Por Evelyn Norambuena Meléndez
Asistente de la Educación en el colegio Marcelino Champagnat, en la Población El Castillo, comuna de La Pintana.
Socióloga
Mg Psicología Social
La resiliencia, entendida como la superación de decepciones pequeñas hasta traumas severos, es un factor protector personal para que los niños y niñas enfrenten mejor las situaciones desfavorables que pueden atravesar. En el contexto de Pandemia, investigaciones de diferentes partes del mundo han expresado que la resiliencia es esencial para sobrellevar la sintomatología negativa que ha surgido a raíz del virus Covid-19. Pero ¿qué pasa si los niños y niñas viven en contextos de pobreza, hacinamiento, violencias y otras situaciones que complejizan su diario vivir?, ¿Es suficiente la resiliencia?
El contexto señalado se expresa de modos distintos según el entorno familiar y/o social. De acuerdo a los datos proporcionados por el Diagnóstico de niños, niñas y jóvenes, comuna: La Pintana, entregado por la Oficina de Protección de Derechos (OPD), en el año 2019, la comuna mencionada tiene una taza de pobreza (ingresos) y un nivel de hacinamiento más altos que toda la Región Metropolitana y el resto de Chile. Mientras que la pobreza multidimensional se encuentra tres veces más alta que en la región y el país.
En las mediciones que tienen que ver con el rendimiento educacional, las estadísticas también son desfavorables. Los resultados del Simce del año 2018 de La Pintana dan cuenta que están por debajo de la realidad regional y nacional; las mayores diferencias se dan en las mediciones anteriores a octavo básico. Al igual que esa evaluación, en el año 2017 los puntajes de la Prueba de Selección Universitaria (PSU) fueron inferiores al promedio de la Región Metropolitana y el resto del país.
Si bien la resiliencia es un factor que ayuda a que las niñas y los niños pasen de mejor manera la pandemia, también son importantes otros factores como la adecuada intervención de psicólogos, el apoyo de las familias y los vínculos sociales que mantienen en las escuelas (Jiao et al., 2020).
En este último punto, cabe preguntarse si los programas psicosociales de la comuna están respondiendo adecuadamente a la alta demanda de atenciones por problemas de salud mental y si dentro de los hogares lograron apoyar y acompañar los procesos educativos y formativos que no se tuvieron por el cierre prolongado de las escuelas.
Si la respuesta fuera positiva y, sumado a eso, las niñas y los niños tuvieran desarrollada la resiliencia, se presume que podrían superar la sintomatología negativa causada por la crisis de la pandemia. Sin embargo, la realidad en temas de convivencia y salud mental en los colegios a nivel nacional, sin importar el contexto económico y social, es preocupante y requiere de acciones urgentes, adecuadas y consistentes al momento que se está viviendo.
Para enfrentar el malestar psicológico y los problemas de salud mental de las niñas y los niños, se debe contemplar que la resiliencia es un proceso que se enseña y se aprende en un contexto seguro y acompañado por algún adulto significativo. También hay que poner énfasis en los factores protectores familiares y/o del entorno social, ya que el conjunto de todos estos factores podría ser mejor para mejoran el bienestar de la niñez.
Si nos situamos y pensamos en el desarrollo integral de este grupo social, es necesario advertir que la resiliencia también debe relacionarse con los buenos tratos y con las vivencias de respeto experimentadas durante la infancia, siendo el ambiente familiar la fuente más importante de estos factores. Son los adultos significativos quienes enseñan a los niños y niñas esta capacidad de afrontar los problemas. Las principales características de los adultos responsables resilientes son la flexibilidad, la capacidad para enfrentar y resolver problemas, las habilidades de comunicación y las destrezas para participar en redes sociales de apoyo (Crosas, F. 2021).
Es importante no caer en una psicología positiva sesgada que le entrega la responsabilidad de salir adelante a esa capacidad de resiliencia que tengan o no los niños y las niñas, y tener una mirada global de los diferentes factores que pueden ayudar a mejorar la salud mental de ellos en contextos de múltiples vulneraciones.
Por lo anterior, es relevante reflexionar sobre la necesidad de considerar la resiliencia de una manera contextual, en tanto en ella se entrecruzan procesos subjetivos, pero también del entorno social. Algunas interrogantes que permiten abrir el debate son: ¿existen planes que aborden la resiliencia como un proceso que requiere un/os adulto/s significativo/s y espacios seguros?, ¿se les otorga el mismo valor a los factores protectores del entorno familiar y de la escuela que al factor protector personal, resiliencia?
Referencias
Vega, M., Rivera, M. Y Quintanilla, R. (2011). Recursos psicológicos y resiliencia en niños de 6, 8 y 10 años de edad. En Revista de Educación y Desarrollo. (pp. 33-41)
https://www.cucs.udg.mx/revistas/edu_desarrollo/anteriores/17/017_Vega.pdf
Jiao, W. Y., Wang, L. N., Liu, J., Fang, S. F., Jiao, F. Y., Pettoello-Mantovani, M., & Somekh, E. (2020). Behavioral and Emotional Disorders in Children during the COVID-19 Epidemic. In Journal of Pediatrics (Vol. 221, pp. 264-266.e1). Mosby Inc.
https://doi.org/10.1016/j.jpeds.2020.03.013
Crosas, F. (2021). PANDEMIA Y RESILIENCIA. APORTACIONES ACADÉMICAS EN TIEMPOS DE CRISIS. RPP, (31).
https://doi.org/10.21555/rpp.v0i31.2126
Diagnóstico de niños, niñas y jóvenes comuna: La Pintana. (2019) OPD, Comuna de La Pintana.
Uriarte Arciniega, Juan de D. La resiliencia. Una nueva perspectiva en psicopatología del desarrollo Revista de Psicodidáctica, vol. 10, núm. 2, 2005, pp. 61-79 Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea Vitoria-Gazteis, España.
Sitio web Fundación Gesta
https://www.fundaciongesta.cl/