Por Catalina Castillo Alegría
Académica Universidad Alberto Hurtado.
Coordinadora Experiencias Laborales Carrera Educación Parvularia
Facultad de Educación, Universidad Alberto Hurtado (Chile).
Programa Interdisciplinario de Investigación en Políticas de Infancias y Familias (INFAS).
Es común encontrar en Latinoamérica organizaciones de niñas, niños y adolescentes de manera espontánea, liderada y dirigida por ellos y ellas, que, encontrando intereses o necesidades colectivas, se organizan para luchar por aquellos derechos que no les han sido asegurados. En el caso de Chile, las y los estudiantes secundarios se han tomado el derecho a participar, sin que nadie se los posibilitara, siendo protagonistas de las últimas movilizaciones desde el 2006 y quienes encendieron el estallido social en octubre del 2019, cuando saltaron los torniquetes del metro, invitando al resto de la ciudadanía a unirse a esta lucha social.
La participación escolar es una deuda pendiente en América Latina que afecta el desarrollo hacia sociedades democráticas y, al mismo tiempo, en Chile estamos lejos aún de la participación efectiva de las niñas y niños dentro de la escuela. (Ascorra, López y Urbina, 2016).
Las políticas educativas de gobierno se han constituido principalmente bajo la participación consultiva y pasiva por parte de los niños y niñas, basando sus prácticas gubernamentales en el uso de encuestas, con escasa incidencia en los acontecimientos políticos.
Según un estudio realizado a 70 estudiantes de octavo año básico por Ascorra, et. al (2016), la participación del estudiantado dentro de las escuelas es tutelada e instrumental, dirigida por los adultos, heteronormativa, selectiva e inestable. Las mismas autoras, plantean que, las investigaciones nacionales indican que la participación en el contexto escolar se reduce a una participación clientelista, bajo el paradigma neoliberal, donde los centros de alumnos, centros de padres y consejos escolares ejercen la participación en la gestión de recursos y financiamiento en beneficio de la escuela.
Frente al autoritarismo y rigidez característicos de la escuela chilena y, a la escasez de espacios de participación sustantiva, existe una necesidad por parte de los adolescentes de mayores espacios de participación deliberativa dentro de las escuelas, saciando esas necesidades en espacios de participación no convencional ligada a la movilización estudiantil extra-escuela. “…la constitución de una subjetividad estudiantil pasiva y dependiente al interior del establecimiento educacional, y activa y comprometida al exterior del mismo” (Ascorra, et.al, 2016, p.1).
A continuación, se revisará esta tensión y se proponen formas de “investigación- acción participativa”, “metodologías dialógicas horizontales” o “ecología de los saberes” (dependiendo del autor), buscando abrir espacios en la institucionalidad y en las escuelas para lograr oportunidades orgánicas y legítimas de participar de los procesos políticos, sociales y ciudadanos.
Los estudios sobre los derechos de la niñez no deben perder de vista el hecho de que los derechos tienen un propósito práctico y deben contribuir a permitir la emancipación de los niños y niñas y a fortalecer su posición social en una relación de poder construida en su desventaja. Para ello es necesario reflexionar (e investigar) las razones más profundas de la violación de los derechos de la niñez o concebir y contextualizar los derechos de manera que los niños y niñas puedan relacionarse con ellos. (Liebel, 2021, p. 219).
En América Latina, el pueblo se organiza y las niñas y niños se organizan como pueblo organizado. Colectivos de educación popular, organizaciones de niñas y niños trabajadores, chicas y chicos liderando movimientos sociales. En esta parte del globo, donde la organización se mueve desde abajo como un temblor continuo que remueve, la institucionalidad queda lejana, se resiste, prohíbe e intenta fragmentar el poder de la niñez organizada, que no le teme a nada, que mira de frente a la policía y que siente el poder de luchar por sus derechos. “Hay otra historia, la historia que no encontramos en los anaqueles, la de las luchas subterráneas da pulmón protagonizada por organizaciones sociales y referentes políticos y pedagógicos y por niños que contribuyó a conquistar las mejoras jurídicas (Morales y Magistris, 2019, p.29).
