Por Gonzalo Silva U.
Ing. Comercial. Pontificia Universidad Católica de Chile.
MsArt en Desarrollo. U de Lovaina.
Miembro Comisión Circuitos Económicos Solidarios, Ripess-Lac.
Intro
Los espacios de formación arraigados a la matrix neoliberal omiten sistemáticamente importantes referentes de otras líneas de pensamiento económico, sin duda también de las Economías de Solidaridad (ES), insistiendo, además, en el positivismo engañoso que esquiva responsabilidades éticas, desviando así el foco central de la historicidad de los procesos de humanización para la vida en sociedad.
En el presente artículo señalamos, a partir del trabajo y de las propias experiencias de la ES, que justamente es en el campo de la territorialidad donde se abren posibilidades importantes en la gestación de la transformación de la economía, a partir de la actoría ciudadana y de la restauración de procesos de trabajo donde aparecen rostros, raíces culturales y entornos ecológicos concretos.
Sin embargo, en tales experiencias se hace necesario -yo diría que urgente- impulsar nuevos pasos en la construcción y fortalecimiento de estas ES, comprendiendo sus procesos y gestando articulaciones efectivas de las prácticas económicas que existen, o se recuperan, o se crean en el día a día de la vida en los diversos territorios. A estos impulsos y procesos los denominamos activaciones de Circuitos Económicos Solidarios Territoriales (CES), los cuales representan, por una parte, un avance metodológico en la ES, y permiten también la articulación política de actores comprometidos con las transformaciones de la economía y la defensa de la vida en los territorios.
Algo de contexto
Nadie duda que los rumbos por los que va el planeta son alarmantes e insostenibles. Es claro también que a lo que se ha llamado economía ha sido cualquier cosa menos la adecuada gestión y cuidado de la casa común; sabemos también que solo con profundos cambios de paradigmas, de los modos de pensar y habitar el planeta, se puede reesperanzar el futuro…
… Chile y el Wallmapu en particular (territorio donde habito) están en estos tiempos en un nuevo momento histórico de crear nuevas posibilidades, las que requieren a su vez fraguarse en deconstrucciones de la cultura colonialista, neoliberal, mercantilista y patriarcal, y en aprender y recuperar criterios, valores y métodos en la relación asociativa para la construcción de sociedades y comunidades en clave de colaboración.
Nos estamos refiriendo a un campo de posibilidades en el que está en juego la subjetividad humana ligada a la potencialidad de su trabajo en colectivos, manifestada en territorios con rostros y desafíos concretos asociados al cuidado de la vida. Esto es la necesaria recuperación de pertenencias y modos de participación en organizaciones en el mundo de la economía y el trabajo.
Al apreciar los procesos de las Economías de Solidaridad (usando en esto una distinción de raíz latinoamericana más que la economía social o el cooperativismo de vertiente nórdica), constatamos que sus prácticas y expresiones han estado siempre ahí, presentes y dándole vitalidad a las localidades, trabajo a las personas y cuidado al entorno en experiencias muy antiguas, ancestrales, otras de innovación popular, aunque invisibilizadas para la ideología y el modelo hegemónico, lo que produjo su precarización y negación, sin embargo han podido ser conceptualizadas recientemente. Estas prácticas de la ES presentes de modo diverso y activo en cada territorio guardan, conservan y recrean algo de nuestras propias identidades, y son ineludiblemente enfrentadas permanentemente a las consignas de la modernización.
En el Chile de hoy creemos que el contexto es favorable para estas ES, su recuperación e impulso requieren transformaciones profundas, y este tiempo histórico que vive nuestra sociedad con cambio buscados del rayado de cancha (Nueva Constitución) de manera de mostrar otras formas de relacionarnos para vivir cuidando la vida y hacer una economía de vida.
Actores y procesos de la ES
En los procesos e historia de la ES, y según miradas de algunas redes y movimientos del Abya-Yala, se reconocen aportes importantes en su conceptualización desde Chile del tiempo de los escabrosos ’80s. Sin embargo, el aporte consistente de aglutinación y coordinación para el sector y su incidencia política transformadora lo han hecho en las décadas recientes movimientos sociales, redes y organizaciones comprometidas con la transformación. Quienes vivencian la ES saben que han sido las resistencias, las creatividades y las luchas del trabajo cotidiano de los pueblos indígenas, los campesinos, los pobladores y la juventud, quienes han nutrido las particularidades de estas prácticas económicas. Prácticas económicas reales, vivas, antiguas y esperanzadoras … en su mayoría expresadas con rostro de mujer.
