Descentrados Chile

8M: ¿Y si miramos la niñez?

Fotografía: Alexandra Faúndez

Por Carla Ljubetic Grez

Psicóloga chilena especializada en salud mental comunitaria y perspectiva de género. Actualmente, se desempeña como directora ejecutiva de la Fundación Niñas Valientes, una organización dedicada a promover la equidad y prevenir la violencia de género a través de la educación en la infancia.

Su formación académica incluye un Máster en Salud Mental Comunitaria de la Universidad de Barcelona. Además, ha trabajado en el ámbito clínico y como coordinadora de proyectos de salud comunitaria en TECHO-Chile.

En su rol actual, lidera iniciativas que buscan abordar las brechas de desigualdad y violencia de género desde la niñez, enfatizando la importancia de intervenir en edades tempranas para prevenir la internalización de estereotipos y roles de género. Bajo su dirección, la fundación ha desarrollado programas dirigidos a comunidades educativas, enfocándose en temáticas como liderazgo y autoestima, con el objetivo de reducir las desigualdades y fomentar el desarrollo pleno de niñas y adolescentes. 

También ha participado en mesas técnicas con el Ministerio de Educación de Chile, contribuyendo a la formulación de políticas relacionadas con la educación en afectividad y sexualidad integral. 

Llega nuevamente el mes de marzo y, con él, un nuevo #8M, una nueva oportunidad para conmemorar el importante Día Internacional de las Mujeres. Las redes sociales, los medios de comunicación y las calles se llenan de mensajes e información sobre los avances y desafíos para garantizar los derechos de las mujeres y una vida libre de violencia.

Desde la Fundación Niñas Valientes, proponemos detenernos a reflexionar sobre este significativo día y sus históricas demandas, poniendo el foco en la niñez. Es fundamental dirigir nuestra atención a las brechas de género en esta etapa de la vida y su impacto en la búsqueda de la equidad de género. En Chile, hemos avanzado en visibilizar las distintas formas de violencia y desigualdades de género. Sin embargo, estos avances se han centrado principalmente en el mundo adulto, dejando de lado que las bases que sostienen las distintas formas de violencia de género comienzan en la niñez.

Las brechas de género en la niñez en Chile son multidimensionales. Desde edades tempranas, observamos cómo las distintas formas de violencia simbólica, en especial los estereotipos y roles de género, impactan el desarrollo infantil, generando segregación y limitando las trayectorias, decisiones y oportunidades de niñas y niños. Hoy sabemos que, entre los 4 y 5 años, las normas sociales de género binarias ya han sido internalizadas, sobre todo debido al refuerzo del mundo adulto que rodea la niñez. También sabemos que, a los 6 años, las niñas ya se perciben como menos inteligentes que sus pares masculinos, lo que afecta su autoconfianza, autoestima y, en consecuencia, su trayectoria vital.

Asimismo, la inequidad en el ejercicio de diversos derechos contribuye a la profundización de las desigualdades a lo largo de la vida. Aún más preocupante es que seguimos siendo testigos de las consecuencias de esta desigualdad en la expresión de distintas formas de violencia. Según la Encuesta Nacional de Violencia Intrafamiliar y de Género (ENVIG) de 2020, el 41,4% de las mujeres mayores de 15 años en Chile había experimentado algún tipo de violencia de pareja a lo largo de su vida. Según UNICEF (2017), quince millones de adolescentes de entre 15 y 19 años han sufrido violencia sexual en todo el mundo. Además, en 2021, según datos de ONU Mujeres (2024), cerca de 45 mil mujeres y niñas fueron asesinadas por sus parejas u otros familiares.

Sabemos que las causas que sostienen estas alarmantes cifras en Chile son diversas y complejas de erradicar. Sin embargo, una de sus principales raíces es la naturalización de ideas y creencias que establecen diferencias asimétricas y jerárquicas entre los géneros. Por ello, el rol de la educación se vuelve central. ¿Cómo podemos afrontar una problemática si no logramos reconocerla como tal? La educación es una de las herramientas clave para visibilizar estas causas diversas y complejas, desnaturalizando normas sociales que limitan el desarrollo de las personas desde sus primeros años de vida. Necesitamos una educación que ponga en el centro la cultura del buen trato y la equidad. Para ello, es fundamental que el sistema educativo asuma con responsabilidad la formación en afectividad, sexualidad y género.

Pensar en una educación que promueva trayectorias de vida libres de estereotipos es un desafío largo y profundo. En este camino, resulta crucial construir un horizonte hacia el cual avanzar. Desde hace mucho tiempo se habla de alcanzar una educación no sexista, y nuestra pregunta ha sido: ¿Cómo sería esa educación, más allá de la eliminación del sexismo? Un primer paso para responder esta pregunta es la construcción de una propuesta de modelo educativo no sexista que promueva la equidad de género en la educación, considerando desde la estructura institucional hasta la convivencia escolar, sin descuidar un currículum que incorpore estrategias efectivas y pertinentes. El siguiente paso, es reflexionar sobre cómo este modelo podría implementarse en las escuelas de nuestro país. Para ello, debemos considerar procesos de sensibilización, formación y acompañamiento de distintas instituciones educativas. Este acompañamiento debe ser uno que fortalezca los recursos y buenas prácticas de las escuelas, fomente el trabajo en red y mejore los conocimientos, mecanismos y metodologías de trabajo para institucionalizar acciones en materia de afectividad, sexualidad y género de manera oportuna y pertinente.

En tiempos donde la incertidumbre está cada vez más presente y los discursos de odio y discriminación se refuerzan, es fundamental mirar los avances logrados y los caminos recorridos para fortalecer las acciones existentes que hoy necesitamos profundizar. 

Los desafíos que enfrentamos como país para cerrar estas brechas son variados, y abrir nuevos caminos se ha vuelto cada vez más complejo. Por ello, es fundamental abordarlos desde todas las perspectivas posibles. Avanzar desde la educación nos permitirá, sin duda, lograr cambios más rápidos. Si promovemos una educación que fomente el pensamiento crítico y una formación equitativa, libre de estereotipos y roles de género desde la niñez, estaremos también contribuyendo a la erradicación y prevención de las distintas formas de violencia contra mujeres y niñas.

Referencias:

UNICEF. (2017). Un rostro familiar: Violencia en las vidas de niños y adolescentes. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. https://www.unicef.org/publications/index_101669.html

Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género & Subsecretaría de Prevención del Delito. (2020). IV Encuesta Nacional de Violencia contra la Mujer en el Ámbito de Violencia Intrafamiliar y en Otros Espacios. Gobierno de Chile. https://www.minmujeryeg.gob.cl

ONU Mujeres & Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). (2024). Cada diez minutos, una mujer o niña muere a manos de su pareja u otro miembro de la familia. ONU Mujeres. https://www.unwomen.org/es/noticias/comunicado-de-prensa/2024/11/cada-diez-minutos-una-mujer-o-nina-muere-a-manos-de-su-pareja-u-otro-miembro-de-la-familia