sistema educativo opera bajo una estructura segregadora que impacta desproporcionadamente a los sectores más vulnerables, reproduciendo la inequidad en lugar de superarla. Comunidades rurales, barrios marginados y estudiantes de contextos socioeconómicos desfavorecidos enfrentan una exclusión sistémica que limita su acceso a recursos de calidad y oportunidades de aprendizaje equitativas.
El fenómeno migratorio ha enriquecido la diversidad cultural del país, pero también ha puesto de manifiesto las deficiencias de un enfoque pedagógico que no integra efectivamente las múltiples identidades y lenguas presentes en la sociedad contemporánea. El legado de Paulo Freire (1970) nos recuerda que la educación debe ser un acto liberador, generando espacios para el diálogo y el reconocimiento de la alteridad. Sin embargo, las políticas públicas en Chile parecen fallar en incorporar en algunos momentos esta diversidad en el currículo escolar, dejando a las aulas como escenarios de tensiones y prejuicios que obstaculizan tanto la convivencia como el aprendizaje. Para construir una sociedad más inclusiva, es indispensable que la educación asuma un rol activo en la valorización de las diferencias culturales y en la promoción de una ciudadanía basada en el respeto mutuo y la empatía.
Por otro lado, el debate sobre la incorporación de la tecnología en la educación ha cobrado relevancia, posicionando herramientas como la inteligencia artificial y otras tecnologías digitales como elementos transformadores en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, esta promesa tecnológica también conlleva riesgos evidentes, como la profundización de la brecha digital. La OCDE (2017) advierte que la falta de acceso universal a estas tecnologías podría exacerbar las desigualdades existentes, perpetuando la exclusión de los sectores más vulnerables. Además, la automatización de ciertos procesos plantea interrogantes sobre el rol del docente, quien sigue siendo esencial para humanizar y contextualizar el aprendizaje. Ahora bien, la educación, como señala Apple (2006), no puede reducirse a una transmisión mecanizada de contenidos; debe ser un proceso dinámico que forme ciudadanos críticos y comprometidos con su entorno. Así, la integración de la tecnología debe ir acompañada de un enfoque pedagógico que priorice la interacción humana y el desarrollo de habilidades socioemocionales.
En este marco, la descentralización efectiva del sistema educativo chileno se erige como una necesidad imperante. Otorgar mayor autonomía a comunidades locales, docentes y estudiantes para decidir sobre el currículo y los proyectos pedagógicos es un paso fundamental para construir un sistema más democrático e inclusivo. La descentralización no solo empodera a las comunidades, sino que también permite que las decisiones educativas reflejen realidades y necesidades locales. Jaramillo Cardona (2010) lo presenta como una oportunidad de los gobiernos locales para el diseño de políticas públicas contextualizadas que generan y establecen relaciones coordinadas entre sus diversos ámbitos. Incorporar las historias, saberes y lenguas de los pueblos indígenas y migrantes, así como los principios de Derechos Humanos, permitiría reflejar la diversidad de la sociedad chilena en el currículo escolar. Consideramos que la inclusión de estas perspectivas es clave para abordar las desigualdades estructurales y fomentar una convivencia basada en la equidad y la justicia social.
Ahora bien, un aspecto crucial de esta transformación es la formación docente. Los programas de capacitación continua deben ir más allá de la actualización técnica, promoviendo pedagogías inclusivas y enfoques interculturales que preparen a los educadores para atender las necesidades de un alumnado diverso. La calidad de la educación está intrínsecamente ligada a la calidad de la formación de los docentes. Además, consideramos que la educación debe recuperar su dimensión ética y política, fomentando espacios donde los estudiantes puedan cuestionar y comprender críticamente las realidades sociales y políticas que los rodean. Las instituciones educativas, más que espacios de instrucción, deben convertirse en laboratorios de democracia, donde los estudiantes aprendan a ejercer sus derechos y responsabilidades ciudadanas.
La participación activa de la comunidad en el proceso educativo es otro elemento vital. Los padres, las organizaciones sociales y las comunidades deben ser considerados aliados en la construcción de un sistema educativo que responda a las necesidades de todos. Esto implica fomentar una cultura de colaboración y participación que enriquezca el proceso educativo haciendo partícipes a las familias en la educación de sus hijos. La educación no puede ser vista como una tarea aislada; debe ser un esfuerzo colectivo que integre diversas voces y perspectivas.
Retomando la idea inicial, Chile, en 2024, se encuentra en un punto de inflexión que podría posicionarlo como un referente en Latinoamérica si logra transformar su sistema educativo en un instrumento de equidad y justicia social. Esta tarea exige tanto una reconfiguración estructural del sistema, como un cambio profundo en la manera de entender la educación como un derecho fundamental y un vehículo para la transformación social. Esto nos permite avanzar hacia un modelo educativo que valore la diversidad, fomente el pensamiento crítico y promueva una convivencia democrática y plural.
El desafío que enfrenta Chile es monumental, al igual que las posibilidades de construir un futuro más justo y equitativo a través de la educación. Como motor de cambio, la educación es igualmente un espacio donde las nuevas generaciones pueden desarrollar no solo habilidades técnicas, sino también valores esenciales como la empatía, la justicia y la solidaridad. Si se aborda con seriedad y compromiso, el sistema educativo chileno puede convertirse en un verdadero baluarte de la democracia, un espacio donde se cultiven ciudadanos críticos y comprometidos con la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Latinoamérica observa, escucha y sigue para aprender de los logros y evitar los desaciertos.
Referencias:
Apple, M. W. (2006). Educating the right way: Markets, standards, God, and inequality (2nd ed.). Routledge. https://doi.org/10.4324/9780203112847
Bellei, C. (2015). La segregación escolar en Chile: Conceptos, evidencias y posibles caminos. Revista Pensamiento Educativo, 52(2), 30-49.
https://www.academia.edu/52369054/Segregaci%C3%B3n_escolar_en_Chile
Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Buenos Aires: Siglo XXI.
Jaramillo Cardona, M (2010). La descentralización: una mirada desde las políticas públicas y las relaciones intergubernamentales en Baja California. Región y sociedad, 22(49), 177-200. Recuperado en 12 de diciembre de 2024, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-39252010000300007&lng=es&tlng=es.
OECD (2017), Education in Chile, Reviews of National Policies for Education, OECD Publishing, Paris. http://dx.doi.org/10.1787/9789264284425-en