Descentrados Chile

La autonomía: Un camino necesario para deconstruir el Estado Nación.

Fotografía: IvanKonar

Por Felipe Valdebenito Leiva  
Periodista, cientista social y habitante del Wallmapu

En la lucha por el poder, el control del Estado y su sistema de Gobierno hay distintos tipos de crisis. Hay crisis que afectan la estabilidad de Gobiernos y otras que afectan las bases que sostienen el Estado. El estallido social del 18O de 2019, sí, ya hace casi 5 años, entrega varias señales para ser considerada una crisis de Estado, porque de ser una protesta que estalla por la precarización de la vida de distintos segmentos de la sociedad, termina siendo un cuestionamiento a las ideas, símbolos, creencias del Estado-Nación, su construcción de chilenidad.

En las últimas décadas en Chile aparece y toma fuerza la idea de la descentralización, cuestión que, si revisamos la historia de esta República, siempre ha estado presente, e incluso, ha desatado enfrentamientos. Esta idea ha ido fortaleciendo identidades locales, ha producido nuevas formas de relaciones sociales, ha creado un desapego al Estado y sus Gobierno extremadamente centralistas, a visibilizado la crítica al control del poder y las riquezas por un pequeño grupo. Ha sido una idea fundamental para la crisis que vive el sistema de representación política chilena y le ha dado un gran espacio a la lucha política de los distintos Pueblos-Nación que son preexistentes al Estado y que ven en la descentralización del poder una posibilidad para reconstruir sus territorios e identidades en convivencia con el Pueblo Chileno por una vida que sea justa y de bienestar donde quizás se construya el Estado Plurinacional, fruto de nuestra realidad diversa de identidades, costumbres, creencias, territorios, posiblemente como primer paso para un Chile de múltiples naciones. 

En ese devenir, en el encuentro que se ha dado desde las luchas territoriales, entre la idea de descentralización empujada por amplios sectores de la sociedad y la autonomía desde los pueblos indígenas (no es cuestión exclusiva) quizás podamos encontrar no solo un ideario programático, si no un camino estratégico para el desarme del Estado-Nación como aparatos de reproducción de la vida y construir así su contraparte, un sistema de producción de la vida que incluya a todas las naciones, territorios, costumbres, lenguas, símbolos, banderas, etc. donde el poder y la riqueza se redistribuye desde lo local. 

Las izquierdas en Chile no están en este debate y si no están, el sistema de partidos y los Gobiernos menos lo estarán. Hoy nos gobierna un sector que no hace tantos años atrás levantaba las banderas y reproducía las ideas de la descentralización (algunos más conservadores ahí solo hablaban de regionalización), incluso utilizaban la palabra autonomía en los textos programáticos ¿El problema? es que hoy solo piensan en los límites del Estado-Nación ¿razones? Puede haber muchas, lo importante es ver que esas banderas e ideas ya no están ahí, que esas ideas necesitan nuevos sectores que las levantan y sostengan para impedir que el modelo se reacomode e intente cerrar la crisis de Estado abierta o cristalizada en el estallido social. 

Quienes queremos construir un territorio producido por sus comunidades locales, con un sistema de producción económica armónico con su entorno y donde el poder se construye y estructure desde abajo y con participación, debemos retomar el debate de la autonomía como un proyecto político capaz de expresarse en los distintos campos de la lucha política para abrir camino a un ideario de sociedad y territorios donde prime el bienestar. Siempre me pregunto si seremos capaces de imaginar, dibujar y construir un nuevo territorio y nuevas relaciones sociales. Soy un convencido que el debate político estratégico puede darnos luces. En ese sentido poner sobre la mesa la autonomía como un camino a tomar en la lucha política es muy necesario, no hacerlo quizás nos vuelva a inmovilizar, a pensar dentro de los límites actuales y a reducir los cambios en los parámetros actuales del Estado-Nación.