Los avances que se han ido logrando en materia de derechos se vinculan esencialmente gracias al acumulado social y político más que en avances en materia de derecho internacional. Mientras que la CDN y la historia oficial “pone énfasis en la protección, la historia no oficial, la de los pueblos, apunta a una igualdad de derechos (con los adultos) y a una participación activa de los niños y de las niñas en la sociedad (Liebel, 2006, en Morales y Magistris, 2019, p.29).
En este contexto, es relevante revisar esta tensión- relación entre la participación política de las niñas y niños en las calles y el rol/ausencia/coerción que cumple la escuela como institución social en Chile. De la invisibilidad existente en el espacio escolar, donde prácticamente las y los estudiantes no tienen cabida a que sus opiniones sean tomadas en cuenta, pasan al protagonismo en las calles, mediante el movimiento estudiantil secundario, donde llegan a ser valorados, validados y reconocidos por el gran porcentaje de la población. Las y los secundarios logran generar un encuentro colectivo entre ellos primero, ampliando la bandera de lucha e integrando a otros colectivos. La participación activa y organizada de las y los estudiantes en el movimiento estudiantil, expresada a través de su involucramiento en las acciones de paros y tomas de los establecimientos escolares, y marchas en las calles, podría considerarse una participación auténtica. Esto debido a que las acciones tienen un fuerte componente político que busca desestructurar y transformar las bases del ordenamiento social, y a que muchas veces no coinciden con los intereses o las voluntades de los adultos en la escuela. Siguiendo el modelo de Hart (1993), se trataría de una participación en el nivel de iniciado y dirigido por niñas y niños, sin decisiones compartidas por las y los adultos.
A pesar del protagonismo demostrado en las movilizaciones y de ser el impulso inicial del despertar social en Chile, desde la institucionalidad las y los niños han sido marginados de las discusiones y decisiones políticas, del proceso constituyente generado por su levantamiento, sin la posibilidad de votar durante todo este periodo. Actualmente, aún se está discutiendo si en la elección de salida de la Nueva Constitución, la edad para votar puede bajarse a los 16 años. Entonces se observa una tensión clara y patente. Las y los secundarios poseen responsabilidad penal y, al mismo tiempo, no se les permite votar ni tampoco participar de forma vinculante. No entraré en el tema del voto, pero no puedo dejar de mencionar el carácter paradójico y absurdo de esta situación, donde la discusión se centra meramente en un tema de edad, sin importar el contexto, la historia ni el presente, sin considerar la acción política protagonizada por la niñez y adolescencia en este proceso.
Gran parte de las consignas estudiantiles quedan en las luchas sociales de las calles, pero sus demandas en el contexto educativo no han sido sistematizadas ni tampoco han podido llegar a cambiar la estructura de la escuela, la cual sigue siendo rígida, vertical y jerárquica. Estas tensiones deben ser parte de los estudios sobre los derechos de la niñez, “ampliando las posibilidades de los niños y niñas para elaborar sus propios derechos y lograr su reconocimiento (legal)” (Liebel, 2021, p.204). Vemos entonces, cómo niñas y niños tienen derechos políticos en las calles, sin embargo, estos derechos no son legales ni válidos para la institucionalidad. Una de las preguntas entonces que orienta la reflexión refiere a ¿Cómo generar derechos políticos en la construcción de la escuela, contrarrestando el paternalismo jurídico y superando los derechos desde arriba hacia abajo (otorgados en este caso por el Estado y la Escuela)?.
Transformar el sistema educativo no puede entonces hacerse si no es con las infancias, así como investigar sobre el rol de la niñez en la escuela, queda en completo vacío si no es con una intención de modificar la vida de niños y niñas.
