Descentrados Chile

Desigualdades en la atención del parto: ¿calidad efectiva o derecho a decidir?

Fotografía: SeppH

Por Camila Soto Ramírez
Diseñadora industrial, especializada en el desarrollo de procesos y productos para el parto humanizado, Ex presidenta de RELACAHUPAN Chile, Fundadora de HUM Diseño y miembro de la Coordinadora Nacional por los derechos del Nacimiento.

  ¿Y dónde lo tuviste? Esta pregunta tan común que todas quienes hemos parido, hemos escuchado y respondido, conecta, inevitablemente a nuestro interlocutor con un amplio background de información y juicios asociados a la calidad de la salud y el servicio en términos de Parto.

Ahora, podríamos cuestionarnos ¿cuán válidos son estos juicios cuando tomamos en cuenta los criterios del parto humanizado y la violencia obstétrica?

Haciendo una síntesis del concepto, y en base a la literatura internacional, podríamos decir que humanizar el parto es la “disminución en las intervenciones médicas en el proceso de un parto normal”; otra definición comúnmente utilizada se refiere a “tomar en consideración los sentimientos, los valores, las creencias, las emociones, la dignidad y la autonomía de la mujer sobre su embarazo y parto”. Ambas definiciones se relacionan estrechamente con los parámetros de prevención de la violencia obstétrica, ya que esta se entiende como “las prácticas, realizadas por profesionales de la salud que, por acción u omisión, son o son percibidas como violentas por parte de las usuarias”. Aún más concretamente según Caroline Homer (matrona australiana) existen 6 claves en el alcance de la violencia obstétrica: abuso físico y verbal, cuidado no confidencial, atención no dignificada, discriminación, abandono y condiciones pobres en las instalaciones.

Los juicios genéricos respecto de la calidad del servicio de salud están basados en experiencias y vivencias personales, pero no sólo en eso, sino que también en la relación entre esas vivencias y las expectativas. Cuando las referencias que tenemos sobre cierto servicio son negativas (juicios nuevamente), es muy probable que tengamos una vivencia sumamente desagradable que incluso se perciba como violencia, aun cuando técnicamente no lo sea.

Siendo más concretos, se supone que el servicio público de salud tiene “menor calidad” que el servicio privado. Sin embargo, cuando revisamos, por ejemplo, en el ranking de América Economía [1], vemos que, dentro de las primeras sesenta instituciones, existen solamente tres instituciones chilenas, y de ellas uno es un Hospital público (es un hospital de Santiago de alta Complejidad). Por otro lado, en otra fuente[2] donde se clasifican los hospitales según su nivel de equipamiento, vemos que, en 8 de 10 categorías, asociadas a calidad, los hospitales públicos están por sobre los hospitales privados. Finalmente, y considerando que uno de los elementos claves de la humanización es el respeto a la fisiología y evitar la intervención innecesaria, sabemos a partir de un estudio publicado este año[3] que la tasa de cesáreas en hospitales públicos es de 49%, en contraste con los recintos privados, que en promedio registran un 73%.… entonces ¿qué es lo que produce la desigualdad, particularmente en la atención del parto y por qué continúa el mito de que es mejor lo privado que lo público?

La problemática de la desigualdad, particularmente para la atención de partos, radica en la existencia de diferencias significativas en la forma de atender por parte de los profesionales relacionados a la obstetricia, en particular matronas, matrones y ginecoobstetras. En los últimos 10 años, las carreras vinculadas a la obstetricia han sufrido grandes cambios, haciendo un giro desde la filosofía de la carrera, que se había orientado fuertemente en la técnica y que, a partir del movimiento de la Humanización, ha ido incorporando formación en aspectos emocionales y psicológicos, conciencia de derechos, reducción de intervencionismo, énfasis en la comunicación, entre otros aspectos. Estos factores, además de la dificultad que supone “desaprender” conceptos del ejercicio o volverse autocrítico del propio hacer, es lo que nos ha llevado a tener un mix de maneras de atender que, si bien es cierto, siempre tuvo diversidad en su filosofía (centrada en la técnica o centrada en la mujer), hoy toma importancia; dado que las mujeres cuentan con información para comprender el impacto de esta diferencia.

