Por Camila Soto Ramírez
Diseñadora industrial, especializada en diseño de procesos, modelos y productos para el parto humanizado. Ex presidenta de RELACAHUPAN Chile. Fundadora de HUM CHILE y miembro de la Coordinadora Nacional por los derechos del Nacimiento.
Las primeras formas de lo que hoy entendemos como “educación prenatal” se basaban en conocimientos tradicionales transmitidos de generación en generación. Cada cultura tenía su manera de ritualizar y cuidar el proceso, atendiendo y asegurando la salud de la madre y su guagua1 en el proceso. Desde la tradición y las culturas prehispánicas en América, el cuidado de este proceso siempre se consideró una tarea de gran importancia, que, habitualmente, se encargaba a las mujeres mayores y experimentadas.
Con la llegada de la medicina moderna, los avances médicos y la profesionalización de la partería, la salud materna y los métodos para este proceso “formativo” se fueron estructurando e incluso estandarizando. Es así como aparecen Métodos difundidos y utilizados hasta ahora, como el Método Lamaze (1951, Francia), desarrollado por el obstetra Fernand Lamaze, quien introdujo la idea de la “preparación psicoprofiláctica”, donde se enseñaba a las madres a controlar el dolor mediante ejercicios de relajación y respiración para facilitar el parto natural. Pocos años antes, en 1947 en Estados Unidos, el Método Bradley por Robert Bradley, que enfatizaba en lograr un parto natural con la participación activa del padre. En ambos casos se buscaba facilitar el parto natural, atendiendo a que la clave estaba en poder transitar las contracciones y tolerar el dolor del parto.
Con la aparición del concepto de Parto Humanizado y especialmente a partir de la evidencia difundida por Michel Odent2, las prácticas obstétricas comienzan a ser desafiadas; ya que, si bien la técnica médica avanzó, esto implicó la incorporación de una variedad de intervenciones, algunas de ellas innecesarias. Si bien intervenciones como la Cesárea (extracción abdominal del feto), Rotura artificial de membranas (RAM) o la episiotomía (corte transversal en los tejidos del perineo para ampliar el canal de parto), surgieron como medidas de emergencia, éstas se transformaron en prácticas rutinarias para apurar y estandarizar el proceso, muchas veces aplicadas innecesariamente, y con consecuencias negativas tanto físicas como emocionales y psicológicas.
Michel Odent comienza a difundir ampliamente la importancia de la oxitocina natural, hormona principal y de alta relevancia no sólo para el parto, sino que también para la lactancia, conductas de cuidado y el desarrollo sexoafectivo de las personas y cuya producción se veía impactada negativamente en los partos de alta intervención. Por otro lado, Kerstin Uvnäs Moberg3 desde la neurociencia y la bioquímica, profundiza en los efectos de la oxitocina en la regulación del sistema nervioso y su papel en la reducción del miedo y la ansiedad.
Muchos años atrás en 1933, incluso antes de Lamaze, el Método Grantly Dick-Read promovía la idea de que entender el proceso reducía el miedo y por lo tanto el dolor de parto, con lo cual los talleres siempre consideraban entregar esta información. Luego, con el acceso global y la democratización de la información, la entrega de esta información en talleres y cursos prenatales se transforma en un “desde”. Hoy no es posible pensar en un taller que no incorpore de alguna manara la información o las referencias a la biomecánica del parto. Si bien es cierto no se dejan de lado los consejos prácticos, las personas esperan aclarar o despejar sus dudas en relación con este tema participando en estas instancias. Esto último porque este acceso global también tiene como consecuencia la difusión, indiscriminada de información, muchas veces incorrecta, incompleta o tendenciosa, que más bien confunde y preocupa a quienes la visitan. Es necesario precisar que muchas veces la evidencia médica no es fácil de procesar cuando no somos expertos; y esto deja un amplio espacio para el desarrollo de teorías y asociaciones. A veces los resultados no son “concluyentes”, es decir que, si bien permiten demostrar una hipótesis, no tienen la cobertura para establecerlo como una nueva verdad; otro caso es el lenguaje en el que se expresan las conclusiones, ya que para quien no es experto en el tema, puede favorecer más de una interpretación, según el punto de vista con que se analice.
