Descentrados Chile

Tecnología: ayuda u obstáculo para avanzar en la universalidad del Parto respetado

Fotografía: "Parto Humanizado". Creación original de Camila Soto Ramírez (@partohumchile).

Por Camila Soto Ramírez
Diseñadora industrial, especializada en el desarrollo de procesos y productos para el parto humanizado, Ex presidenta de RELACAHUPAN Chile, Fundadora y Directora de HUM Diseño y miembro de la Coordinadora Nacional por los derechos del Nacimiento.

Hace un par de semanas nos referimos al concepto de Violencia gineco obstétrica, sus diversas manifestaciones y su naturalización en el proceso de atención sanitaria, la que muchísimas veces se vuelve un obstáculo para su abordaje y reducción. Hoy queremos incorporar los factores tecnológicos al análisis de este fenómeno, enfocándonos, por un lado, en cómo la tecnología aporta al confort y la seguridad humana, y luego cómo esta, también puede transformarse en un obstáculo para la modificación y evolución de las prácticas cuando estas no son beneficiosas.

Para ello, tomaremos el ejemplo de la atención obstétrica y, más específicamente, la atención del parto vaginal o normal como se le llama comúnmente, y que se refiere a la salida de un bebé de término vía canal vaginal. Este acto, en muchos casos llamado “procedimiento” corresponde a un acto fisiológico y natural que ocurre no sólo en humanos, sino que en todas las especies mamíferas. Estamos de acuerdo que es un acto natural no exento de riesgos; según la OMS, podríamos decir que máximo en un 15% de los casos se requiere de una intervención quirúrgica de emergencia para evitar daños a la madre o al bebé[1]. Sin embargo, en Chile, ese porcentaje supera el promedio de 59%[2] (49% Sistema público y 73% en Sistema privado). Este caso, la Cesárea, es un claro ejemplo de sobre tecnologización del proceso.

Pero este no es el único caso en donde la tecnología interfiere en el parto. La inyección de oxitocina sintética, la posición horizontal, la iluminación, el uso de un “paquete” de paños y ropas estériles e incluso el corte del piso pélvico (episiotomía) para abrir el canal, son parte de la tecnología del parto que se ha incorporado en la práctica y, por lo tanto, en la formación de nuevos profesionales de la Salud. Pero ¿por qué decir que esto puede constituir un obstáculo para la humanización?

Hace unos años comenzó fuertemente en Latinoamérica un movimiento social, asociado al concepto de parto humanizado o respetado. Un concepto tomado de la Declaración de Fortaleza en 1985 (OMS/OPS, Brasil), que definía la necesidad de comprometer a los países en la aplicación de un conjunto de recomendaciones, asociadas a favorecer la fisiología del parto, por ejemplo: asegurar el acompañamiento, la permanencia del RN con su madre, la reducción de la cesárea y la posición vertical, entre otras. Este movimiento es el causante de una revolución en los protocolos de atención, que ha implicado el modificar ciertas prácticas arraigadas, no solamente en la cultura institucional médica, sino también en la de la sociedad completa, quien asume que el proceso DEBE SER de cierta forma porque no hay otra opción, aun cuando les haga sentido lo propuesto.

Este proceso ha sido muy difícil, contando con voces que se oponen abiertamente a legislar[3], justamente por la misma razón: la modificación de las prácticas no implica solamente un cambio en la instrucción o el protocolo, sino un cambio en la cultura que implica el lenguaje y el simbolismo de las prácticas y los hábitos incorporados en la atención. En este punto es donde la tecnología toma un fuerte papel ya que el ser humano dispone su entorno y diseña sus espacios e implementos plasmando y facilitando en ellos ciertas formas de proceder, aunque no seamos conscientes de ello; el mundo objetual que nos rodea nos propone y a veces obliga a actuar de cierta forma.

Suena curioso que la atención altamente tecnificada del parto tenga solo 50 o 60 años, pero sucede que en estos 50 años los entornos para el parto fueron altamente intervenidos cambiándolos desde una habitación de casa, con una cama baja, una luz tenue y un baño privado a un pabellón, muy iluminado, con una cama alta a la que solo accedemos con asistencia, pisos fríos, delantales monocromáticos, un mesón de acero con instrumentos y telas desechables. ¿Cuánto influye este entorno, en el hecho de que sea tan difícil cambiar la práctica obstétrica para nuevamente devolverle la intimidad, la empatía y los tiempos fisiológicos, tan distintos a la planificación de un pabellón?

La respuesta es MUCHO. Mientras no cuestionemos y modifiquemos los espacios y elementos que rodean el parto/nacimiento, es muy difícil hacer el cambio solamente desde la conciencia y la educación. La prueba está en que los equipos e instituciones que han sido pioneros en la humanización de sus protocolos y prácticas se han visto obligados a modificar sus espacios, incluyendo luces tenues y puntuales, elementos para el manejo no farmacológico (guateros, masajes, agua, etc.) y equipamiento adecuado a la autonomía y la libertad de movimiento como las poltronas de parto y trípodes para suspensión. La incorporación de estos elementos es un factor determinante en el cambio de mirada hacia la atención y la asistencia de este proceso.

 No facilitamos el acompañamiento cuando el espacio no le permite estar, permanecer y ser un aporte en el proceso; no facilitamos la verticalidad y la autonomía cuando no ofrecemos equipamiento que permita y facilite la atención en estas posiciones. Necesitamos repensar los espacios y los entornos, en paralelo a la entrega de conocimientos y competencias. El mundo objetual nos rodea y nos condiciona, nos facilita la vida, pero, cuando no lo cuestionamos, se transforma en un obstáculo, un obstáculo para avanzar hacia la humanización y la atención respetuosa.

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[1] Declaración de Fortaleza. Organización Mundial de la Salud. Tecnología apropiada para el parto Publicada en Lancet 1985; 2:436-437. Traducción ACPAM.

[2] Nota CIPER Chile Más cesáreas que nunca en Chile 11.01.2023 Por Michelle Sadler y Gonzalo Leiva.

[3] Un ejemplo claro de esto es la Ley Adriana de Parto Humanizado, cuyo proyecto está siendo presentado y discutido desde el año 2018 en el poder legislativo y que esperamos este año 2023 al fin logre su promulgación y recursos.