Descentrados Chile

Los cuidados, el pilar de la sociedad

Fotografía: Bohemama

Por Paloma Olivares Alvarado
Madre de Daniel, Fabiola y Nicolás, abuela de Pascale, cuidadora secundaria. Coordinadora general y asesora política “Asociación Yo Cuido”; propulsoras de proyectos de ley y norma constitucional de cuidados.

Históricamente los cuidados han sido invisibilizados y privatizados, atribuidos a las mujeres como algo natural, sin reconocimiento, valorización, ni pago. De este modo, hemos sido nosotras quienes hemos sostenido el sistema y las sociedades con nuestro trabajo.

En enero del 2016 nació mi nieta Pascale. En el parto se contagió una bacteria producto de una negligencia médica, que suelen ocurrir en nuestro país. La bacteria que se alojó en su sistema nervioso central, le causó una meningitis con graves secuelas, hidrocefalia, parálisis cerebral, diabetes insípida, trastorno de la deglución, entre algunos de sus diagnósticos. Desde ese momento y hasta hoy ha tenido 34 cirugías. Con mi hija comenzamos a turnarnos en las jornadas de 24 horas y a vivir lo que hoy hemos denominado la vulneración máxima hacia nuestros derechos humanos.

Un año y medio más tarde me senté frente al espejo del hospital durante una de las cirugías de la niña, con lágrimas en los ojos y luego de un mensaje de un grupo de WhatsApp, que hacía una invitación a unirse a una organización llamada “Yo Cuido”. Me miré y me descubrí cuidadora. Llevaba siéndolo junto a mi hija Fabiola por algo más de un largo año cuidando de Pascale día y noche. Comencé a mirar a mi alrededor y éramos tantas, tantas mujeres deambulábamos ahí invisibilizadas, con dolores inmensos en el alma, sin derechos, sin un lugar donde dormir o bañarnos ¿Cuántas más habían fuera de esas frías murallas de un hospital público, ¿Cuántas llevaban décadas cuidando?

Es sumamente importante relevar que existen distintos tipos de cuidados: los cuidados temporales, como es el caso de cuidar infancia, enfermedades de pronta recuperación o personas mayores autovalentes. Sin embargo, existen también los cuidados que son permanentes, que son aquellos que más requieren apoyo, los cuidados de personas dependientes moderada o severa permanecen a lo largo de la vida de la persona cuidada o de la persona cuidadora.

Hablar de los cuidados como un derecho en una sociedad que los normalizó como una obligación que algunas personas deben cumplir, ha sido todo un desafío, ¿Por qué un derecho? ¡Pero si es tú deber!

Aunque parecía imposible las mismas mujeres cuidadoras de un otro dependiente, sin importar todas las barreras sociales transformamos el despojo y el dolor en lucha y dentro de la colectiva “Yo Cuido” comenzamos a trabajar por la visibilización, el reconocimiento, la reparación y la consagración de derechos. Nos desplegamos en todo el territorio, incluso fuera del país. En este camino nos encontramos con el proceso Constituyente que nace del descontento social ante la desigualdad de la que nosotras también éramos parte y siendo para nosotras muy importante la autorrepresentación, logramos un cupo dentro de la Convención Constitucional, para dejar consagrado un nuevo derecho, el derecho a cuidar.

Unos de los derechos más innovadores que nos presenta la propuesta constitucional, es, sin lugar a duda, el derecho al cuidado y el reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados, derechos que buscan achicar la brecha de la desigualdad, avanzar hacia el buen vivir, dignificar el trabajo que históricamente se nos ha asignado a las mujeres y avanzar hacia la corresponsabilidad social y estatal.

El artículo 49 consagra que el Estado reconoce el trabajo doméstico y de cuidados como una actividad económica necesaria e indispensable para sostener la vida y que por su contribución a las cuentas nacionales debe ser considerada para la formulación de políticas públicas. Además, indica que el Estado promoverá la corresponsabilidad procurando que no exista desventaja en ningún ámbito para quienes ejerzan este trabajo, así como lo ha sido hasta hoy donde la persona que cuida se ha visto enfrentada al empobrecimiento, a la nula posibilidad de hacer otra actividad, ni a tener algo tan mínimo como seguridad social, por nombrar solo algunas.

En el mismo camino, pero mucho más profundo, el artículo 50 reconoce los cuidados como un derecho desde el nacimiento hasta la muerte, y se obliga al Estado a proveer los medios para que los cuidados sean entregados en dignidad, corresponsabilidad e igualdad de condiciones. Se mandata generar un sistema nacional de cuidados. Este sistema deberá contar con ciertos principios fundamentales para quienes cuidamos, como son el carácter estatal, solidario y universal, y lo más importante, asegurando su financiamiento, el que deberá no solo ser suficiente, lo que asegura avanzar a la consagración del derecho, sino también permanente, lo que nos asegura que no importa la administración que esté, se deberá asegurar el dinero para este sistema. Asimismo, indica que población estará enfocada, resguardando los derechos de quienes ejercemos este trabajo.

La posibilidad de la consagración de estos derechos sería un hito histórico no solo para Chile, también para el mundo. Los cuidados específicos de personas con dependencia, esos que no tienen fecha de término ni horario laboral, han sido olvidados, guardados como polvo bajo la alfombra, dejando una población doblemente vulnerada en el más absoluto abandono y despojo. Una nueva Constitución sería el primer paso hacia la reparación de quienes la sociedad y el Estado dejó en las sombras, sin pensar que cada una de estas personas son luz y sostienen el sistema y las sociedades. Nadie podría imaginar un día sin que alguien hiciera los trabajos domésticos y de cuidados, sería un colapso, porque cuidar es trabajo, avancemos hacia una sociedad que cuide.