Esto último desafía a quienes ofrecen talleres o cursos de preparación para el parto; desde las entidades de salud pública, como es en Chile, el programa Chile Crece Contigo hasta los talleres impartidos por matronas particulares, cada una de éstas debe ser configurada de un modo cada vez más enriquecedor y atractivo, incorporando experiencias sensoriales y materiales educativos que se pueden tocar y sentir para acercarnos a la información con todos los sentidos, para que el conocimiento y la información llegue un poco más lejos de lo que puede llegar un video corto de estos que consumimos a gran velocidad en nuestros teléfonos. La información ya está disponible online, incluso podemos establecer un diálogo con AI para debatir y contrarrestar teorías, por lo tanto, hoy la clave está en la experiencia significativa que ofrece la participación.
Tomar un taller o preparación hoy implica hacernos responsables y protagonistas del proceso, pudiendo tomar decisiones y esto implica avanzar en autonomía y autodeterminación.
El concepto de parto humanizado no es tan sólo una tendencia social, como ya lo hemos comentado en anteriores columnas, es un nuevo paradigma en el diseño de los procesos de atención y que por lo tanto atraviesa la investigación, la formación de profesionales, el diseño y la arquitectura hospitalaria y por supuesto la legislación y reglamentación para sancionar actos de violencia o negligencia. Así también implica el fomentar una actitud menos sumisa de la mujer frente a la institución, pudiendo conversar sus expectativas y necesidades en el proceso.
Desde la declaración de fortaleza en 1985 por la OMS, Chile asume un compromiso de incorporar los lineamientos del parto humanizado/ respetuoso en los modelos de atención en salud, y esta información, junto con los derechos del paciente y otros cuerpos legales hoy también son parte de las instancias de “Educación Prenatal” ya que permiten a las mujeres y sus parejas y acompañantes significativos situar sus expectativas y conocer sus derechos, enfrentándose al “consentimiento informado” de una manera más integral que sólo firmar un documento en plenas contracciones al ingreso a la institución.
Como en casi todo orden, en el diseño de instancias de preparación al parto, hoy debemos cruzar la barrera de la información vacía para sumergirnos en una experiencia que nos facilite la transición del parto. Necesitamos conectarnos de manera integral con el proceso, entendiendo (o recordando) que, si bien éste es físico y corporal, también constituye un hito en la vida sexual reproductiva que nos atraviesa y nos marca, física, psicológica y emocionalmente. Desde mi experiencia, me gustaría recomendar, al diseñar un curso o taller prenatal, tomar en cuenta en el temario, al menos:
- El proceso del parto y su biomecánica
- Condiciones adecuadas que favorecen el proceso del parto (instinto v/s cultura)
- Decisiones y estrategias respecto al lugar
- Cómo lidiar contexto hospitalario y nuestras expectativas (referencias a derechos y deberes)
- Experiencias de conexión, propiocepción y toma de conciencia.
La “preparación al parto”, más que ser una instancia educativa o de instrucción, es un espacio de confianza para recordar capacidades presentes en nosotras, compartir visiones y despejar creencias que limitan nuestras expectativas y experiencia.
¿Qué les parece si dejamos de pensar en esto como un proceso educativo y lo pensamos como un proceso integrativo o de desarrollo de conciencia?
- En Chile, la palabra “guagua” es un término coloquial para referirse a un bebé o niño pequeño. También se usa en otros países de Latinoamérica, como Argentina, Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador.
↩︎ - Michel Odent (Oise, 1930) es un médico obstetra francés, que revolucionó la atención del parto desde la maternidad del hospital de Pithiviers en Francia, en los años 70′. Es la persona más citada mundialmente en el ámbito del parto y nacimiento, y uno de los defensores más notables de la fisiología del parto, entendido como aquel parto en el que la intervención externa es la mínima posible.
↩︎ - La doctora Kerstin Uvnäs Moberg es médica fisióloga sueca, reconocida en todo el mundo, quien ha dedicado su vida a investigar acerca de la oxitocina y su impacto durante el embarazo, la lactancia, el trabajo de parto, la lactancia y el apego.
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