En la actualidad somos testigos de un florecimiento importante de estas economías, para lo cual basta con googlear cómo se expresan en los distintos países, tanto en múltiples prácticas, en tecnologías, formas organizacionales, en elaboraciones teóricas y en propuestas también de marcos de política pública, institucionalidad y normativa, todas ellas promoviendo cultura asociativa en lucha por la vida desde los sencillos y excluidos.
Estos procesos, indicamos, han estado siempre en resistencia y a su vez en recuperación, hemos dicho en recreación y en aprendizaje, como un ciclo eterno de humanización del propio ser humano en busca de su lugar en la tierra. Por ejemplo, en el tiempo reciente, (si bien se podría analizar otros hitos de la historia económica antigua), las políticas neoliberales con sus recursos y brazos institucionales han presionado transformaciones en la propia lógica y sentidos de cómo operan las prácticas de la ES. Al igual que las empresas del capital que han dispuesto, pensado e instalado sus proyectos de desarrollo disponiendo los “recursos de los territorios”, precarizando y desarticulando las condiciones de la reproducción de la vida de los pueblos que ahí existen.
Sabemos hay una lucha de sentidos junto a una lucha de haceres y de saberes, que debaten en los bordes de las opciones de futuro. Y son entonces los mismos habitantes, ciudadanía consciente y organizada que está asumiendo, y debe asumir, la responsabilidad de disponer, pensar y proyectar la actividad económica en territorios determinados.
Desafío de los CES
Los Circuitos de Economía Solidaria (CES) son modos de confluencia y articulación de prácticas y de actores de la Economía de Solidaridad en territorios determinados, conformando nuevos procesos de producción, distribución, consumo, asociados a condicionantes necesarias para su operación como son las finanzas, la educación, las comunicaciones y los propios marcos reguladores, todos ellos activados en clave asociativa y transformadora desde lo local.
Nos referimos más que a complejos concentrados de agregación vertical estratégica, a dinámicas de articulación y coordinación de grupos y voluntades cuyas prácticas económicas movilizan y reflejan semillas de transformación alternativa, sencillas y humanas en sus propios entornos vitales. Por ejemplo, a procesos activados desde el cuidado de las semillas, o desde modos de producción agroecológica, o desde la creación artesana, o desde la confluencia en mercados locales, o desde grupos de consumidores organizados y conscientes, o desde unidades de finanzas solidarias o cooperativas de ahorro y crédito … que convocan a otras fases del proceso económico o que diseñan soluciones para que se active la economía del territorio.
Entre las características distintivas de estos CES, se pueden destacar:
- Son sujetos colectivos coordinados cuyas prácticas económicas comparten un horizonte común de “Buen Vivir, promueven Principios solidarios en una acción común colaborativa, movilizada desde el Factor ’C’ (Razeteano).
- Articulados como actores que comparten dicho horizonte y dichos principios, dispuestos al ejercicio de sus derechos y que tienen la voluntad de articularse y trabajar en red para la transformación, desde la autonomía y la desimbricación (desconexión) de los mercados, medios y procesos económicos convencionales ligados al capital;
- En ellos se operan flujos económicos, políticos, culturales y ambientales, posibilitando un nuevo entramado social para promover una economía que garantice la sostenibilidad de la vida;
- Representan un proyecto intercultural diverso que pone en valor los conocimientos y saberes ancestrales y novedosos, a través del diálogo de saberes y de interaprendizaje con procesos policéntricos altamente democráticos y participativos.
Las diversas aproximaciones conceptuales de los CES, que han desarrollado autores como (Razeto, Mance, Jimenez, Tygle, Zabala) y movimientos sociales (FBES, MESSE, REAS) consideran que los CES son una herramienta que permite ampliar el sector de la economía solidaria, pero a la vez ayuda a transformar el sistema capitalista y lograr una mayor desimbricación de la economía convencional a partir de las prácticas concretas presentes en los territorios. Consideran que es una herramienta útil para fomentar el desarrollo territorial endógeno, pero a la vez útil para promover una economía que se fundamente en principios solidarios: reciprocidad, complementariedad, redistribución, participación democrática, entre otros.
Los Circuitos de Economía Solidaria, siendo parte de la historia de la Economía Solidaria en la región, hoy representan en una clave articuladora la confluencia de lo que hemos llamado prácticas económicas locales, que permite mejora en los flujos económicos locales, pero que además permite la emergencia de una actoría política, la cual moviliza otras racionalidades, asociadas a la recuperación de identidades en un trabajo popular creativo, gestando transformación desde territorios que cuidan y defienden la Vida.