Para romper con el carácter adultocéntrico de la escuela, debemos transformarla con las niñas y niños, mediante un rol protagónico, decidiendo qué aprender, cómo aprender, cuándo aprender, dónde aprender y más aún, se trata de un tema que va mucha más allá de lo cognitivo y académico, más bien apunta a la ciudadanía, formas de relacionarse, de habitar y vivir el espacio escolar. Es necesario plantearse las preguntas iniciales desde la vida cotidiana de ellas y ellos, desde sus visiones e intereses. En este sentido, quizás ya ni siquiera estaríamos pensando en la escuela, la cual podría hasta desaparecer como estructura social conocida hasta ahora, tal vez no se trataría de una transformación, sino de un nuevo espacio para interactuar, relacionarse y aprender. Tal vez, no sería necesario seguir separando a la niñez del mundo adulto en espacios cerrados, quizás volveríamos a espacios comunitarios coproducidos por relaciones colaborativas intergeneracionales.
El enfoque de abajo hacia arriba (Liebel, 2021), plantea que es necesario estudiar desde el territorio, desde el espacio local donde se viven los derechos de niños y niñas en sus vidas cotidianas.
Para la emancipación de las niñeces y para la trasformación de la escuela no basta con tener claridad respecto de los derechos de niños y niñas, sino que deben existir las condiciones necesarias para que eso ocurra. Si volvemos a la categoría generacional, la edad no es lo que se debe cuestionar cuando pensamos en participación política y social, sino el cuestionamiento debe dirigirse a las circunstancias necesarias para que ello pueda ocurrir. En vez de preguntarse en qué espacios de la sociedad y, en este caso del contexto escolar, pueden o no incidir niños y niñas, o a qué edad pueden hacerlo y en qué nivel, es imperativo preguntarse qué información manejan, cuáles son los espacios reales de deliberación, qué significa la escuela para niños y niñas y qué intereses/intenciones tienen de cambiarla. La lucha social y política de niños y niñas secundarias por una educación pública de calidad y no sexista, la causa de romper el modelo neoliberal que se encuentra a la base del sistema educativo, ha evidenciado que la infancia y la adolescencia en Chile sí quieren cambiar la educación, pero de la puerta de la escuela hacia adentro no tienen derecho a hacerlo, buscando validez política de la puerta hacia afuera, en el espacio realmente público.
Soñar con la emancipación de las infancias, significa el anhelo profundo de que niños y niñas puedan tener un rol importante en la sociedad, dejar atrás por fin prácticas y modelos capitalistas, patriarcales, colonialistas y adultistas, construyendo “un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.” (Rosa Luxemburgo), sin importar la edad, la cultura, la raza, el género. Para lograrlo, es imperioso generar espacios de unión, a través de rebeldías basadas en el amor, construyendo relaciones sociales basadas en la organización, en la colaboración, en el respeto y en la igualdad. Seguimos luchando para que niños y niñas puedan ser parte del cambio, unir fuerzas junto a ellos, para que puedan tener posibilidades de acción política y organización intra e intergeneracionales. Construir un nuevo mundo, una nueva escuela en colectivo, con la niñez. “Sin lxs pibxs no hay revolución” (Morales y Magistris, 2019, p.29).
Referencias
Ascorra, P; López, V, Urbina, C (2016). Participación estudiantil en escuelas chilenas con buena y mala convivencia escolar. En Revista de psicología vol. 25, n° 2. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, Chile.
Liebel, Manfred (2021) “Perspectivas de los estudios sobre los derechos de la niñez “. Epílogo en La Niñez Popular. Intereses, Derechos y Protagonismos de los Niños y Niñas. Madrid: Los Libros de la Catarata, pp. 199-227. (Liebel, 2021, p. 219)
Liebel, Manfred (2022) “Niños investigadores. Cuestionando la investigación académica” (Versión ampliada y actualizada de un capítulo incluído en Lourdes Gaitán & Manfred Liebel, Ciudadanía y Derechos de Participación de los Niños. Madrid: Síntesis, 2011, pp. 171-183; versión nueva no publicada, sólo para el uso interno del Dplomado UCM).
Gómez, M. (2019). Santiago Morales y Gabriela Magistris (Comp.), Niñez en movimiento. Del adultocentrismo a la emancipación. Trenzar. Revista De Educación Popular, Pedagogía Crítica E Investigación Militante (ISSN 2452-4301), 2(3), 112-116.