Por Pilar Medina Silva
Profesora de Lenguaje, en proceso de Magister en Gerencia Social para el Desarrollo.
Consultora en Políticas Públicas.
Pudiera parecer bastante abstracto esto de que las relaciones sociales se establecen y regulan a partir de las diferencias percibidas y asignadas a hombres y mujeres, sin embargo, se traduce en cuestiones concretas, que producen y reproducen desigualdades materiales entre hombres y mujeres. Una de ellas es el acceso al trabajo remunerado, y en particular, a las actividades llamadas técnicos profesionales.
Desde la UNESCO se establece a la Educación y Formación Técnico Profesional como un pilar fundamental para la equidad, la productividad y la sostenibilidad de los países, que aporta a la disminución de la pobreza en la medida que mejora las condiciones de acceso al empleo y al trabajo decente.
Para precisar el término, se entiende Educación y Formación Técnico Profesional como aquella de carácter práctico y teórico orientada al desarrollo de aprendizajes relativos a una ocupación o campo ocupacional determinado, y habitualmente se desarrolla en los niveles secundario (educación media técnica profesional) y superior (educación superior técnica profesional).
Dicho esto, la Educación y Formación Técnico Profesional muestra grandes brechas de género, brechas que también están presentes -o nacen- en el mundo laboral, estableciendo barreras para el acceso de mujeres y hombres a ciertos espacios de trabajo.
La segmentación por género de los ámbitos técnico-profesionales se observa tempranamente en las trayectorias de los y las estudiantes. Basta mirar los datos de matrícula de especialidades técnico-profesionales de la educación media técnico profesional (EMTP) para que esto se evidencie: a nivel nacional, la especialidad de Electricidad y Mecánica Industrial tienen un 88% y 87% respectivamente de estudiantes varones, mientras que Atención de Enfermería y Atención de Párvulos tienen un 81% y 98% de estudiantes mujeres.
En datos menos desagregados, la distribución de la matrícula de EMTP se puede observar a nivel de sectores económicos, donde del total de estudiantes mujeres, un 34% opta por especialidades del sector Administración y Comercio, un 25% opta por Salud y Educación, y un 13% por el sector de Alimentación; mientras que los estudiantes varones eligen en un 24% especialidades del sector Metalmecánico, un 20% elige el sector Administración y Comercio, un 19% al sector de Electricidad, y 9% opta por Tecnología y Comunicaciones.
Esta segmentación por género de las especialidades TP también se observa en las plantas docentes de las especialidades, ejemplo de ello es que a nivel nacional el 93% de los docentes de especialidad Electricidad son varones, y el 92% de la planta docente de especialidad Atención de Párvulos son mujeres. Asimismo, en aquellas especialidades con matrícula de estudiantes más cercanas a la paridad -como Contabilidad- también hay un escenario de paridad de género en la dotación de docentes de especialidad.
Cabe preguntarse ¿Qué factores influyen en estas elecciones educativas con sesgo sexista? ¿Por qué mayoritariamente niñas y niños de 2do medio continúan hoy eligiendo especialidades TP según sesgos tradicionales de género? ¿Existen estímulos para reproducir dichas elecciones? ¿Cuál es el rol de las familias, establecimientos educacionales, la educación superior y las empresas en este sentido?
Según datos de tituladas y titulados de la educación superior en 2022, también se observa concentración de género en las áreas ya identificadas en la EMTP. Al respecto, cabe destacar que esta brecha es bastante mayor en la formación técnica de nivel superior, que la observada en carreras profesionales (licenciaturas, profesionales con o sin licenciaturas), donde -por ejemplo- del total de titulados del área Ingeniería y Afines en el nivel técnico, un 95% corresponde a varones, y en el nivel profesional un 80% (15pp menos); en el área de Educación a nivel técnico un 98% corresponde a mujeres, mientras que en el nivel profesional un 77% (21pp menos). Esta atenuación de la brecha en las carreras profesionales se observa también en las áreas de Construcción y Salud.
¿Cuál es el efecto de todo esto en los ingresos por salario? Desigualdad.
De acuerdo con el estudio de trayectorias formativo laborales de egresados de la EMTP desarrollado por el Centro de Estudios del MINEDUC en 2020, las tasas de empleabilidad de las mujeres y sus salarios son más bajos que las de sus pares masculinos más allá de su modalidad de estudios medios (EMTP o Científico humanista) sin embargo, esta situación se acentúa para las egresadas de la educación media TP, lo que podría deberse a que las especialidades masculinizadas son las que presentan salarios más altos.
Este seguimiento a egresadas/os permitió asociar las especialidades estudiadas con los ingresos posteriores de estudiantes egresados/as, siendo la mayoría de las especialidades asociadas a salarios bajos aquellas más feminizadas, y las asociadas a salarios más altos, principalmente masculinizadas.
Si se agrupa a las 7 especialidades de EMTP asociadas a los salarios más altos (Metalurgia Extractiva, Explotación Minera, Mecánica de Mantención de Aeronaves, Asistencia en Geología, Electricidad, Mecánica Industrial, y Telecomunicaciones) y se observa la actual proporción promedio de estudiantes mujeres, ésta es de un 28%; mientras que si se agrupa a 7 especialidades EMTP asociadas a salarios más bajos (Vestuario y Confección, Servicio de Alimentación Colectiva, Productos de la Madera, Atención de Enfermería, Elaboración Industrial de Alimentos, Atención de Párvulos, Gráfica) la actual proporción de matrícula femenina promedio en estas especialidades es de un de un 70%.
Para completar esta mirada, sería interesante conocer qué barreras están actuando para que aún las mujeres tengan un escaso ingreso al trabajo en el mundo de la Construcción (8,3% del total de trabajadores del rubro), Explotación de Minas y Canteras (12,7%), Transporte y Almacenamiento (16,1%), Suministro de Electricidad, Gas, Vapor y Aire Acondicionado (16,4%), según datos de la Encuesta Nacional de Empleo del INE.
Finalmente, para acceder al trabajo de manera más equitativa es importante poner la mirada sobre los momentos en que niños, niñas y jóvenes toman decisiones respecto a sus trayectorias formativas y laborales, pues pareciera que los estereotipos de género asociados a ciertas ocupaciones estarían influyendo quizás más que los propios intereses, habilidades y aptitudes de los estudiantes a la hora de decidir. Por ello, establecimientos educativos y empresas deben avanzar hacia una mirada no sexista de las ocupaciones que permitan un acceso equitativo a los medios de vida, para hombres, mujeres y diversidades sexogenéricas.
Referencias:
- Procesamiento propio base a datos abiertos (matrículas de estudiantes, docentes y titulados/as), Centro de Estudios MINEDUC
- Encuesta Nacional de Empleo (ENE), INE, trimestre calendario octubre-diciembre de 2022
- Estudio sobre trayectorias educativas y laborales de estudiantes de educación media técnico-profesional, 2020