Descentrados Chile

Violencia vicaria: Donde más nos duele

Ilustración: Fundación Antonia, Chile

Por Alicia Fuentes Rebolledo
Psicóloga, Magíster en intervención psicojurídica y forense. Actualmente cursando el Magíster en Investigación en Psicología (Universidad Alberto Hurtado), desarrollando estudios sobre justicia participativa y amigable para niños, niñas y adolescentes.

Todos hemos sido testigos, lamentablemente, de alguna noticia que involucra a niños, niñas y adolescentes que han sido violentados o a quienes les han quitado la vida. Sin duda, eso nos afecta y remueve aún más cuando conocemos que ha sido de la mano de alguno de sus padres, como una forma de violencia que en realidad se dirige hacia el otro progenitor.

¿Qué es la violencia vicaria?

La violencia vicaria es entendida como una forma que asume la violencia de género, una forma que el maltratador utiliza para dominar, someter, asustar o castigar a la mujer maltratada, utilizando como medios – es decir, como meros objetos – a los hijos e hijas de la pareja. El maltratador pone al hijo o hija como sustituto de la mujer, a quien probablemente ya no tiene cerca para violentar y castigar. Es una forma de dañar a la mujer. Los hijos e hijas, el instrumento. Este último hecho es relevante, porque no son solamente testigos o medios para el ejercicio de la violencia, son también víctimas de la violencia. Desde ahí, debemos poner el acento en la propia experiencia de violencia que sufren estos niños, niñas y adolescentes.

Se la considera también una forma de violencia machista, en tanto está sustentada en una sociedad patriarcal que jerarquiza a los hombres por sobre las mujeres y que concibe a los niños, niñas y adolescentes como sujetos inferiores a los adultos.

La psicóloga española Sonia Vaccaro fue la primera en acuñar este concepto, en el año 2012. A partir de ese momento, se ha utilizado en las ciencias sociales y en investigaciones acerca de esta problemática. Porter y López Angulo, en el año 2021, definen la violencia vicaria como un tipo de violencia secundaria a la víctima principal, ya que, si bien el fin de dañar a la mujer se mantiene, éste se hace a través de terceros, sus hijos e hijas. Al dañar a los hijos, y en su grado extremo, asesinarlos, el agresor se asegura que la mujer jamás podrá recuperarse del daño infringido.

¿De qué forma se ejerce la violencia vicaria?

Ejemplos como los del inicio implican formas extremas de violencia vicaria. Pero también el no pago de la pensión de alimentos, faltar a las visitas que se dan en el contexto de una relación directa y regular decretada por un tribunal, así como el maltrato físico y/o psicológico hacia los hijos e hijas son algunas de las formas que también asume la violencia vicaria.

En síntesis, podemos considerar formas de violencia vicaria las siguientes:

  • Hacerle daño físico a los hijos e hijas. En su forma extrema, asesinarlos.
  • Amenazas a la madre de arrebatárselos o de hacerles daño.
  • Violencia económica, no entregando manutención ni alimentos.
  • Interrumpir tratamientos médicos de los hijos e hijas.
  • Hablar y criticar a la madre frente o con sus hijos e hijas.
  • Interrumpir, acortar o ausentarse de la relación directa y regular con sus hijos e hijas.

Conocer las diversas formas que asume la violencia vicaria nos permite tomar más atención a este tipo de conductas, contribuye a no naturalizarlas y a tomar acciones para detenerla.

La vivencia de las infancias en el centro

La posición de “domesticación” o “privatización” de las infancias, la distancia de la luz pública cuando hablamos de violencia de género o intrafamiliar, como si quedaran lejanas, al margen del conflicto que se cierne en la intimidad de sus propios hogares.

Cabe preguntarse también sobre la experiencia de estos hijos e hijas respecto del ejercicio de la maternidad y paternidad que desarrollan estos padres y madres, maltratadores y maltratados. Por lo general, se transforman en el campo de la batalla, en la extensión de la violencia, que no se detiene con el término de la pareja. La mujer maltratada sigue siendo madre de los hijos e hijas que tiene en común con el hombre maltratador, debiendo mantenerse este vínculo. De esta forma, los niños y niñas están sometidos de manera continua a la violencia que ejerce el maltratador.

La literatura describe diversas secuelas de la violencia vicaria, tanto en el presente como en el futuro. A las sabidas consecuencias del maltrato infantil, la naturalización de la violencia en los vínculos afectivos es una de las más graves de ellas, en tanto se perpetúan patrones de género y de desigualdad que luego se reproducen en sus vínculos futuros.

¿Qué podemos hacer?

Prevenir, pesquisar, ser observadores, estar atentos y atentas a niños, niñas y adolescentes que pueden estar sufriendo este tipo de violencia al interior de sus familias.

La prevención de este tipo de violencia siempre debe ser una preocupación en nuestra sociedad. Concientizar a la ciudadanía respecto de los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos, como personas con dignidad, que no son propiedad de sus padres y madres y de los adultos en general. Lograr que en la sociedad permee esta concepción también permitirá entender que la violencia vicaria no es un asunto de familia, un tema privado y en el que los terceros no debemos involucrarnos. Ser garantes de derechos pasa a ser un imperativo categórico en estos casos, para no tener que seguir lamentando casos graves de violencia y de muerte, de las que nos enteramos por las noticias. Debemos instalar a las infancias y adolescencias en la discusión, cuando hablamos de violencia de género.

Referencias 

  • Ledesma, L. (2022). La Violencia Vicaria: Una forma de violencia machista.
  • Marín, M. & Vásquez, J. (2021). Popularización del concepto “violencia vicaria”.
  • Pernas, B. & Román, M. (2021). Investigación acción sobre la violencia vicaria en el contexto de la violencia de género en Castilla La Mancha.