Por Guillermo Rivera-Aguilera
Académico. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Los jóvenes han tenido un rol activo en la demanda de procesos de transformación social que se materializan a través de la protesta y los movimientos sociales. Las movilizaciones ocurridas en distintas ciudades del mundo, antes y durante la pandemia del Covid-19, han sido gatilladas y articuladas mayoritariamente por jóvenes. Algunos ejemplos de esto son los casos de Hong Kong, Paris, Quito, Barcelona, Santiago, Bogotá, Minneapolis, (Rivera-Aguilera, Imas, Jímenez, 2021).
Autores como Pleyers (2018) señalan que estas revueltas y protestas articuladas por las nuevas generaciones se han configurado desde una ‘cultura activista’, que tiene sus orígenes en ‘la primavera árabe’ (2010-2012) y el movimiento ‘Occupy Wall Street’ (2011). Esta cultura activista se manifiesta globalmente en respuesta a las inequidades, la precariedad laboral, así como las injusticias sociales que configuran el modelo económico neoliberal del capitalismo dominante en los últimos 30 años. Ensambla nuevos lenguajes, nuevas luchas contra el capital, así como una ética diferente que representa la vida social de muchos jóvenes en nuestros días. Además, constituye nuevas subjetividades que se basan en las formas en que los jóvenes conciben el mundo, entienden el cambio social, permitiendo nuevas formas de organización, así como prácticas -consistentes y coherentes- con esta visión.
Tal como señala Papadopoulos (2018), lo virtual genera nuevos entendimientos asociados a una ontología distinta de movimientos sociales, los cuales constituyen nuevos discursos y nuevas subjetividades en la población juvenil. Asimismo, las nuevas formas de organización, a través de las redes sociales, generan nuevos flujos que permiten cuestionar la información de medios mainstream, políticas de gobierno o lineamientos de los mercados del trabajo. En términos concretos, los jóvenes hacen circular información de sus organizaciones y de sus formas de organización, a través de plataformas como Facebook, Twitter o Instagram.
Así, los jóvenes difunden situaciones que les pueden parecer injustas en redes sociales. También, el uso del internet ha permitido difundir actividades, puntos de encuentros, facilitar el contacto entre actores, incorporar nuevos miembros. De esta forma, la conexión entre las redes físicas y virtuales ha generado innovaciones para distintas formas de movilización, produciendo intersecciones entre las acciones ‘en línea’ con las ‘prácticas’ concretas.
En la pandemia y específicamente durante la etapa del confinamiento, la militarización de los espacios públicos hizo que la protesta social tuviera que retirarse de las calles dejando los espacios públicos vacíos, generando un escenario que autores como Mark Fisher (2009) ha definido como una visión apocalíptica del realismo capitalista. En este escenario de control social, las redes sociales siguieron vigentes, permitiendo una continuidad de acciones online, permitiendo mantener activo los procesos de agencia de colectivos juveniles desde una realidad en línea. En estos momentos vivimos en un tránsito de una sociedad pandémica a una sociedad post-pandémica, dónde las redes sociales seguirán teniendo un protagonismo creciente para los jóvenes en las transformaciones sociales que están por venir.
Referencias
Fisher, M. (2009). Capitalist realism: is there no alternative? Zer0
Papadopoulos, D. (2018). Experimental practice: Technoscience, alterontologies, and more than social movements. Duke University Press.
Pleyers, G. (2018). Movimientos sociales en el Siglo XXI: Perspectivas y herramientas analíticas. CLACSO. https://www.clacso.org.ar/librerialatinoamericana/contador/sumar_pdf.php?id_libro=1475
Rivera-Aguilera, G., Imas, M., & Jiménez-Díaz, L. (2021). Jóvenes, multitud y estallido social en Chile. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 19(2), 1-23. https://dx.doi.org/10.11600/rlcsnj.19.2.4543