Por Camila Soto Ramírez
Diseñadora industrial, especializada en el desarrollo de modelos y productos para el parto humanizado, Ex presidenta de RELACAHUPAN Chile, Fundadora de HUM Diseño y miembro de la Coordinadora Nacional por los derechos del Nacimiento.
Gracias a que existe una gran red mucho más allá de nuestras fronteras, me llegó una invitación muy especial que me fue imposible resistir, se trataba de “Diálogos Sur-Sur sobre violencia obstétrica 2024” una instancia de conversación y colaboración, para personas que de alguna manera trabajan con la Violencia Obstétrica, organizada por INTERSECTA, el Instituto O’Neill para la Salud Nacional y Global, las Divisiones de África y América Latina del Centro para los Derechos Reproductivos, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) y la División de Derechos de las Mujeres de Human Rights Watch. Esta invitación la compartía OVO Chile (Observatorio de Violencia Obstétrica de Chile) y Michelle Sadler, investigadora y antropóloga chilena quien en el año 2003 con su tesis “Así me nacieron a mi hija”[1] iluminó a un gran número de personas que buscábamos respuestas e investigación en Chile sobre los derechos del Nacimiento.
Estas instancias, de pronto muy globales, nos parecen lejanas, sin embargo, algo me llamó a ser parte y estar presente.
En cada sesión tomaríamos un tema y haríamos una conversación guiada y facilitada por el equipo de coordinación. A casi 5 años de la explosión de las reuniones virtuales, sólo me queda agradecer la posibilidad inmensa de estar comunicándonos a través de continentes y océanos para darnos cuenta de lo que nos conecta y construye como humanos más allá de la distancia.
No pretendo contarles cada una de las sesiones, ya que sería muy largo, y quizás no lograría englobar la experiencia ni las conclusiones emanadas de estas sesiones, sin embargo quisiera relevar que existen estas instancias y que la problematización de este tema va mucho más allá de nuestras discusiones en hospitales, ministerios e instancias de activismo local. El problema de la Violencia obstétrica atraviesa fronteras y aunque no se manifiesta de la misma manera en cada región, tiene elementos comunes que nos permiten visualizar algunas claves para avanzar y abordar los derechos sexuales y reproductivos con una visión constructiva, esperanzadora y transversal.
Les comparto algunas reflexiones que me quedaron de esta interesante instancia:
Estadísticas y data:
- Mientras no existan conceptos claros, que nos permitan nombrar con claridad las acciones y los efectos de la violencia obstétrica, estos nunca serán posibles de traducir en datos. Lo que no se nombra no puede ser medido y si no se mide es INVISIBLE[2].
- La investigación en cuanto a la experiencia de las mujeres es clave, a través de la historia se han normalizado prácticas que están completamente desaconsejadas (episiotomía de rutina, enema, maniobra de Kristeller, malos tratos, etc.) por lo que, para realmente posicionar el tema, es necesario visibilizar cuantitativamente la experiencia individual y los efectos colectivos que tienen en la salud física y emocional de las mujeres y recién nacidos estas prácticas.
- Además de medir y visibilizar los efectos de la VO en las mujeres y familias es indispensable visibilizar el impacto la violencia obstétrica en los equipos de salud (incluso desde sus internados y prácticas), esto muchas veces tampoco se toma en cuenta.
Acceso a la Justicia:
- ¿La Ley de Violencia obstétrica cumple con erradicarla? La verdad es que luego de la conversación y pensando que esto es indispensable para avanzar, me queda la reflexión sobre la necesidad de seguir pulsando otras instancias. Esto porque al preguntarnos como medir el “éxito” del acceso a la justicia, pareciera que ello tiene que ver más con el reconocimiento y la reparación que con el castigo a los que realizaron las acciones; y ambas a veces no caminan en paralelo. Las acciones punitivas de la justicia penal, otorgan visibilidad al tema, ya que siempre tienen alta publicidad, pero ¿qué queda para las familias? De acuerdo con estudios y consultas realizadas, las disculpas públicas, la obligatoriedad de modificar prácticas y protocolos para prevenir que vuelva a ocurrir y el acompañamiento psicológico son aún más claves para supervivientes[3] a violencia obstétrica.