Hace 10 años, las mujeres no tenían tanta información, por lo que se atendían solamente de acuerdo a criterios de cobertura de seguro, cercanía etc., sin embargo, hoy con la difusión de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud[4], la perspectiva de derechos sexuales y reproductivos y los casos mediáticos de Violencia gineco obstétrica, las mujeres comprenden la relevancia de poder elegir a quien les acompañará ese día, siempre y cuando esto esté en sus posibilidades.

¿Y realmente elegir al equipo nos asegura una atención humanizada del parto?

Lamentablemente no; hoy en día las posibilidades de elegir el equipo profesional que atiende el parto son el seguro privado de salud, es decir la Isapre, en su modalidad libre elección, cuyo índice de Cesárea es de un 73%, y el PAD (Pago Asociado a Diagnóstico) para usuarias de FONASA que tiene un 73% de cesárea, ambos muy por encima del 15% que la Organización Mundial de la Salud recomienda como indicador de calidad en la atención[5] .

De acuerdo a las cifras y aun pudiendo elegir al equipo profesional la probabilidad de tener un parto con un alto nivel de intervención está muy sobre los índices deseables, ya que no existe un estándar que asegure que se cumplan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

¿Y quiénes no pueden elegir?

Por el lado de los hospitales públicos si bien existen muchos profesionales sensibilizados y en algunos de ellos, hasta existe mejor infraestructura, no es posible elegir, quedando “a la suerte” quién y con qué métodos se asiste este momento tan importante.

En base a esto, podríamos concluir que hoy la posibilidad de tener un parto “humanizado”  en su definición global, no depende del sistema sino de que cada mujer realice una búsqueda y seguimiento exhaustivo de datos y recomendaciones, que le permitan acceder a un equipo de salud acorde a sus expectativas y que además atienda en una institución acorde a sus posibilidades (aún más restringidas en el caso de regiones diferentes a la Región Metropolitana[6]) por lo que es urgente tomar cartas en el asunto y poner foco en la forma que los nuevos chilenos nacen.

¿Cómo superamos esta desigualdad?

  • Necesitamos renovar los estándares de atención (partiendo por la Ley Adriana[7]) y establecer reglamentos para que estos sean exigibles, no solamente para el bien de las mujeres sino, también para el bienestar de los profesionales que muchas veces se habitúan a desenvolverse en ambientes hostiles que los invitan a seguir en la cadena de hostilidad.
  • Democratizar la información para que las mujeres cada vez estén más y mejor informadas y puedan tomar sus propias decisiones, y además para que tomemos responsabilidad y protagonismo en este acto tan importante.
  • Asegurar la capacitación y educación continua de los equipos de salud, para asegurar su actualización técnica y también el desarrollo de habilidades socioemocionales.
  • Fomentar y favorecer estructuras y ambientes de trabajo amables con foco en el trabajo colaborativo.
  • Favorecer el uso de la tecnología para el registro y para compartir datos e información relevante a los equipos.

Finalmente es indispensable realizar Auditorías e investigación sin enfoque punitivo; sino orientado a la mejora continua, estas acciones unidas a la voluntad e interés por las personas, asegurará que nuestro sistema entregue un servicio de calidad homogéneamente humanizado para todas.

[1] https://www.americaeconomia.com/negocios-industrias/ranking-de-los-mejores-hospitales-2021-el-futuro-que-la-pandemia-nos-esta

[2] https://globalhealthintelligence.com/es/los-hospitales-mejor-equipados-de-latinoamerica-en-2021/los-hospitales-mejor-equipados-en-chile-2021/

[3] https://www.ciperchile.cl/2023/01/11/mas-cesareas-que-nunca-en-chile/ Fuente original BBDD de egresos hospitalarios 2021. Información requerida vía Sol. Transparencia realizada a la Subsecretaría de Redes Asistenciales en octubre del 2022 por Fundación OVO Chile @fundación_ovochile

[4] https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/272435/WHO-RHR-18.12-spa.pdf

[5] https://www.who.int/es/publications/i/item/WHO-RHR-15.02

[6] https://www.ciperchile.cl/2023/05/25/parir-y-nacer-en-una-region-de-chile-radiografia-de-la-desigualdad/

[7] https://www.youtube.com/watch?v=6lrXwzzofN8