Descentrados Chile

¿Un Gobierno sin Política para La Araucanía?

Fotografía: Descentrados

Por Felipe Valdebenito Leiva
Periodista, cientista social y habitante del Wallmapu

A casi dos meses de llegar a la Moneda el presidente Gabriel Boric y la coalición de Gobierno poco y nada han mostrado para La Araucanía. Señales de confusión, intentos de usar una retórica que incorpora conceptos nuevos, pero sin una práctica coherente, una llegada al Estado más vinculada a las fuerzas conservadoras de la política que a aquellas que han levantado y sostenido distintas luchas por el buen vivir en este territorio.

A la distancia, sin ser de la coalición de Gobierno, cuesta encontrar un relato que le explique a la ciudadanía qué es lo que se quiere para este territorio. Sería interesante saber desde qué perspectiva histórica se posicionan para mirar el origen del conflicto, cuál es su evaluación del Estado como actor del conflicto y qué piensan de las ideas de Autonomía y Plurinacionalidad.

Este territorio no necesita que el nuevo Gobierno “mejore” las políticas hacia La Araucanía ni los pueblos que habitan acá sin modificar la lógica en que el Estado viene produciendo y reproduciendo la vida. Se necesita una transformación en la mirada, en la práctica política y en las estructuras del Estado.

Si uno mira a los actores movilizados del Pueblo Mapuche desde el fin de la dictadura cívico militar, observamos desde los 90 hacia acá un desapego de esos sectores de lo que fue la Izquierda Chilena, un avance conceptual de la concepción de Pueblo a Nación, ejemplo de eso es la construcción de la wenufoye -bandera mapuche- y a sectores que logran instalar la necesidad de la autonomía como salida política al conflicto, evolución teórica y práctica en 30 años que las izquierdas no logran ver, dado su cuadraje en los marcos de la República y el Estado nacional.

Ahí quienes se posicionan desde las distintas izquierdas en Chile deben hacer una autocrítica, ya que la mirada colonial y paternalista está presente en su práctica, el excesivo eurocentrismo, tanto intelectual como estético, les pasa la cuenta para entender la dimensión socio histórica del conflicto, por eso pienso que el Gobierno de Gabriel Boric sí tiene una política, colonial en el fondo y si uno revisa su llegada al Estado, también enfocada en la seguridad y orden público como forma.

¿Hay una política? Claro que sí. Distinto es estar de acuerdo con aquello. Hace poco se conocieron los 5 pilares que empujará el Gobierno de Boric:

  1.  La creación de una Comisión para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico en el conflicto intercultural.
  2.  La implementación de parlamentos y diálogos territoriales.
  3. Mejorar la entrega de tierras y, por ende, la activación de la Conadi.
  4.  La activación del Estado mediante un trabajo interministerial hacia el territorio.
  5.  El desarrollo de medidas de seguridad.

Sin querer faltar el respeto a lo propuesto, nada nuevo bajo el puente. Algunas de esas medidas llevan 30 años en el debate público desde algunos sectores del Pueblo Mapuche y apoyadas por sectores del pueblo de Chile. De todas formas, se valora que hoy están como una posibilidad desde el Estado, pero hay otras medidas que al leerlas te recuerdan a cualquiera de los gobiernos anteriores.

Lo planteaba hace unos párrafos atrás, la medida 1 debe resolver la perspectiva histórica. El Estado es responsable número uno del origen de este conflicto cuando decide invadir los territorios del sur del Bio Bio y desde ahí, ejecutar una política de reducción de tierras, exterminio de la población y destrucción de los territorios mapuche. Estos son elementos históricos que no se encuentran en el relato oficial y que seguramente se enfrenta al relato de las élites chilenas, pero cada hecho tiene dos miradas, la que se imponga debe ganar el sentido en toda la ciudadanía, así se constituyen las verdades, no a sangre y fuego como lo hicieron los poderosos de Chile.

Se valoran los parlamentos, siempre son necesarios, pero surgen dudas que los días imagino irán aclarando. ¿Cómo serán esos parlamentos? ¿Vinculantes o consultivos? ¿Apegado a los estándares internacionales del convenio 169? El diálogo siempre es necesario, pero el desafío no está en construirlo, más bien es saber si estamos dispuestos a que ese diálogo transforme todo. Creo que un diálogo con viabilidad política debe ir al fondo, como me gusta decir a mí, con un mapa en la mesa solo con los límites del territorio, pero en blanco por dentro, para que sí exista la posibilidad de construir un entendimiento, que, a mi modo de ver, permita avanzar hacia un territorio autonómico dentro de Chile, con un Estado que permita la coexistencia de ambos pueblos, identidades y culturas, por tanto, el desafío está en cómo diseñar un Estado para esa nueva época.

Si Chile tiene más de 200 años, en lo que se conoce como La Araucanía, no tiene más de 150, esa diferencia se nota en el día a día. Falta de recursos hídricos, falta de tierras productivas, precariedad en distintos ámbitos de la vida tanto urbana como rural, por tanto, la activación de las distintas reparticiones es un mínimo muy mínimo, asumiendo también que estructuras como la de la Conadi ya cumplieron un ciclo, por tanto, pensar que ese lugar puede avanzar más, es un error político.

¿La Araucanía tiene más problemas de seguridad que la Región Metropolitana? No lo creo, solo que la seguridad en nuestra región está atravesada por un conflicto político. Mientras no se resuelvan los problemas políticos de esta región no podrá haber paz, es evidente, y todo lo que signifique entender el problema político desde una dimensión de orden público solo empeorara las posibilidades de diálogo. La prensa en su rol político reproduce solo una mirada, la de las élites, sí, las mismas que son dueñas de las forestales en esta región; porque si hay violencia física acá, no es solo desde sectores del pueblo mapuche. No debemos invisibilizar la violenta acción política que tienen sectores del pueblo chileno vinculados a la extrema derecha y sus gremios. Tampoco debemos ocultar la violencia estructural del Estado en contra de chilenos y mapuche que viven acá. El hambre es mucho más violento, sobre todo si es permanente, que cualquier forma de enfrentamiento que se pueda dar acá. Por tanto, si vamos como ciudadanía a hablar de seguridad, hablemos desde una dimensión estructural y no sólo física.

Estamos en un momento histórico, de confusión y redefinición. No sabemos qué rumbo tomarán todos estos procesos, pero sí sabemos que están en disputa, tanto en su forma, como sentido. Mi llamado a las fuerzas políticas del Gobierno y a quienes asuman la tarea de gobernar es abrir los límites de lo posible en el diálogo. Se necesita una convocatoria a toda la ciudadanía, más allá de sus organizaciones, porque para salir del nudo en el que estamos. Necesitamos construir el diálogo más amplio y mayoritario que se haya ejecutado. Pienso que ese es el rol principal del Gobierno, abrir la posibilidad de diálogo total, para en ese momento de disputa del sentido se logre construir una alianza, una correlación de fuerza, que tome el sentido mayoritario y con una mirada de largo plazo, que convoque a todas y todos, defina el territorio que queremos, que pienso debe ser, caminar hacia una región autonómica, con nuevos territorios internos, con culturas y lenguas, con coexistencia y con un Estado que armoniza una nueva época para todas y todos.