- Por último, erradicar estas prácticas para dar justicia a estos casos, requiere de un trabajo colaborativo multiestamental donde las mujeres y la sociedad civil, políticos y trabajadores de la salud en todos los niveles se hagan parte y colaboren al diseño del nuevo modelo.
Educación:
- Parte integral de la erradicación de la VO es el cambio en los programas de formación de los trabajadores de la salud; que intervienen el proceso de la atención. Para todos nosotros “lo que aprendimos de nuestros maestros” durante el pregrado queda grabado con fuerza en nuestro perfil profesional y el proceso de desaprender es muy lento y doloroso, a veces imposible. Afortunadamente en Chile estamos viendo esperanzados como cada día las mallas de formación de Matronas incluyen humanización, la atención en vertical, acompañar y favorecer el movimiento, métodos no farmacológicos y otros conceptos y prácticas valiosas para la adaptación y el cambio.
- El Lenguaje médico para la descripción de la fisiología y las prácticas obstétricas, resulta muchas veces un obstáculo para avanzar ya que el parto y el tratamiento del dolor implica un abordaje integral en el cuidado, dado que no hay enfermedad de por medio, las acciones deben estar en el marco de la autonomía, el respeto a la intimidad, el derecho al acompañamiento, etc.
- En el ámbito de la formación continua en el trabajo, es decir, la capacitación que se da a los equipos en los centros de atención de salud, esta no puede seguir siendo una acción optativa a los miembros del equipo; especialmente en las instituciones públicas. Estas instancias están asociadas a recursos y son vitales para el resultado, por lo que todos los profesionales deben asistir e idealmente aprobar, no es correcto que se resten por “no estar de acuerdo con el parto humanizado”.
Economía:
- ¿Cuales son los recursos para abordar y erradicar la VO? Si bien llevamos muchísimo tiempo hablando acerca de la capacitación de los equipos de salud, y claro esto tiene muchísima importancia, no podemos desconocer la necesidad de otros recursos que acompañen y faciliten los cambios, como, por ejemplo:
- La revisión de los protocolos de atención obstétrica.
- La optimización de los espacios para la atención obstétrica.
- La capacitación por sí sola pone el 100% de la responsabilidad en quienes otorgan la atención, sin embargo, las acciones y protocolos se enmarcan en un sistema organizacional y físico que permite y favorece la acción violenta. Invertir sobre estos aspectos no solo “embellece” el sistema, sino que aporta poderosamente al cambio.
Finalmente, y cerrando este año, puedo ver cómo Chile se encuentra, de algún modo, en un lugar privilegiado, ya que posee más recursos que otros países que enfrentan la problemática de la VO, sin embargo, también soy consciente de cómo en nuestro país las presiones políticas afectan el tratamiento del tema, la información ciudadana y por lo tanto, la exigencia de derechos. Quiero creer que este próximo año 2025 nos traerá mayores avances y ojalá una Ley Adriana Promulgada y en proceso de implementación!
Feliz 2025
[1] https://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/122662/Asi_me_nacieron_a_mi_%20hija.pdf
[2] En este sentido la normativa, orientaciones gubernamentales y legislación es clave, y es por esto que se hace tan importante la promulgación este año de la Ley Integral contra la violencia hacia la mujer y se hace más urgente que nunca la Ley Adriana, la que tiene por objetivo regular, garantizar y promover los derechos de la mujer, del recién nacido y la pareja, en el ámbito de la gestación, preparto, parto, postparto y aborto en las causales establecidas por la ley, así como también en torno a su salud ginecológica y sexual.
[3] Superviviente a un evento violento es un término alternativo a víctima que hoy se comienza a utilizar para aumentar el foco en la superación y la esperanza post violencia, ya que el término víctima pone foco solamente en la acción violenta y hace que la persona afectada y quienes la rodean asuman una actitud compasiva que muchas veces revictimiza.